no. En todas las lenguas, la palabra libertad
suena vibrante y estentórea: ¡Dadme la libertad o dadme la muerte!
(Patrick Henry, Virginia, 1775), ¡Libertad, igualdad, fraternidad!
(Francia, 1789), ¡Tierra y libertad!
(Emiliano Zapata), etcétera. Pero junto con la lengua, la libertad depende de los usos del lenguaje. V. gr.: cualquier déspota puede obligar a sus esclavos a que canten himnos a la libertad
(Mariano Moreno, 1810).
Dos. Por otro lado, ¿quién no ha oído la expresión quiero ser libre para hacer lo que me venga en gana
? En cambio, raro es oír: quiero ser libre para ser democrático
.
Tres. La noción de libertad tiene sentido con regulaciones y normas que la encuadren democráticamente. Y acá empiezan las dificultades. Porque la libertad ha sido seriamente pensada y debatida, pongamos, desde la rebelión de Espartaco (73-71 aC), y la democracia moderna fue categóricamente definida por Abraham Lincoln, 11 siglos después: gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo
(1863). Y acaso por ello, fue asesinado.
Cuatro. Lincoln pertenecía al Partido Republicano, que en sus orígenes, a diferencia del Demócrata, era popular, estatista, industrialista, antiesclavista. Y con el tiempo, devino en ultraconservador, racista y mesiánico. Antivalores que republicanos y demócratas comparten cuando imponen sus intereses en el mundo. Es decir que hacia adentro son distintos, y hacia afuera recurren a métodos pacíficos, belicosos o genocidas, tanto da.
Cinco. Libertad y democracia. Bellas palabras que, con ayuda de Dios, son las favoritas entre los trastornados cíclopes guerreristas que conducen la política occidental. A más de aspirar al Nobel de la Paz. V. gr.: la imagen de Donald Trump en sus cuentas, con la leyenda “He’s on a mission from God”. O Benjamin Mileikovsky (Netanyhaju es un apodo hebreo que quiere decir Dios
), justificando el genocidio del pueblo palestino. Sin olvidar (no hay dos sin tres), al seudocatólico, seudoevangelista, seudopolítico, seudodemocrático y seudohumano Javier Milei, quien el mes pasado, en Jerusalén, recibió el llamado Nobel del mundo judío
… sin ser judío.
Seis. Hace unos días, en la provincia argentina de Chaco, Milei inauguró el megatemplo evangélico Portal de Dios, con capacidad para 20 mil personas. Acto que siguió con la Convención Mundial Invasión del Amor de Dios (sic), para oír al pastor hondureño-estadunidense Guillermo Maldonado, líder de la megaiglesia Rey Jesús (cercano a Trump) y cuestionado por sugerir a sus fieles que debían confiar en la inmunidad divina
, si contraían el covid-19.
Siete. Enemigo declarado del Estado y la política, Milei lidera La Libertad Avanza (sic), un engendro libertario
que nada sería sin el respaldo de los grupos económicos concentrados, y que durante la pandemia supo pescar en el río revuelto de jóvenes desencantados de la política.
Ocho. Los libertarios
del siglo XXI (o mejor dicho, libertaristas
), nada tienen que ver con los altruistas de otras épocas, y se rigen bajo las premisas pautadas en el decenio de 1980 por el llamado Consenso de Washington
(Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Departamento del Tesoro de Estados Unidos).
Nueve. Entre ceja y ceja, los libertaristas
embisten contra lo que ellos llaman ideología woke
(de awake
, despertar), término usado originariamente en EU por fuerzas socioliberales, habiendo sido hoy cooptado por las ultraderechas para desacreditar a los movimientos sociales de las izquierdas.
Diez. Las primeras expresiones del libertarismo neoliberal aparecieron con la Fundación Heritage (1973), organización republicana que durante el gobierno de Ronald Reagan (1981-89) empezó a promover la libertad individual, la libre empresa, el gobierno limitado, la defensa nacional y los valores tradicionales estadunidenses. Prédica que condujo al Proyecto para el Nuevo Siglo Estadunidense (PNAC, por sus siglas en inglés), que en 1997 propuso abiertamente la hegemonía suprema, militar y económica de la tierra, el espacio y el ciberespacio. Y en 2021, durante la primera presidencia de Trump, surgió otro think tank extremista: el America First Policy, fuerza influyente en el mundo de Make America Great Again
(MAGA).
Once. En síntesis, fundamentalismo de mercado sin más, y la mira puesta en una suerte de anarcocapitalismo
que en la gran propiedad privada y los mercados libres, vislumbra bases sólidas que garantizarían la libertad individual. Con lo cual, la democracia se convierte en convidada de piedra y, cuanto mucho, en mero liderazgo eficiente
(meritocracia).
Doce. Frente al callejón sin salida del mundillo occidental contemporáneo, no quedaría más que retomar la causa de Prometeo, personaje mitológico que, desafiando a los dioses, entregó a la humanidad el fuego de la verdadera libertad, a pesar del castigo divino.