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China y Guanajuato
U

na de las ciudades con más encantos de nuestro país es Guanajuato. Situada en una cañada, sus angostas callejuelas suben y bajan y en sus entrañas una red de casi 9 kilómetros de túneles albergan las calles. Todo comenzó en el siglo XIX, cuando se tomó la decisión de elevar las paredes perimetrales del río Guanajuato, que pasaba por debajo de la ciudad y causaba frecuentes inundaciones. Actualmente es la red subterránea más grande del mundo y le da un atractivo muy especial a esa joya histórica del Bajío. Esto ha sido posible gracias a la ancestral experiencia de los mineros guanajuatenses, expertos en ese tipo de construcciones bajo la tierra.

Hace poco la visitamos para dar una plática sobre la cocina mexicana como patrimonio de la humanidad, organizada por la corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana, que preside el doctor Demetrio Vázquez, destacado poeta. El acto fue en el Museo Iconográfico del Quijote, que funciona también como centro cultural.

Antes de la charla, pasamos al Museo del Conde Rul, que ocupa uno de los edificios más bellos de la ciudad. La construcción palaciega en estilo neoclásico se atribuye al notable arquitecto Eduardo Tres Guerras.

Ahora, en su función como museo, acaba de inaugurar una excepcional colección de arte de la antigua China, que con gran generosidad donaron al estado de Guanajuato los coleccionistas Arturo Coste Setién y Alain Giberzstein. A lo largo de muchos años formaron un acervo de más de 150 piezas (Colección Alar), que comprende principalmente extraordinarias piezas de porcelana en distintas variantes, desde esculturas hasta vasijas y jarrones, además de tallas en madera, marfil y hueso; acuarelas, lacas y muebles.

La colección se concentra en los periodos de las dos últimas dinastías imperiales chinas, la Ming (1368-1644) y la Qing (1644-1912), y se ha dividido en 10 salas. El proyecto museográfico estuvo a cargo de José Enrique Ortiz Lanz, quien es uno de los mejores especialistas de nuestro país con larga experiencia en este ámbito.

El palacio es, sin duda, el mejor marco para apreciar las exquisitas obras de arte, que se acompañan de interesantes explicaciones que permiten conocer las características de las distintas piezas. Tras la sala introductoria vienen siete que presentan las distintas porcelanas, tanto en sus generalidades como sus divisiones por colores: desde el blanco original hasta la policromía y la porcelana montada en metal. Es fascinante conocer las de sutiles tonos pastel: rosas, azules y verdes pálidos, en contraste con las de intensas tonalidades azul cobalto, rojo, amarillo, negro y audaces combinaciones. En las últimas dos salas, el gozo lo brindan pinturas, tallas en madera, marfil y hueso; acuarelas, lacas, muebles y artes aplicadas, en las que se muestran los símbolos y elementos tradicionales.

La impactante Colección Alar convierten al Museo Conde Rul en el primer recinto especialmente dedicado al arte de la antigua China en Latinoamérica, y como expresaron los donantes en la inauguración: Es un gusto que Guanajuato nos haya acogido tan generosamente y nos haya apoyado para conseguir tan magnífico espacio. Estamos muy orgullosos de poder apoyar a la cultura del estado, porque todo esto es ya de Guanajuato. Espero que la colección la disfruten mucho todos los habitantes de la ciudad y el estado. Y me permito añadir: también todos los mexicanos y extranjeros que pasemos por la ciudad; es una visita imperdible.

Como pilón, la donación incluye un conjunto de 488 libros, catálogos y revistas sobre el arte de la antigua China, que estará disponible para consulta en la Biblioteca Guanajuato, que se encuentra en el cercano Museo Palacio de los Poderes.

Complemento esencial de la visita a la hermosa ciudad minera fue degustar su gastronomía. De llegada, el almuerzo fueron las clásicas enchiladas mineras, rellenas de queso ranchero y cebolla, cubiertas de salsa de chile guajillo. En la comida, de entrada el pico de gallo de xoconostle fresco, que le abrieron paso a las pacholas guanajuatenses, deliciosos bistecitos que mezclan diferentes tipos de carne de res, pollo y cerdo.

De postre hay varias opciones: pastel de calabaza, tradicional de Pénjamo; la capirotada, que aunque es típica de la Cuaresma, es tan rica que se disfruta en cualquier momento del año. Aquí, además de pan frito, almíbar de piloncillo, pasas, nueces y queso, hay algunas versiones con frutas cristalizadas. De regalitos siempre llevo las famosas charamuscas.