a reciente noche del sábado 13 de septiembre de 2025, la incomparable trompetista inglesa Alison Balsom se presentó en la legendaria última noche de los conciertos Proms de la BBC, en el londinense Royal Albert Hall, para tocar el Concierto para trompeta de Johann Nepomuk Hummel, acompañada de Elim Chan dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de la BBC. Esa fue su despedida de los escenarios, después de dos décadas y media de una deslumbrante carrera pública y casi cuatro décadas desde que tomó en sus manos su primera trompeta. Con 46 años de edad, su decisión representa un retiro en la cúspide absoluta de su carrera, una carrera que la vio posicionarse desde muy temprano como la intérprete preeminente de su instrumento en nuestro tiempo. Una vez que su trayectoria despegó, Balsom nunca miró hacia atrás, y rápidamente se convirtió en la gran estrella de la trompeta clásica, aunque también abordó otros géneros y estilos. Lo que muy poca gente sabe o recuerda es que poco antes de ese despegue definitivo, Alison Balsom vino a México a tocar en noviembre de 2006. La prestigiada revista inglesa Gramophone la había destacado poco antes como “una superestrella del mañana”, y Balsom se presentó en la Ciudad de México con la Orquesta del Nuevo Mundo para interpretar, de manera impecable, música de Händel y Scarlatti, y el indispensable Concierto para trompeta de Haydn. Sobra decir que fui corriendo a escucharla y esa noche, gracias a los buenos oficios de Bob Schwendeman, por entonces gerente de la orquesta, pude tener un breve y fructífero coloquio con ella, entonces de 27 años de edad, cuyo resultado fue publicado en estas páginas el 2 de diciembre de 2006. Hablamos de sus tutores, de su repertorio, de las distintas trompetas de su arsenal, de sus primeros discos (por entonces había grabado sólo tres), de sus trompetistas favoritos (Hardenberger, Marsalis, Gillespie, Friedrich) y de sus planes inmediatos. Sobre sus interpretaciones en ese concierto, escribí entonces: “Ataques precisos y seguros, un legato de gran control y expresividad, articulaciones dobles, triples y hasta cuádruples de gran limpieza y un sonido de amplia gama dinámica fueron las características perceptibles en la actuación de Balsom”.
La revista Gramophone no se equivocaba, y lo que percibí esa noche no hizo más que crecer y perfeccionarse, y poco después, Alison Balsom ya era la superestrella pronosticada. Diecinueve años más tarde, hizo una interpretación potente y luminosa de Hummel para decir adiós con enorme elocuencia. Como antídoto contra su ausencia de los escenarios, deja tras de sí la herencia tangible y audible de una discografía ejemplar, colección indispensable para entender el desarrollo y evolución del repertorio para la trompeta. Ahí hay, en el extremo antiguo del repertorio, música de Sweelinck y de los barrocos básicos, en versiones originales o transcripciones: Vivaldi, Torelli, Tartini, Händel, Purcell, Scarlatti, Marcello, Albinoni, así como un cedé monográfico dedicado a Bach. Y con ellos, algunos menos conocidos, pero ciertamente interesantes, como Lazzari, Jacchini o Melani. Ahí están, también los conciertos fundacionales del repertorio: Haydn, Hummel, Neruda, Torelli, Fasch, Arutiunian. Y como complemento ideal, espléndidas versiones de música más nueva y de una amplia variedad de estilos y lenguajes: Hindemith, Lindberg, Maxwell-Davies, Martinů, Bernstein. Piazzolla, Legrand, Kosma, Reihhardt, Messiaen, Tomasi, Eben, Takemitsu, McMillan, Zimmermann. A lo largo y ancho de esta discografía, Alison Balsom toca sola, con piano, con órgano, con ensamble de cámara, con dotación de jazz, con orquesta sinfónica; y en algunos de sus registros de música barroca toca la trompeta natural, instrumento que llegó a dominar con la misma excelencia que las modernas trompetas de pistones.
Ante su categórica afirmación de que nunca volverá a tocar en un escenario, queda flotando la esperanza de que algún día decida entrar de nuevo al estudio de grabación; cosa poco probable porque, como ella misma lo ha dicho con la lucidez y honestidad que siempre la han caracterizado, “una no se puede dedicar un poquito a la trompeta”.
En vez de lamentar el retiro de Alison Balsom, la gran dama de la trompeta, prefiero celebrar su carrera y su legado escuchando una vez más su discografía entera y mirando los numerosos videos de sus interpretaciones de obras que no grabó. Recomiendo enfáticamente a mis lectores hacer lo mismo; les esperan largas horas de gozo incomparable.