Opinión
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Ciudad perdida

Plan de seguridad: miedo opositor

L

a clase política mexicana y algunos malosos de nuestra sociedad están molestos, alarmados, pero al resto de la población también preocupa las nuevas facultades de las que se ha dotado a las fuerzas armadas del país, incluyendo a la Guardia Nacional, pero quienes se sienten vulnerables y gritan militarización, militarización, son los políticos, casi todos, de todos colores.

No hace mucho, desde una buena cantidad de micrófonos de las estaciones de radio, principalmente, el ataque al gobierno de la 4T denunciaba que la política del gobierno de López Obrador que privilegiaba el combate a las causas del delito y no tanto a los hechos criminales, sintetizada en la frase abrazos, no balazos, estaba convertida en el gran manto de la impunidad.

Constantemente se escuchaban las exigencias para olvidar cualquier estrategia que no diera resultados palpables, y bueno, al final del sexenio se empezó a observar una disminución real en los delitos llamados dolosos, aunque la violencia continuaba.

Los golpes que ahora se han dado a la delincuencia en casi todos los órdenes han traído como consecuencia el contrataque por parte de los grupos delictivos. Quemaron tiendas, autos y camiones; mataron gente, pero las cifras indican que los crímenes están a la baja, aunque no se crea.

Las nuevas atribuciones que tendrán quienes combaten al crimen organizado son una apuesta muy alta de este gobierno en favor de la paz. No sabremos hasta qué punto son necesarias las nuevas reglas de investigación, sino hasta que se muestren lapsos importantes de baja o nula violencia, pero los trabajos de inteligencia que se proponen tendrán que mostrar que no se trata de que las fuerzas armadas acumulen poder, sino de lograr un sistema de seguridad que ofrezca tranquilidad al país.

Por lo pronto, ya se levantan las voces que condenan la estrategia escogida por el gobierno, tal vez porque tienen miedo, mucho miedo de que se descubra quién o quiénes están detrás de una de las etapas más difíciles de la historia del país.

Ojalá las medidas sean transitorias y con la calma lograda las leyes encuentren el cauce para establecer formas de convivencia que nos alejen cada vez más de las causas, de las venganzas, de los hechos, de la violencia en todos los renglones y la tranquilidad, tan necesaria, se haga en todo el país.

Así que la mejor forma de callar a la oposición mediática será mostrar y mostrar los resultados de una política que rompa con la barrera de la impunidad, que fue el sello principal de los gobiernos del neoliberalismo.

De pasadita

Está bien, las presas y los ríos no se desbordan, se les sale el agua. La didáctica explicación no basta para darnos cuenta de que junto con el fenómeno de la lluvia, que ya ha causado estragos en muchas partes de esta cuidad, está el problemón de la basura.

Quedó claro que las salidas de agua en todos los lugares se impidió por la acumulación de basura en los posibles escapes de agua. Hoy se culpa a los habitantes de algunas colonias, principalmente en la alcaldía Álvaro Obregón, de causar el problema de las inundaciones porque tiran la basura en la vía pública, en las presas o donde sea, pero ¿de verdad es cosa de la gente?

Pues cuando uno pregunta a los habitantes de la alcaldía cada cuándo pasa el camión de la basura, advierten que el servicio no se da continuamente, que hay días en los que no llegan los camiones de la basura y que la gente requiere deshacerse de los desechos y se arrojan fuera de casa. El resultado está en las inundaciones. Nada más.