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Tiro de gracia
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▲ Fotograma de la película Golpe de suerte, de Woody Allen
¿Q

ué hacer con Woody Allen? A punto de cumplir 89 años, el cineasta neoyorquino se mantiene como apestado en su propio país, cancelado por la cultura woke sin que se hayan formulado cargos legales en su contra. Por otro lado, sus intentos de seguir haciendo cine lo han llevado a mudarse al extranjero con poca fortuna. Como es el caso de Golpe de suerte, su primera producción totalmente hablada en francés.

Es sabido que a Allen le gusta imitar a sus admirados directores europeos, como Bergman y Fellini, por ejemplo. En esta ocasión se aproxima al estilo del francés Claude Chabrol y sus thrillers situados en la alta burguesía de su país. Pero sólo consigue una especie de Chabrol descafeinado.

La trama se sitúa en París, donde una joven mujer llamada Fanny (Lou de Laage) se topa por casualidad en la calle con Alain (Neils Schneider), un aspirante a escritor, enamorado de ella desde que ambos estudiaban en el liceo francés de Nueva York. Ella, a su vez, está casada con Jean (Melvil Poupaud), un hombre mayor millonario que la empalaga y controla con sus atenciones.

El insistente cortejo de Alain hace que finalmente Fanny se vuelva su amante. Ante los cambios de conducta en la chica, Jean contrata a un detective privado, quien le revela la infidelidad de su esposa. El esposo cornudo contrata a dos matones rumanos con el fin de hacer desaparecer al amante.

Hay algunos cambios en el ya trillado estilo de Allen. Por una vez, sus actores no imitan las inflexiones vocales del director. Las canciones gringas de los años 30 en la banda sonora han sido remplazadas con temas de jazz más recientes; son composiciones de Nat Adderley y Herbie Hancock de los años 60, pero eso ya es progreso. Y a diferencia de lo que hacía en Vicky Cristina Barcelona (2008), no cae en el enfoque turístico de sus locaciones. Fanny y Alain se citan frecuentemente en la calle, mas no aparecen monumentos parisinos (debemos felicitar a Allen por no mostrar nunca la torre Eiffel). Eso sí, la tipografía de los créditos sigue siendo la misma y mantiene su duración en los muy considerados noventa y pico minutos.

Por otro lado, como guionista Allen se ha vuelto perezoso. El asunto está tratado de manera poco sorpresiva. Derivada en parte de La mujer infiel (1969), de Chabrol, Allen no consigue nada de tensión dramática en la intriga, revelando desde un inicio que Jean es un villano, pues se menciona en los diálogos chismosos que su socio desapareció de manera misteriosa. Mucho peor es la forma como el cineasta resuelve su castigo final con una gratuidad indigna de él. Por supuesto, el empleo del sexo –inexistente– y la violencia es típico de Allen en su antisepsia.

Aunque en teoría se trata de otra indagación alleniana sobre la coincidencia y la ironía como fuerzas vitales, referenciada en los diálogos por Alain y rematada como moraleja, el tratamiento de ellas es mecánico y previsible. No hay aquí la ambigüedad, ni la malicia características de Chabrol, digamos.

No obstante, el prestigio de Woody Allen persiste. El año pasado Golpe de suerte fue estrenada en el festival de Venecia fuera de competencia. Y no se programó de puro milagro en la Muestra de la Cineteca.

Golpe de suerte

D y G: Woody Allen / F. en C: Vittorio Storaro /M: Temas varios / Ed: Alisa Lepselter / Con: Lou de Laage, Niels Schneider, Melvil Poupaud, Valérie Lemercier, Elsa Sylberstein / P: Gravier Productions, Dippermouth, Perdido Productions, Petite Fleur Productions. Francia-Estados Unidos-Reino Unido, 2023.

X: @walyder