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75 aniversario

China: lo económico es reflejo de lo político
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▲ El presidente chino, Xi Jinping, y otros líderes del Partido Comunista de China y de Estado, acudieron ayer a una ceremonia de colocación de ofrendas florales dedicadas a los héroes caídos, en la Plaza de Tiananmen, en Pekín.Foto Xinhua
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Periódico La Jornada
Martes 1º de octubre de 2024, p. 26

Chengdú. Los ingresos por habitante en China se han multiplicado por 50 desde 1960, una década después de que este país se convirtió en la República Popular de China y adoptó un modelo económico propio que, entre traspiés y ajustes, ha pasado por la planificación central, la industrialización y un mercado abierto al exterior.

La mayoría de nosotros nos sentimos muy orgullosos con el desarrollo de China porque hace 70 años vivíamos en una situación de mucha pobreza, explica Fan Shanping, filóloga de español de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Suroeste. Fue luego de la década de 2010 cuando el llamado milagro chino se vio de manera más clara en su entorno, relata.

Su generación es una de las protagonistas del salto de esta nación de ingresos bajos a ser una de medios-altos. Impulsado por la política del hijo único y una expansión económica que avanzó por encima del crecimiento de la población, el producto interno bruto (PIB) por habitante de China pasó de 238.2 dólares constantes en 1960 a 12 mil 174 dólares en 2023.

Esos datos reportados por el Banco Mundial exhiben que el ingreso promedio de la población en un país de mil 400 millones de habitantes creció 50 veces en términos reales. La movilidad social se disparó en las generaciones de nacidos entre 1981 y 1988, pero sobre todo para las de aquellos que nacieron entre 1970 y 1980, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Bonn.

Inclusión de las mujeres, factor clave de crecimiento

Dos de los principales impulsos del crecimiento económico y la movilidad social fueron la alfabetización de las mujeres jóvenes y su inclusión en el mercado laboral. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), China pasó de reportar que 82.1 por ciento de su población de mujeres jóvenes estaba alfabetizada en 1982 a 99.76 por ciento en 2020.

En ese tránsito de levantarse, con la fundación de la República Popular en 1949; crecer económicamente, con la Reforma y la Apertura iniciada en 1978, y empoderarse como potencia mundial en años recientes, lo político no domina las charlas cotidianas de una sociedad que, aun con las disparidades que llegan a aparecer, sacó de la pobreza a cerca de 800 millones de personas, prácticamente lo equivalente a toda la población de Europa.

Mao Tse-Tung no pierde vigencia como el ícono de la fundación de la República Popular de China. Su papel en el imaginario colectivo, 75 años después de haber decretado un nuevo país en esta milenaria sociedad, no pierde espacio entre los jóvenes. A reserva de la polisemia en la traducción, las frases con las que se refieren a él van desde ícono, ídolo, gurú o dirigente, aunque hay quienes dicen que fue como un Dios.

Para nosotros fue un gran hombre que fundó el país, lo guió a una dirección correcta para el desarrollo, comenta Elena, de apenas 20 años. Al margen de esa relevancia atribuida al “chairman Mao” –como se le llama cuando se habla de él en cualquier lengua extranjera– hay quienes consideran fundacionales políticas como la Revolución Cultural y el Gran Salto hacia Adelante.

En una conversación aparte, la profesora Fan explica que Mao es una suerte de gurú, es el líder más importante a lo largo de la historia de nuestro país. Su influencia directa se vivió durante la generación de sus abuelos, pero ya no tiene el mismo protagonismo. Ahora los jóvenes, los chicos, sienten ese apego por el presidente Xi Jinping.

Mao no ha perdido su lugar. Su retrato en medio de Tiananmen se ha mantenido como símbolo perenne. Sin embargo, el protagonismo de su pensamiento se ha ido diluyendo en sentido comunitario frente a nuevos liderazgos.

El pensamiento de los líderes (sea Mao, Deng Xiaoping o Xi) no es el de una persona, es el de todo el Partido Comunista de China. Muchas personas discuten para encontrar una dirección adecuada para el desarrollo de China, explica Elena, una joven de apenas 20 años.

Xi Jinping y su pensamiento son un timbre de orgullo para una población joven que de manera velada y a veces un poco más abierta encuentran dignidad en la manera en que China planta cara frente a Estados Unidos y en la capacidad de decir no a la nación que controló el tablero mundial la mayor parte del siglo XX.

“Tenemos esta educación patriota –dice Fan–. Desde pequeños nos enseñamos a amar a nuestro país”. En casas y escuelas se ha insistido en la historia de China, en su vastedad y en esa vocación de revitalizar su esplendor. De ahí que los logros, sobre todo en la mejora de calidad de vida, generan orgullo entre la población, destaca la profesora en medio de un centro turístico de la meseta tibetana. Creemos que nuestro país ha logrado mucho éxito, subraya.

Fan explica que gran parte de la población joven admira a Xi. Sin embargo, el presidente o la política en general no son temas cotidianos. Realmente nunca hablamos mucho de él porque está muy lejos de nuestra vida diaria, pero lo tenemos como ícono moral.

La profesora considera que la mejora de las condiciones de vida ha sido el principal hito de China. Creo que cada país tiene sus problemas, pero si se hace una comparación entre los logros y los fallos, los problemas son insignificantes, sostiene.