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Demonización y agresión al normalismo rural
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ace unos días se volvió a recordar el brutal suceso en el que decenas de estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa fueron víctimas de desaparición forzada. Como si sólo se tratara de un ejercicio de recordación de ese acontecimiento o como una fecha más del calendario, algunos medios tradicionales y alternativos se encargaron de darlo a conocer así, como parte de una rutina de comunicación propia de la programación del día.

Como si se tratara de encontrar motivos para satanizar al estudiantado de estas escuelas, las notas relacionadas con su participación en estas conmemoraciones rápidamente acaparan el interés de una sociedad que parece haber sucumbido a las campañas de odio y demonización de la pobreza emprendidas por personajes y grupos claramente interesados en la privatización de la educación. Y ahora es la propia sociedad la encargada de satanizar y demonizar al sector estudiantil de las normales rurales.

Si durante los años 20 y buena parte de la década de los 30 del siglo XX las comunidades vieron a estas instituciones como escuelas del diablo, más adelante, entre 1960 y 1965 los normalistas rurales fueron hostigados y perseguidos tras acusarlos de agitadores comunistas con el fin de hacer desaparecer este tipo de instituciones, como sucedió con las normales ubicadas en Saucillo y Salaices, en el estado de Chihuahua.

En abril de 1964, en el contexto de la visita del candidato del PRI al estado de Chihuahua, fue cancelado su discurso luego de que algunos jóvenes pretendieron reclamarle la necesidad de velar por la justicia social en la entidad. Mientras al día siguiente se definió como un acontecimiento local y se criticó a quienes pretendían darle un sentido de carácter nacional, luego se dijo que se trató de un vasto plan de agitación con repercusiones nacionales e inspirado en otras naciones (haciendo clara referencia a la revolución cubana); que se trataba de una guerra de guerrillas, con estudiantes principalmente de las escuelas normales.

En Aguascalientes sucedió lo propio. A mediados de abril y durante mayo, cuando se reunieron en Cañada Honda los representantes de diferentes sociedades de alumnos pertenecientes a la FECSM (Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México) para buscar medidas que ayudaran a su reunificación, José Santos Valdés recuerda que se hizo correr la versión de que los líderes de los normalistas rurales trataban de organizar un movimiento armado en todo el país y que el primero de mayo, aprovechando el desfile obrero en la ciudad de Aguascalientes, provocarían un motín sangriento.

Más adelante, los normalistas rurales de Roque, Guanajuato, fueron acusados de preparar un levantamiento armado para el mes de julio, particularmente el domingo, en que se llevarían a cabo las elecciones presidenciales (5 de julio de 1964). Situación que llegó a ser desmentida por los propios políticos y pobladores de esa región.

Ahora, al conmemorar la tragedia por la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa hace 10 años, las normalistas rurales de Cañada Honda, igual que lo hicieron los de todas las escuelas de este tipo en el país, salieron a las calles de la Ciudad de México, así como en la ciudad capital del estado de Aguascalientes para exigir justicia.

Aunque todo transcurrió en un ambiente de aparente tranquilidad, no sucedió lo mismo en las redes sociales o en las publicaciones realizadas por los normalistas rurales en los medios electrónicos.

En la página de Facebook de la Escuela Normal Rural Cañada Honda, Aguascalientes Oficial, donde muestran su participación en el mitin político frente a la Fiscalía General de la República en la Ciudad de México en apoyo a la jornada de lucha de la delegación de Ayotzinapa, Guerrero, el 26 de septiembre reciente, encontramos la agresión y demonización de algunos usuarios que dejaron comentarios como los siguientes: “Muy político inche vándalo, ya que cierren esa escuela porque sólo están usando para saquiar”; “Todas las escuelas rurales que las conviertan en federales, ya estuvo bueno de tanta tolerancia de los ayosinacos”; Pónganse a trabajar.

En el mismo sentido, en un portal informativo denominado Código Rojo Noticias, encontramos comentarios que hacen referencia a las estudiantes de Cañada Honda, Aguascalientes: Empieza otra vez el desmadre; “Otra vez las destroyers”; Se deberían de poner a estudiar; Trágalas Tierra; Cómo chingan pinches analfabetas, por eso México no progresa; “Ya deberían de cerrar esas escuelas…”; Se extraña a Díaz Ordaz jajajajaj; Por eso les pasan las tragedias, por revoltosos; “A mí esas mujeres no me representan, qué vergüenza…”

Parece que en tanto que la narrativa que se fue construyendo en torno al fenómeno del normalismo rural fue teniendo un impacto negativo en la sociedad, también se fue justificando la normalización de cualquier tipo de reacción frente a las demandas y manifestaciones estudiantiles. Situación que ayuda a comprender la decisión, cualquiera que haya sido el autor o los autores de este atentado y desaparición forzada de los jóvenes de la normal rural de Ayotzinapa, la noche más triste de Iguala, aquel 26 y 27 de septiembre de 2014.

* Profesor-investigador. Escuela Normal Rural Justo Sierra Méndez, Cañada Honda, Aguascalientes, México.