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Trabajo doméstico y de cuidados recae sobre todo en mujeres indígenas y afros

Especialista muestra el racismo que, aunado al machismo, acompaña a estas actividades

 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de septiembre de 2025, p. 8

Para liberar el tiempo de las muje-res se requieren reconocer, redistribuir y reducir los cuidados, así como “desracializar” estas labores, propuso la doctora Rosa Campoalegre Septien, coordinadora del grupo de trabajo Afrodescendencia y Propuestas Contrahegemónicas del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).

La feminista afrocubana, rectora de la Universidad de la Diáspora Africana, dijo a La Jornada que la mayoría de las mujeres que realizan trabajo de cuidados y doméstico no remunerado están racializadas: son indígenas o afrodescendientes, y además de efectuar en mayor medida esas labores, cuando desempeñan cuidados remunerados reciben menos paga que las no racializadas.

La directora de la Cátedra Mandela en Cuba, planteó que las mujeres afro en general enfrentan “más barreras y, más que brechas de género, abismos de género y raza, con menos acceso a las aulas, a la economía y al mundo digital. No todas las mujeres negras racializadas estamos en las mismas condiciones, pero somos mayoría en la matriz de desigualdad. Hay que romper con eso”.

La encuesta Mujeres que cuidan: Los cuidados desde una mirada interseccional (2023), del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, refiere que las indígenas y afromexicanas en contextos rurales, además de los cuidados familiares, asumen también los comunitarios y otros derivados de la falta de servicios en sus localidades, las que generalmente experimentan pobreza y pobreza extrema.

Ellas realizan trabajo en el campo, de producción de alimentos, cuidado de animales de traspatio, van por el agua o la leña y llevan a cabo actividades comunitarias y culturales afines a su cosmovisión.

Asimismo, el análisis expone que ellas conciben el cuidado como una práctica para el bien común, lo que abona a la cohesión, sentido de pertenencia y protección de sus comunidades, pero también “contribuye a su sobrecarga y pobreza de su tiempo para el descanso, el cuidado de la salud o el desarrollo de otras actividades económicas, educativas o culturales de su interés”. Asimismo, enfrentan fuertes resistencias para redistribuir los cuidados dentro de los hogares.

Para las mujeres afromexicanas, indica el documento, “la sobrecarga del trabajo de cuidados se agudiza debido a que se encuentran en municipios con las tasas más bajas de provisión de servicios públicos bási-cos”, y también por el “sentido de barrio” y lazos de comadrazgo que se extrapolan a la colectividad.

En otro sondeo de la Oficina Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe sobre necesidades, demandas y recomendaciones de las mujeres afrodescendientes sobre los cuidados, expone que la principal demanda es promover su participación en los espacios de toma de decisiones.

“Necesitamos que se creen mesas de diálogo, tomando en cuenta las organizaciones de mujeres afro, las cuales nos beneficien a nivel de salud, economía, educación, política, justicia, participación activa”, indican personas encuestadas.

Entre las principales necesidades sobre cuidado, 19.2 por ciento están relacionadas a la salud, actividades no remuneradas que ellas realizan para cuidar a personas enfermas.

Eso dificulta su acceso al mercado laboral y, para las más jóvenes, interfiere en sus estudios. Además, la sobrecarga de este trabajo no remunerado incide en su salud física y mental, mientras el racismo, la discriminación y la violencia disminuyen su acceso a servicios en 33.8 por ciento.