Lunes 18 de noviembre de 2024, p. 30
Fin de semana largo, pago de quincena y El Buen Fin, tres factores, entre otros, que coincidieron y abonaron a la fiebre consumista que continuó ayer y concluirá hoy.
Desde el viernes, al iniciar la campaña y día que suele ser de mayor afluencia de automóviles y personas en la ciudad, se produjeron congestiones viales, escasez de transporte, especialmente de taxis, y otros problemas de tránsito, además de que miles de capitalinos abarrotaron plazas comerciales, supermercados y establecimientos de giros diversos.
Ayer, muchos capitalinos aprovecharon para darse una vuelta a los grandes almacenes en busca de aparatos electrónicos, como pantallas, principalmente.
El ejecutivo de una tienda departamental explicó que en realidad la gente suele acudir durante El Buen Fin varias veces a las tiendas: primero, para conocer las ofertas y precios de mercancías; después, para ir directamente a comprarlas donde las vio más accesibles.
El viernes y el sábado la gente que entraba a las tiendas o salía de ellas luego de hacer sus compras generó aglomeraciones en el transporte público, como pudo observarse afuera de grandes plazas comerciales, como en avenida Acoxpa, en el sur de la ciudad, y en calles muy concurridas, como avenida Juárez, en el Centro.
El fin de semana los problemas fueron peores para personas discapacitadas o de edad avanzada que tenían que trasladarse en taxi de ida y vuelta a esos lugares.
El día 15, el señor Gómez estaba de visita en casa de unos familiares, también de la tercera edad; además de que tenía necesidad de hacer algunas compras en un centro comercial, pasó tres horas, desde las 4 de la tarde, tratando de conseguir por teléfono un taxi en sitios, en vista de que era imposible conseguir una unidad, pidió a un sitio de radiotaxis un servicio a la terminal Taxqueña de autobuses foráneos, el cual se le proporcionó a sabiendas de que costaba más.
De esa zona se trasladó en Metro a la estación Xola y luego en Metrobús hasta la plaza Delta, en avenida Cuauhtémoc. Al final, el traslado le resultó largo, costoso y cansado.
La fiebre consumista se propagó no sólo en los grandes centros comerciales, sino en todo tipo de negocios. Un taxista comentó que un hojalatero le ofreció sus servicios con un fabuloso descuento de 5 por ciento
, que, dijo, no le entusiasmó.