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El mundo que nos espera
E

l cierre de 2024 será trepidante. Cierre de administración, reforma constitucional en materia de justicia así como la extinción de los órganos autónomos, elección presidencial en los Estados Unidos, volatilidad en los mercados internacionales e inicio de un nuevo gobierno. Todo esto en un contexto global de enorme tensión, y marcado en los últimos días, por la hora más complicada del chavismo en dos décadas. Los meses siguientes serán definitorios y definitivos para la marcha del país, de la economía y de la geopolítica.

Vamos por partes. El cierre de las administraciones presidenciales es un momento de tensión, reacomodos y riesgos. La memoria colectiva tiene frescas las decisiones que, al término de una administración, han marcado la siguiente; e incluso, han marcado el destino económico de generaciones, como ocurrió en 1982 o en 1994. La cohesión política en el partido gobernante disminuye ese riesgo, sin duda, pero septiembre será tal vez, el mes más relevante en los últimos seis años. La nueva administración ha tratado de enviar señales adecuadas con los perfiles del nuevo gabinete, que, sin renunciar a su militancia o afinidad política, tienen en buen numero experiencia en cada uno de los frentes bajo su responsabilidad. Ojalá, por el país y pensando en México, que la transición sea exitosa.

Lo menciono porque inmediatamente después del arribo de la primera presidenta de México, tendremos que enfrentar la vieja relación con los Estados Unidos, con nuevas prioridades y agenda, que va mucho más allá del T-MEC, y que se entrecruza con la agenda de seguridad hemisférica, la migración y la promesa –de republicanos y demócratas– de endurecer la política contra quienes se atreven a cruzar ríos y desiertos, en busca del sueño americano.

En ese sentido, la elección en los Estados Unidos pinta para tener un final de fotografía. Algo que debemos reconocerle a Joe Biden es que, sacrificando el interés personal y su propio legado político, reconfiguró por completo el escenario electoral al dar paso a Kamala Harris, quien aparece empatada o arriba de Trump, en múltiples encuestas. Además, el momentum demócrata se ha visto fortalecido por la elección de Tim Walz como candidato a la vicepresidencia. Un candidato que, al igual que JD Vance, es del midwestern, pero a diferencia del republicano, puede convocar a electores distintos a los de su compañero de fórmula. En otras palabras, Vance alude al mismo elector que el de Trump. Walz amplía el electorado potencial de los demócratas, atacando una base que no necesariamente tendría a Kamala Harris como opción, pero que sí votará por ella por el sólo hecho de tener a Walz de mancuerna.

Trump pasó de la apoteosis posterior al intento de asesinato, a perder el dominio de la agenda mediática. De ese tamaño fue la decisión de Biden y la reconfiguración del escenario electoral. Dicho esto, la gran pregunta que queda hacer es si todo esto le alcanzará a Harris para ganar la presidencia. Al final del día, no deja de ser la candidata mujer, hija de migrantes de la India y Jamaica, con visiones progresistas y defensora de derechos civiles, en un país que ha dado una vuelta al conservadurismo, a visiones casi confesionales en lo social, a la defensa recalcitrante de la posesión de armas de fuego, y tristemente, al sur profundo de los años cincuenta en lo racial, en amplias zonas de ese país.

Ese Estados Unidos, más corrido a la derecha que el que permitió la elección de Obama en 2008, ¿va a elegir a Kamala Harris en 2024?, esa es la respuesta que no solamente definirá a quien detente el poder, sino que hablará mucho de la sociedad estadunidense, sus filias, fobias, apegos y complejos históricos.

Esto lo sabe el mercado. Tan es así, que el inversionista arquetípico de Wall Street, Warren Buffet, lleva acumulando efectivo en el fondo que preside desde el año pasado. Síntoma de la aversión al riesgo que nos espera por parte de los inversionistas, en un contexto precedido por una inflación que no cede, y una política de altas tasas de interés que empieza a agotar a todas las estructuras económicas.

Ese es el mundo que nos espera de aquí al cierre del año. Con factores de inestabilidad que parecen inconexos, pero que pueden provocar una turbulencia global preocupante.