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Milei y su batalla contra la cultura
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no. En 10 meses de gestión, el liberticida Javier Milei logró que la pobreza creciera a 53 por ciento, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Indicador que, de incluir a sectores bajos con ingresos fijos que vienen perdiendo poder adquisitivo, ascendería a 74 por ciento (35 de 47 millones de argentinos).

Dos. Desglosados, los números del Indec registran 8.5 millones de indigentes, y en pobreza más de la mitad de los menores de 14 años. Castigo que en los de 15 a 29 años trepa a 60 por ciento, en tanto 48.6 de los que tienen de 30 a 64 años, llevan una vida precaria. Ni hablar del salario mínimo, que perdió 26 por ciento.

Tres. Unicef estima que un millón de niños se van a la cama sin cenar en el país de los alimentos. Y con el miserable pretexto de que los movimientos sociales viven-del-Estado, el liberticida dejó de suministrar alimentos a millares de comedores populares. De tal suerte que la Iglesia, de un lado, y el narco, por el otro, suplieron la tarea.

Cuatro. El electroencefalograma plano de Milei fue diseñado por el ultraliberal Alberto Benegas Lynch, quien en los años 90 sirvió de nexo entre los tecnócratas neoliberales formateados por el llamado Consenso de Washington, y el peronista faccioso Carlos Menem.

Cinco. Primo segundo del Che, Benegas Lynch inyectó en su criatura de laboratorio la idea de que la justicia social es una aberración, los derechos humanos un curro (negociado), los luchadores sociales terroristas, la educación pública un costo, y las universidades estatales, junto con los institutos de investigación científica, centros de adoctrinamiento. A más de impugnar la memoria histórica y símbolos patrios, la noción de soberanía, el respeto a jubilados, el acceso gratuito a la salud y medicamentos, siga usted.

Seis. Orientado por su tutor, Milei prestó atención al economista Ludwig von Mises (1881-1973), ideólogo de la escuela austriaca (pionera del neoliberalismo), que en su libro Liberalismo (1927), vislumbró en el fascismo una herramienta de emergencia contra el bolchevismo. No obstante, creer que Milei es fascista, sería ofender a Mussolini, subestimando a millones de jóvenes que lo votaron para expresar su enojo contra la deplorable gestión presidencial de Alberto Fernández, denunciado hoy, penalmente, por satiriasis.

Siete. Más atinado, creo, sería decir que lejos de ser un outsider o fenómeno político, el liberticida surgió del perfil histérico de una sociedad culturalmente yoísta, apátrida, antipopular, conservadora, y visceralmente antiperonista, que en el balotaje, con fina intuición clasista, volcó sus votos (25.66 por ciento) a los cosechados por La Libertad Avanza (sic) en la primera ronda electoral (29.99).

Ocho. Ahora bien. ¿Cómo se logró en tiempo récord, el desastre de lo que el liberticida, hieráticamente, llama milagro argentino? ¿Destruyendo el Estado desde adentro, como suponen algunos, o usándolo de garantía para subastar los recursos naturales del país, y honrar-los-compromisos-externos? (leáse: saqueo del FMI y los f ondos buitres de inversión).

Nueve. Para ello, Milei degradó o eliminó 12 ministerios de un plumazo, congelando la obra pública y dejando a docenas de miles de trabajadores estatales en la calle, a saber:

Ministerios de Educación, Cultura, Trabajo, Desarrollo Social y de la Mujer, agrupándolos en el Ministerio de Capital Humano (sic).

Ministerios de Transporte, Obras Públicas y Desarrollo, agrupándolos en el Ministerio de Infraestructura (sic).

Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, junto con el de Turismo y Deportes, transferidos al Ministerio del Interior (Gobernación). En tanto, el de Ciencia, Tecnología e Innovación pasó a la jefatura de gabinete, y el de Justicia y Derechos Humanos cambió su nomenclatura a, simplemente, Ministerio de Justicia.

Diez. Días atrás, Milei disertó en la asamblea general de la ONU, y criticó al organismo por imponer una agenda ideológica (sic). Entonces, el grueso de los 193 representantes abandonaron el recinto, y algunos recordaron, posiblemente, el Día Mundial del Gorila (sic, 24 de septiembre).

Once. De paso, nuestro héroe del mes asegura estar librando una batalla cultural contra el socialismo (sic). Sólo que en casa, tal batalla se libra contra el peronismo desde hace fúuuu… Una identidad político/cultural, que la fauna oligárquica ha tratado de erradicar con leyes antilaborales, persecuciones, cárcel, tortura, desaparecidos, asesinatos y genocidio. Habiendo sido el fallido magnicidio contra Cristina Fernández el último intento para dispersar la caballada que no olvida a Juan Domingo Perón.

Doce. El gran pensador cubano José Antonio Portuondo (1911-96), decía: la cultura es la expresión de la conciencia nacional. Por consiguiente, veremos si en el país de Maradona y Freud, el cruel humanoide que las fuerzas del cielo (sic) sentaron en la silla presidencial, consigue borrarla de todo un pueblo, enajenando a una sociedad enferma.

Primera parte https://www.jornada.com.mx/2024/09/18/opinion/019a1pol