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Hallan fotos-homenaje del inolvidable Pérez Prado
Foto
▲ Imágenes captadas durante el funeral de Dámaso Pérez Prado, en 1989.Foto de autor desconocido
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 18 de noviembre de 2024, p. 7

En la disquería Revancha ubicada en la calle Colima conseguí una foto de Dámaso Pérez Prado dentro de un ataúd, un finado que no pierde su estirpe de dios del espectáculo y parece a punto de levantarse y aullar. La foto, acompañada de otra de su grupo despidiéndolo con un cartel, es parte de un paquete que llegó un día al expendio de discos, ambas fueron prometidas a uno de los vendedores. Contiene también programas de las presentaciones del Pérez Prado en Japón; más Santo que El Santo, El Santo del Mambo, de seguro lo dio todo en Tokio.

Reunidas en una caja de pizza, me llevo las inéditas o las olvidadas para escanear, y es embriagador volver con ella desde la Roma hasta el centro, caminando por Cuauh-témoc hasta Balderas y después a Bellas Artes. No necesito quedarme el material, con publicarlo alcanza y sobra. Entre los discos no tan fáciles de conseguir de Pérez Prado, guardo el Concierto para Bongó (1966). Sin embargo quisiera tener México 70, su disco funk, que nunca he visto, el inconseguible.

Otros lugares y discos

Llegó el momento de ir a buscar discos a otro lugar que no sean los habituales. Urge ir un domingo a la San Felipe en el microbús que sale de Metro Oceanía y que lleva a la Santa Muerte bajo la caja de cambios; aprovechar para comer una torta de bistec, chile, omelete, puré de papas y frijoles. O, ¿por qué no?, al Salado, y llegar en tren cerca del amanecer o antes con un casco como los de minero, con una linterna adelante para ver las chácharas y, cuando amanezca, fascinarse igual con las hileras interminables de artículos sin poder distinguir el punto donde termina el asunto.

Hasta los discos que a uno no le interesan ayudan a pensar, por ejemplo, Trompeta psicodélica, de Chilo Moran, y no es que Chilo no sea chido, pero el disco te da la lección de que en esa época se usaba el término sicodelia para todo, porque era la onda, así como en un momento a casi cualquier estilo musical se le adjuntó el término a go gó. El LP, lleno de versiones jazzeadas del cancionero mexicano, no es lo mejor de Chilo, ese honor podría ir al álbum Los 5 megatones (1962) o al EP de la banda de sonido que compuso para la película Las bestias jóvenes (1970). La industrialización de la sicodelia como parte del arte popular significó la caricaturización de una expresión anteriormente considerada subversiva, pero también revaluó la historia del arte de periodos anteriores al siglo XX.

JC Esquivel

A pesar de que la búsqueda de tesoros musicales olvidados tiende a considerar las raíces y los pioneros como ítem a tener en cuenta, la historia muestra lo contrario: existió en México un criterio musical amplísimo, que llegó a abarcar desde la música tropical hasta los éxitos pop, pasando estándares folklóricos, todo junto y trastocado, como la obra de Juan Carlos Esquivel, cuya reivindicación a nivel mundial, mediante la popularización de la música lounge, se dio poco tiempo después de su fallecimiento. Dicen que el compositor tamaulipeco residió en Ciudad de México, en la calle Ayuntamiento, cerca del Eje Central. Parte de sus experimentaciones con el entonces novedoso sistema estéreo se puede encontrar en su elepé Latin-esque (1962), para el que grabó dos orquestas.

Explorando la reinterpretación de la música popular, el jazz, el rock o el punk, queda la sensación de que el caudal musical en México ha sido tan amplio que los misterios y las piezas faltantes perdurarán, al menos, un par de siglos más.