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Genera expectación el discurso de la primera presidenta

Sentimientos encontrados entre simpatizantes de la 4T

A muchos los agobia una profunda tristeza por la salida de López Obrador

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▲ El Zócalo estuvo ayer pletórico de ciudadanos para el primer discurso público de la nueva mandataria.Foto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de octubre de 2024, p. 9

Al filo de las 16 horas se escuchó el melancólico sonido del caracol usual de las ceremonias indígenas. Por un momento, Claudia Sheinbaum depuso la sonrisa para participar, con solemnidad, en el ritual que mujeres de los 70 pueblos originarios prepararon para entregarle el bastón de mando, un símbolo que representa el poder político y espiritual en la cosmovisión indígena. Minutos después, se dirigió por primera vez al pueblo para, pletórica de felicidad, asumir su deber fundamental.

“Me comprometo a seguir haciendo historia…”, lanzó con el puño en alto y el rostro de una satisfacción enorme por haber consumado su llegada a la Presidencia de México. Como si haber roto el monopolio del poder que por siglos ejercieron los hombres no fuera ya, de antemano, su más grande aportación a la historia nacional.

Tuvieron que pasar 503 años para que se consumara, según las cuentas de la nueva mandataria en el amanecer de su intervención, ante una plaza de la Constitución completamente llena. Miles esperaron con esperanza y expectación el primer discurso de la Presidenta. Una alocución con el nuevo sello: revertir las condiciones de adversidad en la vida de las mujeres.

¡No al clasismo!, ¡no al racismo!, proclamó continuando con el ideal obradorista, al que añadió con énfasis, ¡no al machismo!. Una frase celebrada por los asistentes, pero que no sólo quedó como una arenga política, sino que se complementó, más adelante, con el anuncio de todo un paquete de reformas legales y constitucionales para revertir la realidad de la mujer en México. Y de entrada, la creación de una Secretaría de Estado dedicada a su género.

La frase que acuñó en campaña (no llego sola, llegamos todas) se traducirá en un cambio en el marco legal que rige la difícil condición femenina: “Las reformas incluyen también mecanismos para que no exista brecha salarial entre hombres y mujeres: a trabajo igual, salario igual, no más discriminación laboral; gabinetes paritarios en municipios y estados; ley Olimpia y contra la violencia vicaria; el establecimiento de la ley ‘el agresor sale de casa’, para que sean ellos los que dejen el hogar y no las mujeres y sus hijos; obligatoriedad de mujeres en todos los ministerios públicos”.

Un decidido impulso desde la Presidencia para corregir deudas ancestrales con ellas.

Esperanza renovada

Desde temprano, el Zócalo comenzó a llenarse, aunque esta vez al conjuro de un nuevo liderazgo en el movimiento: Claudia Sheinbaum. Entre muchos de quienes llegaron al primer acto público de la nueva Presidenta hay confusión de sentimientos, una profunda tristeza, pero también una esperanza renovada en el porvenir.

Con la foto que compró de Andrés Manuel López Obrador –que ayer se vendió profusamente–, Marisela Ruiz, quien llegó desde Coatlán del Río, en Morelos, resumió en una frase su sentimiento: “tengo una tristeza inmensa, era único, mi presidente…”. Aunque guarda una gran expectativa en la primera Presidenta del país, y cómo no “si será la primera mujer en la Presidencia…”. Y con ese sentimiento ambivalente confió en que la realidad de su género se transforme.

También de tierras morelenses, nieta de un combatiente zapatista, Rosalba Rea también evocó a López Obrador y sus conferencias: “me sonaban a música sus conferencias… era muy alentador su mensaje”. Era un líder cuya trayectoria seguía desde aquellos tiempos en que la toma de pozos petroleros le valió una descalabrada, responde con un romanticismo obradorista que ayer comenzó a expandirse entre el movimiento.

Luis Alberto Quiroga, otro militante veterano de Morena, basa su expectativa en el gobierno de Sheinbaum en su larga trayectoria de izquierda, sus principios y su congruencia, aseguró.

Entre la multitud que llegó desde temprano, los fieles seguidores del movimiento, esa misma ambivalencia domina su estado ánimo.

–¿Está triste o alegre?

–Estoy triste y alegre –responde Alejandro Cuenca sin titubeos. Llegó al Zócalo acompañado de su familia, quienes llevan diversos objetos alusivos al ex presidente. La figura caricaturizada y sonriente de López Obrador plasmada en una cobija o uno de las decenas de amlitos que ayer elevaron su cotización, porque el tabasqueño no estará más en el día a día de la gente con su omnipresencia sustentada en sus mañaneras.

Por más bienestar

La figura del gran líder de la Cuarta Transformación se extendió en la concentración popular para dar la bienvenida a Sheinbaum, quien mencionó hasta en 10 ocasiones al ex presidente en su discurso. Allá en tu casa, compañero Andrés Manuel, siempre estarás en el corazón del pueblo, evocó la Presidenta desde el comienzo de su discurso.

Fue el prólogo a su programa de 100 puntos que presentó a la nación desde la histórica Plaza de la Constitución. Habló de trenes, energías renovables, de drones, de inteligencia en las tareas de seguridad, de la innovación… un largo etcétera con particular énfasis en ampliar la ruta del bienestar social que abrió su antecesor.

Ya para concluir, aludió al complejo problema de la inseguridad en México, reivindicando el traslado de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, ofreciendo garantías de que es una medida que dista de la militarización que pregonan algunos. Además, la comandanta suprema de las fuerzas armadas es una civil y es mujer, y nunca vamos a dar una orden para reprimir al pueblo de México.

Era su gran día, una jornada frenética que arrancó como ciudadana que salió al encuentro de su destino y concluyó como una mujer que cambió la historia, investida como Presidenta, responsable de conducir al país los próximos seis años. Y sí, aunque se ha dicho hasta la saciedad, no deja de ser extraordinario: la primera Presidenta de la República en México.

¡Que viva México!, gritó tres veces con vehemencia Sheinbaum al concluir su primera arenga pública dirigida al pueblo que la cobijó ayer en el arranque de su gobierno.