Golpe a los agoreros de la censura
¿cómo iba aquel son que les cantaban desde temprano y que en el estribillo decía: se quedaron callados como momias?
Lo que pasa es que hoy hay algunos que se dicen espantados por lo que advierte la iniciativa de ley que envió la presidenta Sheinbaum al Legislativo y que ya fue retirada. Sí, ya se le retiró y aún así, la cantaleta de la censura sigue su marcha sin que se eche una mirada a lo que impone la ley actual.
En la ley aún vigente, es decir la de 2014, se establecía en el artículo segundo la prohibición para que el servicio de telecomunicaciones y radiodifusión sirviera para discriminar por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atentara contra la dignidad humana y tuviera por objeto anular o menospreciar los derechos y libertades de las personas.
El Estado, al ejercer la rectoría en la materia, protegerá la seguridad y la soberanía de la nación y garantizará la eficiente prestación de los servicios públicos de interés general
, y agrega: En todo momento el Estado mantendrá el dominio originario, inalienable e imprescriptible sobre el espectro radioeléctrico
.
En otras palabras, desde entonces, los gobiernos estaban facultados para impedir que se violara la soberanía o que se discriminara a los connacionales, pero nada pasó, nadie llamó censura a lo que la ley señalaba y de alguna, o de muchas maneras, todos parecían estar de acuerdo con lo que la letra marcaba porque a final de cuentas no les preocupaba y eso por una muy poderosa razón: el gobierno neoliberal nunca se atrevería a ir en contra de lo que desde el extranjero se dijera, así fuese en contra de nuestro país.
Sin duda lo que se había creado era una ley muerta. Los gobiernos, servidores absurdos del mercado desbocado, hablaban y hablaban de derechos humanos, de democracia, de libertades, pero en el fondo la libertad sólo se aplicaba en cuanto al derecho de comprar y vender, la democracia era la administración de las desigualdades siempre a favor de los poderosos y los derechos humanos correspondían en su totalidad a quienes ejercían el poder económico en el mundo. Para proteger todo eso estaba el sistema de justicia, la Suprema Corte, por ejemplo.
Así que ¿para qué protestar? Hoy saben que el gobierno de la presidenta Sheinbaum no permitirá violentar la soberanía y que en caso de que eso sucediera el resultado sería la aplicación de alguna sanción que correspondiera a la gravedad del ilícito y eso no les parece ni bueno ni justo y las momias empezaron a gritar: ¡censura!, ¡censura!
Llevar a la consulta pública –método imperdonable en el ámbito neoliberal– la creación de una ley es una responsabilidad ineludible en una administración de izquierda, o mejor dicho, de un gobierno de la 4T, sin Morena, desde luego, porque sólo así justifica su presencia en el poder.
Pronto se habrá de tener el diseño popular de la ley de radio y televisión donde se plasmarán las opiniones de muchas y muchos ciudadanos preocupados por el tema en el país. Ojalá no quede en manos de los actores incrustados en eso que se llama partido y que hoy no tiene ni pies ni cabeza.
De pasadita
No cabe duda de que Ernesto Zedillo fue el error más grande de la democracia neoliberal
. Negoció al país como si se tratara de una mercancía. Calderón dañó a México en su paz civil y cuando tomó decisiones nadie sabía si estaba en sus cabales. Fox era la prueba viviente de que un tonto, manejado por los hilos del mercado, puede sentarse en el sillón del poder, pero Zedillo, que provenía de las clases menos favorecidas en México, gobernó para traicionar. Simplemente fue un traidor que hoy quiere reconfirmarse como paladín de la corrupción, la falsedad y la traición. ¿De verdad no se entiende?