a victoria de Donald Trump en EU reacomoda las alianzas globales y modificará la manera de gobernar cuando es indispensable que los grandes responsables históricos del cambio climático reconozcan, asuman y redoblen su compromiso. Como vimos en su anterior mandato, probablemente retraiga a EU de todos sus compromisos ambientales y de transición energética, pero, a diferencia de su primer periodo 2016-20, esta vez, el panorama mundial es totalmente diferente.
Durante el primer mandato de Trump la debacle alemana no se había concretado, y aún eran considerados (erróneamente) como modelo a seguir. Ya sabemos qué pasó, y ahora, se encuentran hacia dos años de contracción económica, y la producción industrial se encuentra casi 20 por ciento por debajo del máximo histórico en 2017. (Sobre la debacle alemana y la corrupción de sus instituciones por permitir que expertos
ONG
y empresarios
manejaran el país, recomiendo el libro Kaput, de Wonlfgang Munchau.) La historia se repite en los demás países de la UE, la desindustrialización y la pérdida de recurso humano se está agravando y el modelo de transición energética liderada por la IP se desmorona. Tan sólo la semana pasada la subasta más grande del mundo en Dinamarca, para energía eólica no recibió ni una sola oferta, principalmente porque el gobierno comentó que no habría subsidios a los desarrolladores. Esto no es menor, porque los gobiernos de derecha que acechan la victoria en países como GB, Francia, Alemania, Suecia, España, y los que ya ganaron como Italia, han aprovechado los errores de los expertos
para justificar que sus países se retracten totalmente de sus compromisos históricos y recorten todos los presupuestos para la transición energética, dirigiendo el descontento de la población y el alto costo de la vida hacia el gasto en transición energética, minando ampliamente la confianza y el apoyo de la ciudadanía en esas políticas.
Los errores de los expertos
alimentan el discurso en el mundo de la mano de los líderes de la ultraderecha, quienes erroneamente culpan a la transción energética en lugar de culpar al modelo liderado por la IP y no por el Estado, como siempre debió ser. Este discurso no es casualidad, es eco de lo que Trump ha estado diciendo por años y ahora uno de sus principales asesores lo pretende llevar a cabo. Elon Musk ha sido nombrado codirector del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), y se han planteado reducir 2 billones de dólares del gasto gubernamental de EU en sólo dos años. Se ha rumorado que peligran varios programas, pero en la mayoría no existen más que rumores, sin embargo, Musk ha dejado claro en su red social X que está de acuerdo con eliminar toda transferencia al exterior. Esto implicaría que EU elimine todo tipo de compromiso adquirido sobre transición energética. ¿Cómo afectará esto a los esfuerzos de transición energética de los países en desarrollo? En general, ¿qué impacto tendrá en los compromisos mundiales?
Trump siempre ha sido muy claro en que la energía, para él, es un arma geopolítica a utilizar cuando así convenga y avance los intereses de EU. Intereses que ahora mismo pasan por lograr la supremacía en industrias claves como semiconductores, baterías, vehículos eléctricos y energía nuclear, así como detener el avance de las empresas chinas en Europa y América Latina. De las cuatro industrias prioritarias, ahora China domina tres de cuatro, siendo los semiconductores la única que se encuentra en control de un aliado de EU, Taiwán, pero China tiene como misión anexar (la pregunta es cuándo, y así lo ha dejado claro Xi Jingping). Ahora podemos esperar que el suministro energético (gas natural a Europa y sudeste asiático), así como despliegue tecnológico y financiamiento que EU ofrezca, de manera directa o indirecta (Banco Mundial, FMI, etcétera) vengan cada vez más condicionados a reconfigurar las economías y estructuras legales de los países que las reciben a los intereses de EU.
Esto multiplicará los efectos que tiene la inversión extranjera directa en las economías de los países en desarrollo. Durante años, el neoliberalismo y sus defensores han dicho que no importa de dónde provenga el capital, y que para maximizar el bienestar y desarrollo económico, los países deben abrir totalmente sus economías. Ahora sabemos que esto no es cierto. Un nuevo estudio, Capital nationality and long run economic development
, publicado en el Cambridge Journal of Economics confirma que los países en desarrollo que recibieron la mayor cantidad de inversión extranjera directa en los 80, tuvieron menor crecimiento económico en las siguientes cuatro décadas, así como desarrollar un sector de exportaciones de baja tecnología, concentrado en materia prima. Ahora con estos condicionantes adicionales atados al suministro energético que EU provea a los demás países, veremos que las regiones experimentarán un crecimiento económico nulo o negativo. Esto claramente dificultará todos los intentos de transición energética en los países en desarrollo. ¿Cómo aceptar condicionantes que van a empobrecer a su población y no diversificar su economía en pro de la transición energética, cuando los principales responsables no hacen nada? Para contrarrestar todo esto, es necesario, ahora más que nunca, que el Estado retome su rol central, la izquierda mundial debe generar una alternativa de gobierno que haga frente a los intereses neoliberales y permita avanzar la transición energética. Reto mayor.
X: @aloyub