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Eckart Boege y los impactos de la bioculturalidad en México
E

n su devenir, la ciencia ha transitado por cuatro momentos claves. La fundación de las primeras sociedades científicas en el siglo XVII (la Royal Society, en Inglaterra, en 1660 y la Académie Royal des Sciences, en Francia, en 1666); el siglo XIX, cuando se trazaron los principales campos del conocimiento científico con Ch. Darwin, K. Marx, A Von Humboldt, H. Spencer, Ch. Lyle, P. Kropotkin; el siglo XX con la expansión explosiva que llevó a la especialización y fragmentación del conocimiento, y una fase de integración de los conocimientos hacia finales del siglo XX. Cuatro construcciones teóricas innovadoras han aparecido en esta última fase: a) la llamada ciencia para la sustentabilidad (sustainability science); b) el abordaje socioambiental; c) el metabolismo social, y d) el paradigma biocultural. Todos elaboran conceptos y métodos que integran los procesos sociales y naturales en un mismo abordaje. Como desarrollamos en una publicación reciente, la diversidad o riqueza biocultural es el resultado de la confluencia entre la diversidad biológica, la diversidad lingüística y la agrodiversidad (especies de plantas y animales domesticados). Esto permite evaluar el patrimonio biocultural de un país, región, entidad federativa, municipio, etcétera. México es el segundo país con mayor riqueza biocultural del mundo después de Indonesia y por delante de India, Australia y Brasil (https://acortar.link/nczCaY).

El pasado 9 de agosto, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) organizó y celebró un merecidísimo homenaje a Eckart Boege, el antropólogo que durante una trayectoria académica de 50 años rompió los cánones de los estudios sobre las culturas mesoamericanas e introdujo la perspectiva biocultural. En vez de aplicar la teoría aprendida, Boege buscó comprender la realidad a partir de la realidad misma, y eso lo llevó a tener que aprender botánica, zoología, ecología, cartografía, demografía, etcétera, es decir, a volverse multi e interdisciplinario. Pero también a poner en práctica sus conocimientos junto con los pueblos indígenas y comunidades equiparables y otros actores, en lo que hoy se llaman acciones transdisciplinarias. De su vasta obra (ver: https://www.aacademica.org/eckart.boege) destacan el libro El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México, publicado en 2008; la organización y publicación del Códice Masewal, realizado con Luis Enrique Fernández; un Plan de Vida para los próximos 40 años diseñado por la cooperativa indígena Tosepan Titataniske de la Sierra Norte de Puebla (40 mil familias organizadas), y la edición de los cinco tomos de la Etnografía del patrimonio biocultural de las regiones y territorios indígenas de México, escritos por más de 70 investigadores en 31 comunidades del país y publicado por el INAH.

Muchas son las consecuencias que ha tenido la adopción del paradigma biocultural en México. La primera es que comprometió a la academia y a las instituciones públicas a sumarse a la defensa de los territorios de los pueblos, pues es en los territorios donde tienen lugar los procesos bioculturales, donde se aloja la biodiversidad, y de donde surjen los elementos que le dan identidad a las culturas. La segunda es que ello llevó a la defensa del maíz y de la milpa, como las mayores expresiones bioculturales de la tradición mesoamericana. Hoy la Semarnat tiene ya una entidad dedicada al tema, y en ambas Cámaras el concepto es utilizado por muchos legisladores, comenzando por la presidenta senadora Ana Lilia Rivera. Existe una Red del Patrimonio Biocultural de México, que fundamos en 2011, que ha publicado más de 60 libros y que hoy agrupa a unos 180 investigadores (https://patrimoniobiocultural.com/ ) y existe ya la Reserva Biocultural del Puuc en Yucatán, iniciativa que surgió de cinco municipios mayas que formaron una alianza de manera autogestiva (https://acortar.link/GuCSbX).

Esta modalidad deberá multiplicarse por toda la República. De alguna forma, lo biocultural es una derivación de las tesis que Guillermo Bonfil Batalla desarrolló en su libro México profundo, y que hoy son sustento de la visión que el Presidente del país sostiene sobre la Cuarta Transformación. La bioculturalidad impregna ya la vida del país.