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Los sueños libertarios de Laura Itzel
H

ace ya mucho tiempo, en 1965, tuve una gratificante conversación con el gran artista y arquitecto Juan O’Gorman, y recordemos que en este año se conmemoran los 120 años de su natalicio. En esa plática aquel famoso pintor me instruyó mucho acerca de la marcha del socialismo y los avances de los trabajadores en todo el planeta. Casi 20 años después, con sorpresa y desagrado leí una entrevista que O’Gorman concedió a una reportera de la revista Claudia, que era editada por un diario de circulación nacional. Ahí, ese famoso artista mostraba una enorme depresión y de hecho se refería a la inutilidad de su propia obra. Esa lectura me convenció de que el ilustre colega de Diego Rivera tenía ideas suicidas y poco tiempo después me enteré que se había quitado la vida en 1982.

Juan se había percatado del avance impetuoso del capitalismo más rapaz en el mundo y el repliegue cada vez mayor de la izquierda organizada, así como del derrumbe del llamado socialismo real; se vio envuelto en la depresión y perdió la brújula existencial.

En 1990 la arquitecta Laura Itzel Castillo fue candidata por parte del Partido de la Revolución Democrática a la Asamblea de Representantes del Distrito Federal. Fui nombrado su suplente por la misma organización partidaria. Sabía de la existencia de Laura porque había sido integran-te de los ya fenecidos Partido Mexicano de los Trabajadores y el Partido Mexicano Socialista. Sabía de sus trabajos arquitectónicos en el Centro Médico Nacional Siglo XXI y en relación con las viviendas de los trabajadores en la Universidad Autónoma Metropolitana. Naturalmente, estaba enterado de que era hija de un excelente ingeniero y notable luchador social, el cual, como se sabe, respondía al nombre de Heberto Castillo.

Al conocer a Laura, al principio de la década de los años 90, me sorprendió que ella no fuera una izquierdista apoltronada y apolillada como muchas personas que presumen ser de esa afiliación política. Detrás de su apariencia de chica graduada en unauniversidad privada, se hallaba una enardecida y ardiente militante política que luchaba incansablemente por la materialización de sus sueños libertarios, elementos oníricos en los cuales la emancipación de los trabajadores llega a ser completamente real. En la campaña para la Asamblea de Representantes fui yo el que a duras penas seguía la marcha de Laura en pos de sus expectativas libertarias.

Hoy Laura pertenece al partido Morena y es la presidenta del Senado de la República. Ella sabe que esa agrupación política es resultado de un movimiento popular en el cual hay un amplio número de luchadores sociales, pero también abundan “chapulines”, arribistas y logreros que pueden llevar a la fuerza morenista a caer en el precipicio de la perredización, si es que Morena no logra ser un motor fundamental en la organización de los trabajadores desde abajo, lo cual no se logra simplemente mediante un conjunto de programas sociales, ya que estos son mecanismos reformistas otorgados desde la cima del poder político. No se trata solamente de reclutar simplemente a muchos mi-llones y partidarios, sino que estos lleven a cabo tareas esenciales marcadas en un programa político, el cual debe ser elaborado en plena democracia interna.

Es de suma importancia añadir algo esencial: el Senado es la institución clave en lo que atañe a la política exterior del gobierno mexicano. En este marco es imprescindible el apoyo al pueblo palestino que actualmente padece un genocidio perpetrado por el gobierno de Israel y si este continúa efectuándose, toda la política mundial favorable a la autodeterminación de los pueblos se vendrá abajo y se abrirá la puerta a otros genocidios; no olvidemos al respecto que en los Estados Unidos existen supremacistas blancos que no sólo exigen las deportaciones de nuestros compatriotas y otros grupos de migrantes radicados en ese país, sino que incluso abogan por su eliminación física y sobre ese particular tenemos suficientes pruebas en el Seminario Permanente de Estudios Chicanos y de Fronteras, departamento académico del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Laura sabe muy bien que lo que pasa en la franja de Gaza es un crimen atroz y me parece que debería pronunciarse por una ruptura de relaciones con el gobierno de Netanyahu.

Laura no ha perdido su llamarada interna como la perdió Juan, y estoy seguro de que vivirá con ella en toda su pletórica existencia.

* DEAS-INAH