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Desde otras ciudades

La basílica de San Antonio, en Padova, Italia

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▲ A 30 kilómetros de Venecia, en el vaporeto, se encuentra Padua, donde se puede apreciar la famosa basílica del santo que algunos ponen de cabeza.Foto Alia Lira Hartmann
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os restos de San Antonio de Padua, nacido en Lisboa en 1195 y fallecido en Padova el 13 de junio de 1231, se encuentran aquí; de hecho, Padua es el nombre castellano de esta ciudad al norte de Italia. Su basílica es uno de los principales centros de peregrinación del mundo católico y una joya arquitectónica que atrae a fieles y amantes del arte y la historia, reconocida por el Vaticano como santuario internacional.

Esta imponente iglesia también resguarda algunas reliquias de uno de los santos más venerados del cristianismo: la capa que envolvía sus restos mortales y la caja de madera que los transportaba. Una gran vitrina de cristal contienen la túnica de lana en piezas armadas del santo en color café oscuro.

San Antonio de Padua fue enterrado en la pequeña iglesia Santa María Mater Domini. El 8 de abril de 1263 el cuerpo fue llevado a la nueva basílica. Se documenta que al abrir el sarcófago se encontró conservada la lengua incorrupta. También está aquí lo que se asegura era su mentón.

Cada año, millones de peregrinos de todo el mundo vienen a agradecer algún milagro, pedir favores o rendir homenaje a un hombre conocido por su humildad, sabiduría teológica y compasión por los pobres. La tumba está en la parte izquierda de la iglesia, en un amplio lugar denominado la capilla del santo. Se eleva como un altar de 2 metros sobre el suelo. De hecho, fue construida hasta 1500 y tiene altorrelieves de mármol con episodios de su vida y milagros.

En cada lado cientos o tal vez miles de pequeñas fotografías de fieles están prendidas de dos paneles. También hay un buzón especial para depositar lo que se indica como súplicas particulares y también fotografías. A la entrada se encuentran unas pequeñas hojas de papel con la imagen del santo que inician con la consigna: Querido San Antonio, donde los fieles consignan sus peticiones en italiano, español, francés, inglés y alemán.

La basílica combina diversos estilos arquitectónicos, entre ellos el románico, el gótico y el bizantino. Este eclecticismo refleja el dinamismo cultural de Padua durante la Edad Media, cuando la ciudad era un importante centro universitario y religioso. Es también un verdadero museo de arte sacro. Se pueden admirar obras de algunos de los más grandes artistas italianos.

Destacan los relieves de Donatello en el altar mayor, una obra maestra del Renacimiento, que representa escenas de la vida de Cristo y del santo. También hay frescos, esculturas y capillas ricamente decoradas, como la del Tesoro y la de San Félix. Para los mexicanos y latinoamericanos, este templo es un punto de especial interés. La devoción a San Antonio está profundamente arraigada en la tradición popular de nuestros países, donde se le invoca no sólo como protector de los pobres, sino también como intercesor en la búsqueda de objetos perdidos… y de amores esquivos.

La mejor época para venir es a mediados de junio, durante su festividad el 13, cuando Padova celebra a su santo patrono con procesiones y un ambiente de fervor colectivo que conmueve incluso a los no creyentes.

Alia Lira Hartmann