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Desde otras ciudades

Lido de Venecia y la presencia mexicana en el festival de cine

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▲ Cartel de la edición 82 del Festival de Cine de Venecia en el centro de la isla de Lido.Foto Alia Lira Hartmann
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l Festival Internacional de Cine de Venecia, la muestra cinematográfica más antigua del mundo y una de las más influyentes junto a Cannes y Berlín, celebra en 2025 su 82ª edición en el majestuoso escenario de Lido, del 27 de agosto al 6 de septiembre. Esta isla, ubicada al este de Venecia, es una franja de 12 kilómetros de largo y 4 de superficie. Más allá del festival de cine, es un pequeño territorio con hoteles que ofrecen sol y mar y donde algunos italianos han adquirido inmuebles para salir del bullicio de las grandes ciudades.

El León de Oro (un león con alas, símbolo de Venecia) máximo galardón del festival, no sólo premia la excelencia artística, también marca tendencias globales: lo que es premiado en Venecia suele ser el compás en la temporada de premios que culmina en Hollywood con el Oscar. Además de la competencia oficial, el festival ofrece secciones paralelas de gran relevancia, como Horizontes, dedicada a propuestas más radicales e innovadoras, y Venice Classics, que rescata obras restauradas del patrimonio cinematográfico mundial. Esta mirada hacia el futuro sin perder de vista la memoria del cine, es uno de los sellos más distintivos de Venecia.Una vez más, el certamen se vuelve termómetro del cine contemporáneo y escaparate de apuestas estéticas, narrativas y políticas, tanto de cineastas consolidados como de talentos emergentes. Y, como en los últimos años, México tiene una presencia notable que confirma la madurez y proyección global de su cine.

El nombre que más resuena es el de Guillermo del Toro, quien regresa a Venecia como figura clave, no sólo por el estreno de su esperado filme Frankenstein, sino también como referente cultural que impulsa a nuevas generaciones de cineastas latinoamericanos. Del Toro, quien ha encontrado en el festival un espacio natural para presentar su obra, encarna el vínculo entre la tradición autoral y la reinvención constante del cine. Su primera participación aquí fue en 1997.

El cine mexicano brilla en un escenario de primera línea. En la sección Horizontes se exhiben dos películas realizadas por jóvenes directores que exploran la identidad, la migración y la memoria histórica desde narrativas arriesgadas. Asimismo, un documental coproducido entre México y España sobre las comunidades fronterizas se presenta en la categoría Venice Days, donde se privilegia la experimentación y el compromiso social. La participación mexicana no se limita a la pantalla. En las charlas y foros paralelos del festival, productores y guionistas nacionales discuten sobre el impacto de las plataformas digitales y la inteligencia artificial en la industria en que se discuten las formas tradicionales de producción, distribución y consumo de cine. Para México, estar en Venecia significa más que un logro artístico: es la oportunidad de insertarse en el mapa cultural europeo, de tender puentes con el mercado internacional y de mostrar la diversidad de sus voces creativas.

Venecia es una plataforma de impacto mundial donde el debate sobre lo que significa hacer cine en el siglo XXI abre innumerables cuestionamientos cuyas respuestas no siempre se logran encontrar. Con su inconfundible mezcla de historia, sigue siendo el festival de cine más antiguo del mundo, donde se combinan arte y modernidad. Aquí se prefiere usar el término Muestra de Cine, más que festival; la Mostra se inserta en una institución cultural, la Bienal de Venecia fundada en 1895, en donde se presentan, cada dos años, eventos alrededor de la danza, el arte, la arquitectura, la música y el teatro. En cuanto al cine, demuestra que éste no es un simple entretenimiento, sino un espejo en el que se reflejan las tensiones, los sueños y las contradicciones del mundo y nos ubica en nuestra muy particular posición política.

Alia Lira Hartmann, corresponsal