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De reversa
E

n diciembre de 2024, el último mes de Joe Biden en el gobierno y después de seis meses de campaña antinmigrante de Trump, pasaron la frontera y se entregaron a la migra 301 mil migrantes, en tan sólo el mes de diciembre. Eran de diferentes países, pero principalmente latinoamericanos y caribeños, muy pocos mexicanos.

Tenemos vetado usar términos como avalancha u oleada, menos aún estampida, cuando hablamos de migración, pero fueron números totalmente excepcionales y nunca vistos. Cuando Trump chantajeó a México con aranceles, en 2019, los detenidos por la migra habían llegado a 100 mil y se armó el escándalo. La amenaza de la segunda llegada de Trump al poder indujo a centenas de miles de migrantes a cruzar la frontera, como su última oportunidad, antes de que la puerta se cerrara. Tenían razón.

Además de los latinoamericanos, también llegaron decenas de miles de migrantes desde Asia y África. La Unidad de Política migratoria reporta, para 2024, la detención de 67 mil asiáticos y 58 mil africanos. Para darnos una idea, en 2014 no se registraron migrantes de Senegal, Mauritania y Guinea. Diez años después, se detuvo a 8 mil de Senegal, 9 mil de Mauritania y 4 mil de Guinea. Un año después, con la llegada de Trump, el tránsito de africanos por México se redujo sensiblemente y en ninguno de estos países llegan a 800 los detenidos, cuando antes hablábamos de varios miles.

Hay que reconocer que el monstruo naranja cumplió con su promesa de cerrar la frontera. En la actualidad, los detenidos por la migra no pasan de 20 mil al mes. Su campaña antinmigrante tuvo repercusión mundial y el tránsito de migrantes se redujo notablemente; el último reporte de los que pasan por el Darién, en Panamá, informa que en lo que va del año se registró a mil 700 migrantes y que el tránsito se ha reducido en 93 por ciento. En la frontera, el tránsito indocumentado se redujo en 95 por ciento.

La otra promesa, de deportar a 12 millones de migrantes, es más complicada, y Trump y sus secuaces se han enfrentado a conflictos con las comunidades, algunas autoridades, agroproductores, abogados, iglesias y, principalmente, con el sistema de justicia.

No obstante, los términos y las estadísticas han cambiado. El último informe del Pew Hispanic para 2023 reporta un total de 14 millones (falta 2024), de los cuales hay 8 millones de migrantes no autorizados y 6 millones con algún tipo de protección. Como se aprecia, son dos grupos: el primero está sujeto a deportación y el otro ha accedido a algún tipo de programa, como el CBP One; ostentan algún tipo de parole humanitario o de trámite judicial. Es posible que esta cifra integre a los diferentes TPS o migrantes de estatus temporal protegido y a los dreamers, pero no lo especifica. Como quiera, todos éstos tienen un estatus “crepuscular”, es decir, que pronto quedarán en la oscuridad y pasarán al otro grupo.

No sabemos cuántos migrantes conforman la población flotante, que no en tránsito, que se quedó varada en México. Muchos pasaron al otro lado; la prueba está en que sólo en el mes de diciembre de 2024, la migra registró 301 mil “encuentros”. Pero a otros los vemos todos los días en las calles, haciendo colas para trámites o incluso marchando en caravanas.

Muchos se van a quedar en México: ya gastaron en el viaje, hicieron el intento de cruzar y no pudieron o fueron deportados, con esos arreglos raros que se hicieron con López Obrador, de recibir migrantes extranjeros. Finalmente, si hoy en día quieres cruzar la frontera, te arriesgas a quedar atrapado en un centro de confinamiento por varios meses y hasta ser deportado a un país como Sudán, como le pasó a un mexicano y otros ocho migrantes.

En Estados Unidos ya no se aplica ningún tipo de parole humanitario, aunque un juez dictaminó recientemente que el derecho al asilo sigue vigente si se ingresa al territorio, aunque sea de manera irregular. Pero el nivel de arbitrariedad, intolerancia, fanatismo y racismo de Trump ya no tiene límites. Si este sujeto ataca a las universidades de élite, al Museo Smithsoniano, al gobernador de California, a la Reserva Federal y a tantos otros, qué se puede decir de los migrantes, a los que considera invasores y criminales.

Por eso, muchos migrantes han puesto reversa y están de regreso en sus países de origen. Incluso en el caso de personas establecidas por décadas, se están decidiendo por el retorno voluntario. El miedo es tal, que muchas familias de migrantes están poniendo en orden sus papeles para estar preparados en caso de una eventualidad. Están sacando actas de nacimiento, certificados de estudios, pasaportes mexicanos y estadunidenses, ordenan sus cuentas y designan beneficiarios.

Muchos migrantes indocumentados han comprado casas, son propietarios o tienen hipotecas; otros tienen coches y vehículos de trabajo; otros más, tiendas o negocios, y están en riesgo de perder su patrimonio si son deportados. Pero lo que más les preocupa son los hijos menores, que pueden quedar en total indefensión, incluso siendo ciudadanos estadunidenses. De ahí, que muchos migrantes estén pensando en poner reversa.