La coreografía se basa en el texto La tiricia, de Rubén Luengas // Se monta en los recién activados teatros Tepeyac y Legaria de IMSS-Cultura
Viernes 5 de septiembre de 2025, p. 5
Se dice que uno de los remedios para curar la tiricia, o enfermedad del alma, es recoger flores blancas y tirarlas en un río. Flores blancas (Cuando llorar no se puede), obra unipersonal de la bailarina Paula Villaurrutia, habla de ese tema universal, ya que “todo ser humano ha pasado por situaciones de tristeza o ansiedad”.
Aunque ese estado en que se entristece el corazón es bien conocido en comunidades y pueblos originarios, la coreógrafa se basó en el texto La tiricia, de Rubén Luengas, músico oaxaqueño oriundo de la región mixteca. Villaurrutia tiene familia en Guerrero, donde “es muy común decir: ‘anda tiriciento’”.
Estrenada en 2018, Flores blancas, que surge de algunos géneros de la danza tradicional, pero desde un abordaje contemporáneo, vuelve a pisar los escenarios, ahora en los recién reactivados teatros Legaria y Tepeyac. Hacia ese efecto, Villaurrutia respondió a la convocatoria Escenarios IMSS-Cultura, y su coreografía fue una de las 100 propuestas de teatro y danza elegidas para presentarse.
Villaurrutia, miembro actual del Sistema Nacional de Creadores de Arte, se formó dentro de la danza folclórica. También se interesó por los géneros tradicionales, con la idea que la folclórica ya es una danza escénica y académica. Sin embargo, los géneros tradicionales son “los que siguen vivos en diferentes culturas, comunidades y regiones”. Fue a partir de su acercamiento a estas “dos visiones” que comenzó a formular una propuesta con la idea de tocar temáticas “humanas, emocionales, además de buscar una voz propia”.
La artista es autora de varias obras en las que habla desde un “abordaje escénico contemporáneo”, sin olvidarse de estos lenguajes tanto folclóricos como tradicionales que son los que me gustan y que ejercí desde temprana edad”. Como bailarina, participó en compañías folclóricas; sin embargo, en cierto momento sintió la necesidad de “compartir mis mundos”. Fue cuando empezó a trabajar sola.
“Ya no me sentía identificada con aquellas estéticas nacionalistas y folclóricas que suceden principalmente en las compañías. Quería contar historias sin olvidar aquellos lenguajes y géneros que son de mi agrado.
“Desde allí emprendí esta búsqueda en la que procuro alejarme de los discursos y la representación, en favor de lo que quiero contar como intérprete. No me interesa decir que así se baila en Veracruz, Jalisco o Guerrero; sin embargo, sí utilizo estos géneros, aunque desde un conocimiento y una interiorización de ellos.”
Más que una estampa de folclor
En Flores blancas, por ejemplo, “bailo son huasteco, son jarocho, chilena y son arribeño, pero con un medio para contar una historia. No son el fin. Mi danza parte desde allí. Sé cómo se baila la chilena, conozco su lenguaje, y desde allí me permito dar una interpretación e incorporar otros movimientos que ayudan al personaje a contar una historia”.
La puesta en escena no es una “estampa folclórica”. Se va a presenciar “la historia de una mujer que pasa por este episodio, pero desde lenguajes del son jarocho, la chilena y el son arribeño. Mi propuesta transita y dialoga tanto con la escena contemporánea como con la tradición y el folclor. Digamos que une”.
Esta propuesta “diferente” va más allá de un “Viva México o de patriotismos”. Los géneros mencionados “nos hablan de dolor, de felicidad; es decir, de la vida humana”.
Como decía Eugenio Barba, “no me importa si es danza o teatro, quiero vivir la experiencia humana. Eso es lo que pretendo mostrar más allá de si es folclor o contemporáneo o qué. Hablamos de una experiencia humana”. En la obra de 50 minutos de duración “se resignifican elementos como el cabello, la trenza y un telar de cintura”.
Flores blancas se acompaña de música original, cuyas composiciones y arreglos especiales son de Ulises Martínez, mientras la escenografía es de Patricia Spiros y la dirección escénica de Enrique Valencia.
Villaurrutia adelanta que a mediados de octubre próximo estrenará una nueva obra en el Teatro de la dDnza, “igual con estas temáticas tradicionales, aunque introspectivas”.
Las funciones de Flores blancas (Cuando llorar no se puede) serán hoy (18 horas), mañana y el domingo (13 horas, en ambos casos) de septiembre en el teatro Legaria (Calzada Legaria, esquina Lago Gran Oso, colonia Pensil). En el teatro Tepeyac (calzada de Guadalupe 497, colonia Estrella) serán los días 16 (10 horas) y 17 de septiembre (10 y 16 horas), y la entrada es gratuita para todas las funciones.