
Sábado 19 de julio de 2025, p. a12
El nuevo disco de Jan Garbarek es un puente suspendido en el aire. Nos conduce a donde queramos porque lo podemos abordar en cualquier punto ya que no tiene ataduras. Comienza en el aire y ahí termina. Nuestros pasos lo completan.
Es como una alfombra mágica pero es un puente. Conecta.
También, es una nube. Sabemos que las nubes son puentes. No tienen punto de inicio en la tierra ni punto de llegada a otra superficie. Simplemente flotan en el aire.
Del saxofón de Jan Garbarek salen volutas, nubes, puentes.
El sonido Garbarek es reconocible hasta en sueños y como este su nuevo disco se llama Praise of Dreams, tenemos frente a nuestros oídos un ritual, un oficio, una ceremonia, un elogio de los sueños. Una alabanza.
Suena a oboe, a una versión aérea de la latería que sale de un clavecín. Suena a hoja soplada con los labios y produce cosquillas. En los labios y en la epidermis toda. Suena también a chirimía.
Suena a un dejo de locomotora a lo lejos. Se escucha como un clamor del bosque movido imperceptiblemente por el viento. Cada ave que canta entre las ramas es una nota salida del sax soprano de Jan Garbarek.
El álbum Praise of Dreams fue grabado hace 20 años. Ya es costumbre en Manfred Eicher, ese genio a quien debemos ya multitudes de genios de la música pues él descubrió a Jan Garbarek y lo hizo célebre igual que descubrió e hizo héroe a Keith Jarrett y Arvo Pärt y tantos otros. Ya es costumbre en Eicher, decíamos, grabar discos y guardarlos para mejor ocasión.
Igual da: 20 años no es nada, así que el nuevo disco de Jan Garbarek es novísimo, pues no ha pasado nada desde hace dos décadas para acá que impida darlo a luz para que suene a puente, nube, locomotora.
El productor de la mejor disquera del planeta, el sello ECM, puso a sonar tres puentes para conectarlos entre ellos y crear laberintos en el aire: el sax soprano de Jan Garbarek, la viola de Kim Kashkashian y las percusiones de Manu Katché.
Esos tres personajes casi míticos crearon sonidos que suenan en sueños. Y como en los sueños el tiempo se acorta, se alarga y desaparece y se transforma en otro sueño, Garbarek intercambia su sax soprano por sax tenor y luego hace sonar sintetizadores y samplers y percute objetos varios, mientras Kashkashian trae sonidos de la tierra de sus ancestros, Armenia, para que Katché cache volutas, nubes y sirenas y las deposite en los pabellones de sus tambores y es así como el sueño ha comenzado.
Once composiciones de Jan Garbarek comprende esta novedad discográfica en una unidad temática donde hay momentos torbellino por igual que oasis, tundra y mucho territorio de hielo y nieve, paisaje sonoro que caracteriza el sonido Garbarek, noruego.
Las raíces étnicas de estos tres músicos explican los muchos momentos de folk, las muchas estancias de baile y jolgorio, los muchos sabores reconocibles.
La pieza inicial, As Seen from Above, reúne esos momentos calmos por igual que la vorágine y el alboroto campesino. Las notas altas en el sax soprano de Jan Garbarek arrebatan, mientras Manu Katché tiende mirra, polen y miel en un alboroto suave de percusiones que envuelven, atan y desatan los andares del sax.
La violista de origen armenio Kim Kashkasian participa en los tracks numerados pares de este disco y establece así un equilibrio de piezas telúricas, a cargo de Katché y momentos de reposo, en la viola de ella.
El efecto hipnotizante del sonido Garbarek está patente y latente en la pieza 4, de título Knot of Place and Time, mientras que el más puro folk se escucha en la siguiente, If You Go Far Enough.
La pieza 6, Scene from Afar, suena totalmente a Nino Rota. No es casual que su título la vincule con el arte cinematográfico. Toda la música de este disco tiene un poder sinestésico tal que podemos ver imágenes todo el tiempo y se mueven en cámara lenta o bien transcurren como en un sueño.
La pieza 9, Iceburn, es un espacio interminable, horizontal por completo, pleno de hielo que quema (iceburn), duro. Son notables los diálogos entre la viola de Kim Kashkashian y el sax soprano de Jan Garbarek, son como arias de ópera, quemantes y sonantes.
Las colaboraciones entre Kashkashian y Garbarek tienen momentos que rebasan lo sublime, como una grabación ECM con el Hilliard Ensemble y la Münchener Kammerorchester y música del compositor armenio Tigran Mansurian en especial la pieza titulada ...y luego estuve otra vez en el tiempo
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Kashkashian cuenta entre su intensa discografía otra joya que recomiendo aquí nuevamente: Rothko Chapel, música de otro genio: Morton Feldman, además de partituras de Erik Satie y John Cage.
En Spotify aparece como nuevo álbum lo que es en realidad un set listing y que aquí también recomiendo, se titula Substancial y consta de 46 piezas de distintas épocas creativas de Jan Garbarek. Son 4 horas y 24 minutos de alta intensidad, placer, profundidad de pensamiento y música inigualable.
Escuchar este set listing es repasar la trayectoria completa de Jan Garbarek. Tanto para los conocedores como para quienes lo descubrirán, cada track es una invitación a visitar el álbum al que pertenece esa pieza.
No hay ninguna duda de que el mejor disco de Jan Garbarek es el que grabó en el monasterio de Propstei St. Gerold en Austria, en septiembre de 1993 con el cuarteto vocal Hilliard Ensemble.
Ese disco atesora piezas litúrgicas antiguas, datadas entre los siglos XII al XVI, de autores anónimos la mayoría de ellas y algunas de celebridades como Perotinus Magnus y Cristóbal de Morales.
La combinación del sax soprano de Jan Garbarek con cuatro cantantes, uno de ellos contratenor, es sencillamente sublime. Desde que salió, se han vendido millones de copias y hubo secuelas: el disco Mnemosine, en 1999; después, Officium Novum, en 2010 y Remember me, My Dear, en 2019.
El set listing titulado Substancial incluye once de las quince piezas del álbum Officium.
El otro disco de Jan Garbarek en este listado es Visible World, con seis intervenciones y es que para muchos representa la quintaesencia de este músico noruego. Al igual que el nuevo disco que hoy nos ha ocupado, In Praise of Dreams, el álbum Visible World tiene una intención visual. Conjunta algunos de los músicos con quienes ha grabado muchos discos imprescindibles: el pianista alemán Rainer Brüninghaus, su paisano el contrabajista Eberhard Weber, la percusionista Marilyn Mazur, el omnipresente Manu Katché, el tablista Trilok Gurtu y la cantante noruega Mari Boine.
El disco In Praise of Dreams tiene cuatro intervenciones y hay otras piezas que ameritan recomendar nuevamente discos que ya hemos reseñado en este espacio: el fabuloso Ragas and Sagas, con Khyal Ustad Fateh Ali Khan y, nuevamente, Manu Katché.
Y hay un disco que recomiendo con harto entusiasmo y gozo porque es mágico, como se nombraron los músicos que lo grabaron: Magico, sin acento, y el disco se titula Carta de amor, en español y los músicos involucrados son Jan Garbarek, Charlie Haden en el contrabajo y un músico que es uno de esos gigantes enigmáticos que hace mucho no aparece en público ni en disco y cuya discografía y presencia son apabullantes. Me refiero al gran maestro brasileño Egberto Gismonti, ante quien rindo reverencia y es el autor de la mayor parte de la música de Carta de amor, toda ella bellísima, interpretada por él a la guitarra y de pronto canta y toma un piano y arrebata el mundo y nos lleva a los confines de la belleza.
La pieza segunda de este disco mágico, Carta de amor, es epopéyica por bella y contundente. Se titula La Pasionaria y pertenece al repertorio que Charlie Haden armó cuando formó su legendaria Liberation Music Orchestra, donde desarrolló sus temas sociales, comunista como era el buen Charlie y cuya pieza de entre ese repertorio es una de mis favoritas: Song for Che, donde hace claras referencias a la obra fuente: Hasta siempre, del cubano Carlos Puebla, insertando fragmentos del audio original (Aquí se queda la clara / la entrañable transparencia / de tu querida presencia / Comandante Che Guevara), y así la pieza La Pasionaria, del disco Carta de amor, es entrañable, transparente...Tan querida la presencia de tu música, mi querido compadre noruego don Jan Garbarek.