Ubicado en un terreno que anteriormente funcionaba como rastro, en la zona de Tacuba, el Centro de Sanciones Administrativas y de Integración Social El Torito ha albergado en 66 años de existencia a miles de personas por cometer una falta cívica, hasta artistas y empresarios, por conducir bajo los influjos del alcohol.

De enero a la fecha se han remitido 8 mil 872 infractores del programa Conduce sin Alcohol, principalmente hombres, y 23 mil 551 que incumplieron con la Ley de Justicia Cívica de la Ciudad de México, un promedio diario de 29 y 78 personas, respectivamente.

Su capacidad para albergar a 124 personas, 72 hombres y 52 mujeres, en una superficie de mil 730 metros cuadrados, se ha llegado a rebasar durante alguna celebración importante, aunque también ha estado vacío, como en la pandemia, recordó Hugo Hernández.

El jefe de seguridad comentó que algunos artistas son clientes consuetudinarios y hasta lo toman en broma sin que ello represente un trato especial, porque no se puede simplemente por protocolo, pues la igualdad es algo importante para nosotros.

Al término de la ceremonia del 66 aniversario de El Torito, explicó que las mujeres se encuentran en un anexo blindado, donde los únicos hombres que pueden ingresar son el director y un servidor, y al igual que los hombres, participan en actividades recreativas, culturales o lúdicas desde las 8 a las 20 horas que se terminan.

Nadie está encerrado, no están en una cárcel, y nosotros estamos obligados a resguardar su identidad y proteger sus derechos humanos, lo cual hacemos, aunque el mayor número de remitidos son vagoneros, donde algunos llegan a caer 40 o 50 veces en un año, comentó.

Las sanciones que les impone el juez cívico van desde un arresto de 13 a 20 horas o una multa de alrededor de mil 400 pesos, dijo, registrándose la mayor remisión en diciembre por vender su mercancía en las instalaciones del Metro.

También, destacó, se tiene gente en situación de calle que busca que las patrullas los suban y los traigan aquí, y aprovechar para bañarse, comer, dormir calientitos y hasta tener una nueva muda de ropa de las donaciones que recibimos, quienes se van mejor de cuando llegaron.