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El imperio del derrumbe
D

espués de que Homero diera cuenta de la caída de Troya con alrededor de 15 mil hexámetros dactílicos, varios escritores se han acercado al derrumbe de un imperio para recordarnos, quizá, que nada es para siempre. Ilión, Troya, es hoy un montón de ruinas pero, sobre todo, El poema, como nos recuerda Borges.

Parecería que los convulsos años de una estructura que se desmorona son el mejor mirador de la condición humana porque todo se vive al límite e incluso hasta más allá de lo humano. Estos escritores, con el derrumbe de lo que fue, fijaron esas zonas de incertidumbre entre lo viejo que se difumina y lo nuevo que no termina de mirarse con claridad.

Con sus Memorias de ultratumba, Chateaubriend recuperó toda una época: de las suntuosidades de Luis XVI en Versalles, al olor a pólvora de la Revolución francesa y al mismísimo Napoleón y su megalomanía. Al informar de su vida intima, privada y pública dio cuenta de la epopeya de esos años. Lo personal fue político, lo individual colectivo. Con un estilo lleno de iridiscencias, magnético y melancólico, inauguró la prosa moderna y el romanticismo en Francia.

La atracción por el derrumbe también ha cautivado a escritores mexicanos. José María Pérez Gay consolidó su carrera literaria rescatando para nosotros El imperio perdido, ese imperio austrohúngaro cuyas ondas expansivas a través de la cultura aún nos cimbran.

Ensayo novelado o crónica de gran aliento, El imperio perdido fue construido a partir de la vida y la obra de cinco grandes escritores: Robert Musil, Hermann Broch, Karl Kraus (los ahorcaré con sus propias palabras), Joseph Roth y Elias Canetti. Cartas, diarios, pequeñas historias fugaces, crítica literaria permitieron a Pérez Gay ofrecernos una vibrante panorámica del derrumbe donde Viena es sacudida por los huracanes de la Primera Guerra Mundial, el nazismo y la Segunda Guerra Mundial.

Después de escribir la monumental novela Palinuro de México, Fernando del Paso agotó varios meses en las hemerotecas estudiando periódicos y publicaciones de 1860 a 1870. Vio en el efímero imperio de Maximiliano y Carlota un melodrama maravilloso. Un melodrama cuyas consecuencias formaron parte de nuestra historia. Además de la pareja imperial, donde Carlota padecía por igual a Concepción Sedano, la amante de Max, que a las liendres de las aristócratas poblanas, se sumó un antagonista de rostro incólume frente a la adversidad: Benito Juárez, ese personaje de nuestra historia que retrató Toledo en su estupenda serie Lo que el viento a Juárez. El mismo a quien las iglesias protestantes recuerdan cada 21 de marzo en el hemiciclo que el héroe tiene en La Alameda por haber impulsado la libertad de cultos.

Noticias del Imperio, sin embargo, nació más que de la historia, de la poesía: esta novela histórica o historia novelada tiene una especie de bajo continuo que es un largo monólogo de Carlota loca a los 76 años en el castillo de Bouchout.

Del Paso contó en varias ocasiones que Carlota sobrevivió hasta 1927, cuando se filmó la primera película hablada, The Jazz Singer. La locura de Carlota representó, para el novelista que este año cumpliría 90 años, la lucha por conquistar la realidad que todos los días se escapa. Para del Paso como para Benito Pérez Gadós la imaginación fue la loca de la casa.

En 1987, cuando se publicó Noticias del Imperio. José Emilio Pacheco nos recordó que Del Paso se ha propuesto en todo momento escribir obras maestras y no en el campo de las pulgas vestidas o las miniaturas de plata, sino en el terreno de las pirámides.

Para Pacheco, Noticias del Imperio “no está hecha nada más para ser leída; está hecha para ser habitada semanas y aún meses enteros. Si sus ejes son dos de las grandes ciudades del barroco arquitectónico, Viena y México, si el modelo de su prosa son las grutas de Cacahuamilpa, donde Carlota encontró el perfil infernal de Dante, el dibujo que esta novela recorta contra la tempestad de la historia es la silueta de un castillo. Noticias del Imperio es la novela de los castillos –Schönbrunn, Miramar, Chapultepec, Bouchout– y tiene como ellos ventanales, salas de trono, pasillos, comedores, letrinas y albañales, la ambición de tocar el cielo y elevarse por encima de los demás y el descubrimiento final de que todo es polvo y ceniza, tierra hecha con los despojos de las víctimas del poder”.

¿Quién escribirá la novela, la crónica, el ensayo de los tiempos que vivimos con una transformación que no llega del todo porque en aras de la eficacia y eficiencia política se reconstruyen las viejas y pestilentes cloacas del poder? Las mismas prácticas con nuevos actores no son sinónimo de cambio. ¿Quién escribirá la secuela de Los bandidos de Río Frío, donde se retrata la corrupción a los más altos niveles del poder? ¿Quién la crónica trumpiana donde importan los mercados más que el exterminio y la doble moral más que los derechos humanos? Vivimos el fin de un imperio, el tiempo en el que cuando el mal es mayor el menor no se siente y cuando la necesidad vuelve valioso lo mísero.