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Polémica en Roma por la intromisión del gobierno en muestra dedicada al futurismo
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Ídolo moderno (1911), de Umberto Boccioni, forma parte de la muestra El tiempo del futurismo.Foto Wikimedia Commons
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 6 de diciembre de 2024, p. 6

Roma. La exposición El tiempo del futurismo, dedicada al movimiento artístico más internacional de Italia en el siglo XX, ha estado marcada por polémicas e irregularidades debido a la intromisión del gobierno en su concepción y realización. Tras varias postergaciones, finalmente abrió al público el martes pasado en la Galería Nacional de Arte Moderno (GNAM) y Contemporáneo de Roma, con la promesa de ser inclusiva, didáctica y multidisciplinaria. Está curada por el periodista Gabriele Simongini.

Anunciada por el gobierno como el evento del año, la muestra fue reducida a la mitad y ahora presenta 350 obras de arte y 150 objetos. Nacida por iniciativa del ex ministro de Cultura Gennaro Sangiuliano, quien dimitió en septiembre tras un escándalo de supuesto nepotismo y mal manejo de fondos públicos en beneficio de su amante, Maria Rosaria Boccia, ha sido objeto de constantes denuncias.

Integrantes del equipo organizativo denunciaron ante la prensa la falta de autoridad resolutiva del curador, según Alberto Dambruoso, ex cocurador, y Massimo Duranti, integrante del comité científico disuelto. Duranti afirmó en Il Giornale dell’Arte que la reducción cualitativa y cuantitativa de las obras refleja desprecio por el rigor científico y la intervención directa del Ministerio en las decisiones artísticas.

Cháchara inútil

La directora del museo, Renata Cristina Mazzantini, minimiza el escándalo público al llamarlo cháchara inútil, y explica que un avión, dos coches históricos y algunas marionetas se exhiben junto a obras de Balla y Boccioni. Simongini destaca que la exposición ilustrará la relación entre arte, ciencia y tecnología, centrándose en Guglielmo Marconi y en los temas de velocidad y simultaneidad para hacerla única e innovadora.

La artista Nora Lux, utilizando el Programma Politico Futurista de 1913, realizó un performance en oposición a las apropiaciones y favoritismos del Ministerio de Cultura y la GNAM en la exposición. Su acción también busca defender una de las vanguardias italianas de la propaganda inútil y dañina.

La GNAM, con 20 mil obras desde el siglo XIX hasta hoy, es parte de los museos élite de Italia, junto con los Uffizi y la Pinacoteca de Brera. Situada cerca de Villa Bor-ghese, destaca por su arquitectura y ubicación privilegiada en Roma. Con la dirección de Renata Cristina Mazzantini, se percibe una ruptura con el enfoque modernizador de su predecesora, Cristiana Collu.

La derecha radical y Tolkien

Este museo se ha convertido en la vitrina expositiva del gobierno de Meloni, comenzando con la muestra de Tolkien, hace un año, impulsada por Sangiuliano, e inaugurada por la premier. El interés de la derecha radical italiana por Tolkien desde los años 70, especialmente en El señor de los anillos, no se basa en afinidades políticas directas, sino en su interpretación de valores conservadores, destacando la oposición entre el mundo moderno y el antiguo como un llamado a la regresión frente al progreso.

Contrariamente a este principio, el futurismo, por su propio nombre, es antitético al pasado. Su fascinación por el progreso, la velocidad y la modernidad exaltaba la innovación tecnológica y la estética dinámica. Sin embargo, su vinculación con el fascismo y la notoriedad mundial del movimiento se han empleado en términos ideológicos. Tras la Segunda Guerra Mundial, fueron los historiadores del arte de izquierda los que, hace medio siglo, lo sacaron de la condena del olvido por su vínculo con el fascismo, valorando su importancia artística.

La falta de figuras conservadoras prominentes en las artes, salvo algunos periodistas y del ámbito editorial, como Giuseppe Prezzolini, Giovanni Papini, Leo Longanesi e Indro Montanelli, ha llevado a apropiaciones inauditas, como la de Tolkien o, incluso, de figuras como Antonio Gramsci, secretario del Partido Comunista encarcelado por Mussolini, y Pier Paolo Pasolini, comunista hereje y homosexual.