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Salvador Gaytán, el patriarca de los guerrilleros
1959. M

adera, Chihuahua. era caja de resonancia del descontento campesino. El maestro rural y líder agrario Francisco Luján Adame, en su lucha frontal contra el latifundio, es asesinado por miembros del cacicazgo conocido como Bosques de Chihuahua y Cuatro Amigos. Millones de hectáreas en manos de unas cuantas familias de criminales poderosos: los Ibarra, los Alemán, los Trouyet, los Vallinas. Violencia y despojos tenían a los campesinos mestizos en pie de lucha desde años atrás, en exigencia de cumplir el reparto agrario cardenista.

No eran los únicos: indígenas pimas, yaquis, rarámuris y apaches exigían, ellos sí empuñando las armas, el derecho a vivir de sus tierras como lo habían hecho sus antepasados por milenios. La lucha se enardece en 1961 con la muerte del líder pima Carlos Ríos, a manos del cacique Florentino Ibarra. Salvador Gaytán revela las raíces históricas de lucha indígena por el territorio, como antecedente de lo sucedido en Madera en 1965.

Decíamos que en el 65, pero no: la lucha armada viene desde más atrás, con mucha preparación, tras el desalojo de esa tribu indígena de la Mesa Blanca. Nos unimos a esos compañeros indígenas desalojados, decididos a defenderse con las armas.

Nacido en Cebadilla de Dolores el 15 de julio de 1932, en una familia de dignidad rebelde, Salvador fue clave en los trayectos de la izquierda popular del siglo XX. En 1963 llega a la presidencia seccional de Dolores, con Arturo Gámiz como secretario. La violencia siempre vino desde arriba; la lucha pensada inicialmente no era armada, sino de restaurar el tejido social, de ahí el rescate de la escuela que el cacicazgo ocupaba para guardar ganado. Salvador y Arturo dignifican la escuela y la ponen en funciones; liberan los espacios públicos cercados por los abusadores. Acciones que recrudecen la represión, llevando a los líderes a considerar la opción armada.

Las armas empuñadas por el movimiento guerrillero fueron del mismo gobierno; cuando se emboscaba a los judiciales, se les desarmaba, nunca con intenciones de fusilarlos. Sencillamente dejarles un mensaje político del porqué se luchaba.

La lucha consistió en quitar poder administrativo a los caciques, hacerles rendir cuentas y reclamar atención a la voz popular y respeto a los beneficios del trabajo en sus tierras. Los grupos indígenas dispuestos a tomar las armas pidieron apoyo a la UGOCM representada por Salvador, quien decide dejar la seccional y tomar las armas en un movimiento guerrillero más amplio, demostrando así sus firmes principios. No me queda un camino más cuando el gobierno no escucha, que unirme a ustedes.

Mediante la organización que Salvador impulsó desde la UGOCM y como presidente seccional de Dolores, se articuló un movimiento a escala nacional que reúne líderes como Arturo Gámiz, David Estrada, Álvaro Ríos, Jacinto López y Alejandro Suárez Ibarra.

Álvaro impulsa una caravana de Madera a la ciudad de Chihuahua, en protesta por el asesinato de Luján. Salvador la recuerda bien: por Juárez, la que viene representando la fuerza masiva también por carretera, era Judith Reyes. Por el noroeste venían Álvaro Ríos, indígenas y obreros; por Delicias iba Pablo Gómez. Es el gesto más precioso que tengo en mi memoria, que vienen las caravanas de juntarse en Chihuahua.

Salvador recuerda conmovido cuando Gámiz reunió a sus 70 alumnos para entre todos derribar una cerca que cruzaba Cebadilla de Dolores, interviniendo violentamente el espacio público comunitario. Ante la respuesta gubernamental, sin delatar a Arturo, Salvador responsabiliza al pueblo; argumenta, documenta, denuncia y no perdió la confianza en que la lucha trascendería hasta el presente.

Aquella lucha revolucionaria guerrillera algunos frutos dejó. Se expropiaron millones de hectáreas, pero, ¿dónde están esos millones de hectáreas? ¿Por qué se permite que terceros vengan a explotar otra vez? Es el tiempo, hay muchos compañeros. Lucharé abiertamente para que esos pueblos alcancen ese respeto y se les dé el beneficio de los derechos que les corresponden.

Salvador no participó directamente en el asalto al cuartel de Madera, fue comisionado para transportar las armas largas abandonadas por soldados y judiciales en enfrentamientos anteriores. La falta de coordinación dejó a Salvador esperando en Arisiachi, con armas que después ofreció a Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, con los que se vincula estrechamente.

El 24 de abril de 2011, un desafortunado suceso nos arrancó a un líder que continuaba extendiendo la lucha y la conciencia. Esta es sólo una parte de su heróico paso por la tierra que veneró y defendió.

¿Cuántos compañeros cayeron en las trincheras?, ¿cuántos cayeron heridos y siguieron luchando desde sus trincheras? ¿Para qué? Se salvaron muchos y siguieron adelante, cumpliendo con aquel compromiso revolucionario. ¿No le debo la vida a muchos compañeros guerrilleros que me sacaron de las trincheras y ellos murieron? Pero su voz, su lucha, su entrega revolucionaria aquí está presente.

* Doctora en etnohistoria y autora de Cantar de fuego: Judith Reyes (1924-1988)