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Suecia no es un lugar seguro para las personas queer, denuncia Fever Ray
The Independent
Periódico La Jornada
Martes 3 de septiembre de 2024, p. 9

El nombre artístico de la sueca Karin Dreijer es Fever Ray. Es parte de The Knife, banda de electro que creó junto con su hermano Olaf, la cual pudieron escuchar los mexicanos en el pasado festival Corona. Con la agrupación ha desarrollado un arte marginal poderoso que juega con la identidad y el anonimato.

Fever Ray, que utiliza su voz patentada con cambio de tono para abarcar temas como la sexualidad, la identidad o la familia, sigue sonando, como la noche del domingo en el festival inglés End of The Road, a través de su última entrega Radical Romantics.

Habla con The Independent sobre las actitudes regresivas hacia las familias en Suecia, la declaración de identidad no binaria y la amenaza que supone para los artistas el ascenso del partido de extrema derecha en su país.

A Dreijer le lleva tiempo convertirse en la artista electrónica queer Fever Ray. Físicamente, es un proceso largo que implica maquillaje estridente, un traje enorme y a veces una peluca, pero más a menudo una gorra calva. Sicológicamente, la transformación requiere más dedicación. Si ha pasado un tiempo desde que toco, intento ponerme todo el disfraz con mucha anticipación y simplemente sentarme allí, dice Dreijer, persona no binaria de 49 años. Necesito volver a familiarizarme con él.

Las máscaras siempre han sido su afición. Hace dos décadas, cuando empezó con The Knife, rara vez se le fotografiaba sin disfraz. Con su hermano nunca asistieron a alguna entrega de premios, pese a que los ganaron varias veces, y cuando Dreijer aceptó uno por su trabajo en solitario como Fever Ray, en 2010, lo hizo con una aterradora máscara de carne que parecía la de Miss Piggy en una sauna.

Probablemente la privacidad fue el objetivo inicial, pero hoy día los disfraces tienen un propósito diferente. Ya no pienso en ese sentido. Es más una forma de hacer que la actuación sea verdadera o real, una forma de intentar contar historias con más claridad, afirma.

Está en su casa, en Estocolmo, tomándose un respiro de la gira antes de volar al Reino Unido. En el escenario, hace que su música cobre vida de forma palpable y palpitante, normalmente acompañada de un asombroso espectáculo de luces.

Pop contra metal

Es un poco raro entrevistar a Dreijer, por la sencilla razón de que no es común que publique música. En 15 años, como The Knife han lanzado sólo tres álbumes, cada uno tan aclamado por la crítica y esperado como el anterior. Como Fever Ray, Dreijer hace pop experimental que se deshace de los ritmos metálicos de club de The Knife, al tiempo que conserva la amenaza y el humor juguetón.

El más reciente de estos discos, Radical Romantics, llegó el año pasado; nos recuerda la breve existencia de The Knife como los dance-poppers del momento, a principios de 2000, gracias al lanzamiento de Heartbeats, inmortalizado en anuncios, listas de reproducción de cafés y la popular versión acústica de José González. Radical Romantics sigue los pasos de Plunge de 2017, impulso libidinoso de un álbum.

Mientras The Knife encontraba inspiración en la política y la teoría crítica, Fever Ray ofrece a Dreijer la oportunidad de explorar un territorio más introspectivo. “Me interesa más cómo sentir y poder sentir cosas –revela–, pero creo que eso también es muy político”.

Es crítico: En Suecia, la política en torno a las familias ha empeorado. Hay una nueva ola de mujeres jóvenes que quieren quedarse en casa y no tener educación formal o encontrar un trabajo porque quieren ser amas de casa. Creo que es muy importante para la sociedad practicar un cuidado colectivo de los niños porque es mucho trabajo criarlos. La idea de familia en Suecia es muy binaria, muy limitada a la monoparentalidad, pero las familias en las que hay tres o más padres, creo que son geniales.

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▲ Además de cantante solista, Karin Dreijer (Fever Ray) forma parte de The Knife.Foto tomadas de Facebook

Cuando hacía música como The Knife empezó a traspasar los límites del género. Dejando de lado la dulzura de sus primeros éxitos, los hermanos se adentraron en territorios más extraños. Sus voces estaban tan procesadas que parecían emitirlas desde un lugar desconocido sin género ni nombre.

Me di cuenta de que si digo algo con una voz muy femenina, se lee de una manera totalmente diferente a que si lo digo con una voz oscura y masculina, considera. La música era un espacio libre para jugar de una forma que no sabía que necesitaba en ese momento.

Ha sido un viaje que comenzó con la creación musical. Cuando empezamos, no tenía las palabras para entender lo que estábamos haciendo, pero ahora puedo verlo, expresa. Creo que tiene mucho que ver con sentirse libre, algo con lo que mucha gente está luchando ahora.

Karin es consciente de lo que dice, ya que tiene dos hijos, de 21 y 17 años. Cuando eran muy pequeños, no sabía nada sobre las personas trans o las identidades no binarias, pero es algo de lo que hemos hablado mucho en los últimos 10 años, así que espero ser lo más abierta posible.

Esto más de lo que Dreijer puede decir de Suecia, que, como país, afirma, “nunca es realmente seguro para las personas queer”.

Peligro a la vista

Su reciente tema, What They Call Us, trata sobre esta sensación de peligro inminente. Está escrito, comparte, desde “una perspectiva muy queer”, pero también desde la perspectiva de un artista.

Los partidos de derecha suecos no sólo quieren quitar derechos a las personas trans, también recortar el financiamiento a la cultura, asesta. Al final, harán que la gente sea más estúpida, lo que les permitirá dirigir mejor su política.

En las elecciones de 2022 de su país, los votantes expulsaron a los socialdemócratas, partido responsable de construir el estado de bienestar sueco, y por primera vez, los de derecha radical obtuvieron poder político real, convirtiéndose en el segundo más grande en el parlamento.

Dreijer creció en Gotemburgo y se abrió camino en la música con la guitarra indie, y se empecinó en seguir con esta profesión. Mis padres no podían decirme nada porque me fui de casa cuando tenía 18 años. Y en Suecia, la universidad es gratuita. No necesitas su bendición o permiso para hacer nada en ese sentido porque no necesitas su dinero, que a veces es lo mismo.

Sin embargo, la escena de la guitarra no era para ellos. Era un ambiente muy masculino y muy heterosexual, rememora Dreijer. Sellos dirigidos por hombres que fichaban a sus amigos que también eran hombres.

Con su banda en ese momento, Dreijer terminó lanzando música en un sello dirigido por hombres. Tuve que hacer muchos sacrificios, subraya; en qué sentido, Karin no puede recordar exactamente. Sacude la cabeza como si estuviera borrando una pesadilla y ríe. He intentado olvidar, murmuró finalmente, pero estoy muy feliz de haberme ido. Cientos de miles de fans también están muy contentos por eso.

Traducción: Juan José Olivares