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Ken Salazar, metiche y bocón // Colaboración, no subordinación // Disparidad de declaraciones

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▲ Antes de su relevo como embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar ha mostrado poca coherencia en su discurso diplomático.Foto Germán Canseco
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scasos meses –semanas, tal vez– restan al verborreico cuan metiche Ken Salazar como embajador estadunidense en México (¿dónde estudio diplomacia?¿En una carnicería?), pero ante su inminente retiro, de plano no se aguantó las ganas de abrir la boca en los mismos términos que motivaron la pausa declarada por el ex presidente López Obrador, y en esta ocasión dijo exactamente lo contrario de lo que tiempo atrás reconocía (hemos trabajado muy bien con el gobierno mexicano en materia de seguridad y combate al narcotráfico).

Por bocón, entremetido e irrespetuoso de la soberanía nacional, López Obrador pausó la relación y le cerró la puerta al cabildero de petroleras trasnacionales, tras que este intentó inmiscuirse en asuntos internos, concretamente en la reforma judicial. Diálogo siempre debe de haber, el asunto es que los temas relacionados con México nos corresponden a nosotros. No pueden venir extranjeros, ningún gobierno de otro país, a tratar asuntos que sólo corresponden a los mexicanos, es un principio básico de independencia, de soberanía, dijo el entonces mandatario.

Pero Salazar de plano no aprendió, y ahora, tal vez como despedida, una vez más se fue de boca. Mejor sería que el presunto diplomático estadunidense explicará por qué su gobierno ha fracasado rotundamente en la guerra contra las drogas (declarada por Richard Nixon en 1971), en un país, el suyo, en donde cada día existen más y más adictos (cien mil muertos por año sólo por sobredosis de fentanilo) e ingresan más y más drogas sin que se detenga a los distribuidores, al tiempo que nada hace para evitar el envío de armas a los cárteles del narcotráfico. Por el contrario, 70 por ciento del poder de fuego de esos grupos delictivos proviene del vecino del norte.

De eso, nada, silencio sepulcral, pero si tiempo atrás reconoció que con el gobierno mexicano trabajamos muy bien en el combate del fentanilo, ahora reclama porque no funcionó la estrategia de seguridad del ex presidente López Obrador, centrada en el principio de abrazos, no balazos y México cerró las puertas a la coordinación bilateral en la materia. Además, dijo, el tabasqueño se cerró a la cooperación y por cuestiones ideológicas rechazó un financiamiento de 32 millones de dólares para seguridad que le ofreció Washington (obviamente, ese monto sería destinado a la compra de productos gringos).

Lo que causa el berrinche de Salazar es que el gobierno mexicano no lo deja meter las manos en asuntos internos del país (dicho sea de paso, la adicción injerencista de la Casa Blanca se nutre de sus embajadas en todo el mundo). El cabildero extraña los tiempos pasados, como los de Calderón, quien abrió las piernas… perdón las puertas al gobierno estadunidense por medio de la Iniciativa Mérida (algo así como mil 400 millones de dólares) que sólo sirvió para el fortalecimiento de los cárteles, incrementar el número de muertos en nuestro país y la permanente infiltración de armamento para el crimen organizado (tipo Rápido y furioso). Eso sí, con Borolas los gringos se metieron hasta la cocina y cumplieron su objetivo de hacer y deshacer en territorio nacional.

Respecto de la citada adicción de la Casa Blanca, cabe recordar que su asistencia la proporciona a casi todos los países del planeta, por contar con alrededor de 800 bases militares fuera de su territorio y regadas en los cinco continentes, en las que mantiene desplegadas cerca de 200 mil tropas. Ese es el tipo de colaboración que pregona Salazar.

El verborreico embajador (con aires de procónsul) recibió respuesta: primero, la Secretaría de Relaciones Exteriores le envió una nota diplomática y le manifestó su extrañamiento por las sandeces por él expresadas.

Y, segundo, ayer la presidenta Sheinbaum advirtió sobre la disparidad de declaraciones de Ken Salazar, porque un día dice una cosa y otro lo contrario. “Tal fue el caso, por ejemplo, de la reforma al Poder Judicial; en una ocasión dijo que ‘le parecía bien’ y una semana después dijo que ‘iba a ser muy malo para México’. ¿Cuál declaración escuchamos, la de ayer o la de hace unos meses? Tiene que haber lógica en las declaraciones que hace uno; no puede uno decir primero una cosa y luego otra”. Además, subrayó, México es un país libre, independiente, soberano; hay y seguirá habiendo coordinación, pero no subordinación.

Entonces, antes de regresar a su país, Salazar se lleva varias medallitas negras de México, antes de que Trump ocupe la oficina oval.

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X: @cafevega