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La Jornada Maya cumple 10 años
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l periódico La Jornada Maya cumple hoy 10 años. Fue el 6 de julio de 2015 cuando un equipo de periodistas publicó el primer ejemplar impreso y se editó también Kiintsil, la versión en lengua maya, que luce en la contraportada del diario.

Ahora, 10 años después, la península ha tenido un cambio notable. Antes, los tres estados eran gobernados por PRI, PAN y PRD; ahora provienen de Morena.

La construcción del Tren Maya ha realizado una nueva movilidad en todo el territorio. El crecimiento de la población es inminente, sobre todo en Mérida, que ha acogido a miles de foráneos y turistas, aumentando la infraestructura y servicios eléctricos con los naturales problemas de abasto, derechos humanos, ambientales y de seguridad.

En relación con el periodismo, este oficio enfrenta la peor crisis de su historia. Desde la invención de la imprenta, los periódicos reunieron un creciente poder político dirigido por intereses de facto, desde las versiones más artesanales hasta su impulso como industria dentro de los medios de comunicación.

En su evolución, los periódicos y los periodistas han erigido gobiernos, han logrado organizar a la oposición, debilitar dictadores, denunciar masacres, exculpar a líderes sociales o hacer renunciar al presidente de la nación más poderosa del planeta.

En México, el mando de los periodistas se conocía como el cuarto poder, el que pactaba siempre con las fuerzas vivas y tenía prescrito su camino junto al del gobierno.

En su intento por sobrevivir, los periódicos se plegaron a los dictados del mercado y de una nueva tecnología sin dirección, convirtiéndose en meras empresas mercadotécnicas.

Hace 40 años, cuando un grupo de reporteros, fotógrafos, artistas, intelectuales y activistas se reunió para crear el periódico La Jornada y dar expresión a los mexicanos de a pie, de la calle, México entero estaba sumido en la violencia, en los escándalos de corrupción, en la frustración electoral, en la desorientación, en el desasosiego de los jóvenes que no podían estudiar, y si estudiaban no podían trabajar; sumido en el dispendio de nuestros recursos naturales, en el desprecio oficial para los creadores del arte y desdén para los científicos.

La Jornada ha sido cronista de la transformación que ha sufrido el país: entrevistó a presidentes, líderes de la oposición, a dictadores y campesinos; visitó cárceles y campamentos de damnificados; viajó con los emigrantes, junto a las madres en busca de sus hijos perdidos, y fue testigo de la persecución y organización de la izquierda, que ahora esta en el poder.

A lo largo de su camino, La Jornada ha sumado simpatías de todos aquellos que buscan un mejor país: intelectuales, profesores, pintores, músicos, científicos, tomadores de decisiones y empresarios conscientes. También ha provocado grandes enfados: políticos corruptos, empresarios avorazados o burócratas en busca de cochupos, y ha tenido que enfrentar reducciones alarmantes en los flujos de publicidad.

Los jornaleros pensamos que este periódico es garantía de la democracia y de la paz. La sobrevivencia de un medio como el nuestro es interés de los lectores y es fuente de trabajo para los viejos y los nuevos periodistas.

También debería ser responsabilidad de las instituciones públicas y privadas mediante la asignación transparente de la publicidad.

Ante una sociedad completamente transformada y cada vez más exigente, los esquemas de la prensa se fueron rezagando en la pugna ante nuevos contendientes virtuales y parece que son ahora anacrónicos.

La Jornada Maya es un intento más –y quizás el último posible de este oficio en la península de Yucatán– por revivir formas clásicas del diarismo tradicional usando la vida virtual.

En esta zona del país habitan los lectores y lectoras a quienes queremos llegar. Mayahablantes y todos los habitantes del sureste peninsular que son depositarios de la característica más valiosa de este país: saben escuchar, saben observar, saben trabajar, saben leer, cuidan sus tradiciones, cuidan a los abuelos y han hecho suyos los beneficios de la tecnología moderna.

Actualmente tres generaciones de periodistas, intelectuales y empresarios siguen dando vida a La Jornada Maya, este diario impreso y virtual que navega en una crisis entre la extinción de la prensa o un nuevo encarrilamiento.