Opinión
Ver día anteriorMiércoles 14 de mayo de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Isocronías

Prosaísmos

S

emana a semana en la actualidad dedico a los talleres, entre que de poesía y de canción –sea en presencia, sea vía streaming, sean grupales o individuales– cuando menos 10 horas. De lo en ellos producido damos cuenta en una hoja volante quincenal (actualmente algo retrasada), pero hoy reproduzco aquí tres textos presentados el pasado domingo por el zacatecano Sigifredo Esquivel Marín:

1. En un coloquio la gente dice, expone sus verdades. Después regresa cada quien a su casa y cuenta nobles hazañas de cómo salvó al mundo, aunque ni quien atienda su perorata. Hará el mismo performance en cuanto foro le permitan, sin importar el auditorio. Daría lo mismo hablar con la pared o el espejo. A veces pienso en la melancólica tristeza de la vida, acaso sea un ripio o una redundancia, como lo que ellos dicen sin cesar. Por cierto, yo he hecho lo mismo por un lustro, y busco la invitación del siguiente coloquio.

2. En las mañanas la vecina de enfrente usa diminutos shorts al regar el pasto o lavar el auto, sin importar frío o calor; contonea sus caderas y sonríe –abiertamente me coquetea, si bien su gesto no pasa de eso, un mero gesto. Fantaseo haciéndole el amor; quizá ella imagine lo mismo, jamás lo sabré. Sólo me da los buenos días, sonríe y se guarda. Alguna vez pensé: imagino las cosas, pero no: sale cuando estoy en el jardín y veo su ritual matutino. Quizá la vida no sea sino una promesa incumplida que mantiene encendido el deseo y ella imagine la misma aventura, mientras soporta los gruñidos de su marido.

3. Encontré un anillo matrimonial en la basura con las iniciales HG y la leyenda amor por siempre –evidencia de basurero refuta la eternidad del vínculo–. El anillo, de bello resplandor, da cuenta del dispendio invertido en una empresa fracasada. Quizá ahora los esposos estén buscando la sortija o, resignados, adquieran otra para renovar su compromiso. Acaso sólo ocurra que el amor tiene, como todo lo que somos y hacemos, fecha de caducidad.

Aparte, nota bene: Aludí a Consuelo Velázquez la semana pasada y dije que era tapatía, lo que no: nació, como Juan José Arreola, José Clemente Orozco y José Rolón, en Zapotlán el Grande/Ciudad Guzmán, Jalisco. Agradezco a Mario Hugo Nepote, conductor del programa radiofónico, éste sí tapatío, Libros vivos, el señalamiento del gazapo.