a Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) nos da la oportunidad de tener una radiografía de las contradictorias tendencias que se mueven en el mundo, en un momento en que dicha institución cumple 80 años, en medio de una crisis de credibilidad por su inoperancia ante una agresión genocida contra el pueblo palestino por parte del Estado de Israel y con el aval de Estados Unidos.
Las diferentes perspectivas representadas, por un lado, por el viejo régimen del Occidente colectivo, como se autodefinen los estados europeos que están en la esfera de influencia ideológica, política y militar de Estados Unidos, buscan profundizar la guerra de Ucrania/OTAN contra Rusia. Por el otro lado, nuevas formas de interacción multilateral se imponen en el mundo buscando formas de cooperación alternativas y mayor equilibrio a nivel mundial.
Como lo señala el ex embajador Chas Freeman, entrevistado por Glenn Diesen. La duda sobre la viabilidad del sistema de la ONU “surgió ante un mundo que se regionaliza y globaliza fuera de Nueva York …pero lo que sea que vaya a remplazar a la ONU, tendrá que reflejar la constelación de poder en el mundo. Y esa constelación ya no está concentrada en Occidente” (19/9/25).
El presidente colombiano, Gustavo Petro, y el de Brasil, Lula da Silva, asumieron la defensa de la soberanía con discursos que recordaron grandes momentos en que Latinoamérica y el Caribe irrumpieran en ese foro, como el de Fidel Castro y la Cuba revolucionaria en 1960 o el de Salvador Allende en 1972.
Tom Bateman, corresponsal de la BBC, dice que Petro es uno de los pocos líderes mundiales que se ha atrevido a enfrentarse públicamente al presidente estadunidense (Ver la entrevista a Petro: “Es simplemente un acto de tiranía de EU lanzar misiles sobre aguas de soberanía extranjera”, en BBC, 25/9/25).
Para el economista y analista Richard Wolff, Estados Unidos y su guerra arancelaria nos habla de un imperio en declive (que necesita petróleo para participar en las guerras en curso), por lo que tiene que magnificar las “amenazas” que justifiquen el excesivo gasto militar, reforzando la construcción de un nuevo ejército interno, el ICE, con 170 mil millones de dólares para una inusitada ampliación. En lo externo, fueron convocados para reunirse con el secretario de Guerra (Defensa), Pete Hegseth, y el presidente Trump, 800 generales y almirantes para escuchar mensajes que los dejaron muy preocupados por el deterioro del liderazgo presidencial, elemento clave en la consolidación de la carrera militar.
A decir de la coronela retirada Karen Kwiatkowski (Judge Napolitano-Judging Freedom, podcast), generales con 4 o 5 estrellas que tienen bajo su mando a decenas de miles de seres humanos “de ese masivo y costoso ejercito que tenemos y que está desplegado en 155 países, involucrado en guerras y más guerras”, con un gasto de un billón de dólares al año (millones de millones), fueron tratados como nuevos reclutas, siendo militares de carrera en servicio activo. Hegseth habló de que “ver tropas de gordos da mala imagen”, que se quiere un ejército fiero, bien adiestrado y si las mujeres no dan la talla, pues no entran, ni los hombres vestidos de mujer ( sic), ni los afroamericanos por cuestiones de diversidad. “Estamos barriendo con la basura ideológica woke, con la farsa del cambio climático, con lo políticamente correcto; no más diversidad, equidad e inclusión ( sic). El secretario Hegseth demostró falta de capacidad y los militares pérdida de confianza en el presidente, pues para Kwiatkowski “esto fue un insulto descarado”.
Pero lo que más perturbó a los analistas fue la declaración de “guerra interna” contra ciudades estadunidenses que hizo Trump frente a los militares, culpando a la “izquierda radical” –que es como se refiere al liderazgo del Partido Demócrata–, “ciudades como San Francisco, Chicago, Nueva York y Los Ángeles no son lugares seguros y los vamos a enderezar uno por uno y es un frente muy importante para ustedes, es también una guerra, una guerra interna”.
En lo que ha sido considerado el más lamentable discurso de Trump (Ben Méiselas, en MeidasTouch Network), este señaló que “vamos a usar estas ciudades peligrosas como campo de entrenamiento para nuestros militares”.
En opinión de Ben Rhodes entrevistado por Tommy Viator, lo más amenazante es que el guion autoritario que está siguiendo Trump llegue a los militares: “hablar de enemigo interno, invasión interna, gente sin uniforme (o sea ciudadanos) son ideas profundamente fascistas” (“Trump’s Terrifying Speech”, Pod Save America, 30/9/25).
Como lo dijo Wolff, “el ejército que se organiza y comete atrocidades en el extranjero, tarde o temprano regresa a casa” (Glenn Diesen, 15/9/25).
En efecto, Trump envió a la pacífica ciudad de Portland, en Oregón, las tropas necesarias contra los “terroristas domésticos”, autorizando fuerza total (letal) en esta guerra imaginaria, lo que rompe una tradición de larga data (1870) que prohíbe el uso de soldados para problemas domésticos.