Opinión
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Aprender a morir

Amar, pensar, apoyar

I

nvestigadora mexicana de prestigio internacional y séptima titulada a nivel nacional, escribe: Partiste cuando tu vida aún tenía proyectos por realizar, si bien los proyectos más importantes fuimos tus hijos y lo lograste, pues cada uno concluyó una carrera profesional y tuvo una vida digna. Recuerdo cuando te dije que quería ser ingeniera agrónoma. Pusiste el grito en el cielo porque era inconcebible que una joven de 16 años quisiera estudiar en la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro, en Saltillo, y para colmo militarizada. Al final me dejaste ya que en tu fuero interno lo deseabas pues la agricultura fue la pasión de tu vida y a través mío lo disfrutaste. Eras feliz ayudándome a adquirir conocimientos mediante el diálogo e intercambio de ideas que siempre tuvimos.

Te sentías orgulloso de tus hijos: dos abogados, un ingeniero químico, una maestra y tu ejidataria, como me decías. Tuviste mucho que ver en esto ya que a pesar de la época (años 60) a tus hijas nos impulsaste a hacerlo. Recuerdo que nos decías: las quiero con estudios para que si se quedan viudas, divorciadas, dejadas o solteras estén capacitadas para salir adelante y no tengan que estar con un hombre por hambre, y si están con uno es porque se aman y respetan mutuamente.

Cuando me casé me vine a vivir a Culiacán. Tu enfisema pulmonar había avanzado y requerías largos periodos de oxígeno. Solamente una vez viniste a casa, exactamente siete meses antes de tu partida. Recuerdo que visitabas los campos con mi esposo, que también era agrónomo, y te entraba la nostalgia por no haber disfrutado más de esta tierra bendita que me acogió de recién casada. Después de tu muerte empecé a trabajar en investigación agrícola y en educación y en cada actividad o proyecto que elaboraba siempre había algo de ti, pues fuiste sin proponértelo quien desde niña me inculcó el amor por mi carrera y la ética en su realización.

Ahora veo por qué a veces no coincidía con algunos compañeros de trabajo; precisamente porque tú nos adelantaste en el tiempo con una visión de libertad y sin miedo para defender nuestras ideas e ideales con responsabilidad y convicción. Por todo lo que pude ser te doy las gracias, y hoy que hago esta remembranza de lo que fuiste en mi existencia creo que, en todas nuestras acciones juntos, en vida y después de ella, el amor siempre estuvo presente como condición entre un padre y su hija. Te amo.