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Novela entrelaza la tradición mágico-religiosa con los trastornos mentales
 
Periódico La Jornada
Jueves 7 de agosto de 2025, p. 5

Escribir es un trabajo peligroso emocionalmente, sobre todo cuando construyes una historia con personajes desesperados, desamparados, al borde de la locura, apuntó Berenice Andrade Medina, autora de Nadie recuerda su propia muerte, novela ganadora del premio Mauricio Achar Random House 2024.

En entrevista con La Jornada, explicó que el mayor reto de esta obra fue manejar la carga simbólica y los elementos biográficos que surgieron durante el proceso creativo. Aunque no es una obra autobiográfica, como ocurre con muchas primeras novelas, viene de un lugar muy personal, donde hay que escarbar en las propias emociones y atreverse a plasmarlas.

Recordó que alguna vez tomó un taller con el escritor Martín Solares –autor de Los minutos negros–, quien le dijo: Hay que atreverse a matar a la propia madre. Yo me lo tomé muy en serio, y aunque mi madre y mi familia están vivos, las de Gregoria, no.

Con humor negro, Nadie recuerda su propia muerte entrelaza la tradición mágico-religiosa del Istmo de Tehuantepec con la experiencia contemporánea de los trastornos mentales. En ella se explora la historia de una familia marcada por el duelo, la enfermedad y las herencias invisibles.

Es la historia de Gregoria, cuya familia casi entera ha muerto, aparentemente por una maldición, y ella comienza a sentirse perseguida por esa misma fuerza. Impulsada por la duda, intenta confiar en la siquiatra, que le dice que todo puede tratarse con medicamentos, explicó Andrade Medina.

Pero sus creencias, el miedo y su orfandad la llevan de vuelta al pueblo donde viven sus abuelos para buscar respuestas. Hay una disonancia cognitiva: no saber si creerle a la ciencia o a sus creencias arraigadas, agregó.

La región del Istmo, y en particular Reforma de Pineda, Oaxaca –de donde es originaria la familia materna de la autora– tuvo un papel clave en el universo narrativo. “Viví un año ahí durante la infancia. Era parte de mi cotidianidad observar a mi abuela con huipil y trenzas, escuchar sones en las fiestas, convivir con las tradiciones locales. Todo eso se metió muy profundo en mi inconsciente.

“Fue algo natural escribir desde ahí. Me fue sencillo retomar rasgos, lenguajes, oralidad…, y combinarlo con figuras fantásticas.”

La novela alterna entre dos voces narrativas. Usé la primera persona para transmitir la sensación de encierro emocional de la protagonista; quería que el lector sintiera lo que pasa dentro de su cuerpo y su mente. En cambio, la tercera persona me permitió contar la historia familiar que la antecede y que la llevó al punto desde donde arranca la novela.

La autora consideró que el proceso para dar vida a Nadie Recuerda su propia muerte estuvo basado en el diálogo, lecturas, y retroalimentación con su editora Eloísa Nava.

Por supuesto, el autor escribe, pero los demás, con sus lecturas, ayudan a construir la obra.

Con la publicación de este libro, siente que ha construido un cuarto propio simbólico, que espera se convierta en una casa.