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Sergio Olhovich presentó su versión de tesis universitaria de Llovizna
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▲ Para recibirse de cineasta en una universidad rusa, Olhovich hizo un corto de su largometraje.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de agosto de 2024, p. 7

El largometraje Llovizna (1977), de Sergio Olhovich (Sumatra, Indonesia, 1941), fue presentado en la Cineteca de las Artes dentro del ciclo Cine Creación, con la asistencia de este director mexicano y donde hubo una sorpresa. Ésta consistió en la proyección de un corto de 20 minutos con el mismo nombre, realizado por Olhovich en 1968 para recibirse de cineasta en la Universidad Panrusa Guerásimov de Cinematografía, en Moscú.

En una charla conducida por José Antonio Valdés Peña, Olhovich contó que para su trabajo de diploma se puso a leer cuentos mexicanos, y La llovizna, de Juan de la Cabada, lo cautivó. Como todo sucedía de noche, con lluvia, en el interior de un coche, no se comprometía con el paisaje ruso porque no se veía nada, de modo que, podía plasmar un ambiente mexicano.

Al principio del corto aparece un acueducto, como los hay aquí, que me sirvió para crear la atmósfera de México. Los magueyes que se ven los hicimos de cartón porque en Rusia no hay. La carretera era una vía abandonada en medio del campo. Pude filmar en español porque invité a actuar a alumnos mexicanos que estudiaban en otras universidades. El personaje principal, el chofer, es un actor ruso, quien, de acuerdo con el cuento, casi no hablaba, entonces se hacía pasar por mexicano.

Olhovich, anotó Valdés Peña, forma parte de una generación de directores egresados de las escuelas de cine que había en los países socialistas en los años 60 del siglo pasado. Sus alumnos salían con una formación en un cine políticamente comprometido.

Todos éramos casi de la misma edad, agregó el director. Era una época de mucho movimiento social y político. Todos veníamos con una conciencia de que había que hacer cine de corte social, diferente a lo que se producía entonces en México, como películas de cabareteras o muy fresas, totalmente desprendidas de la realidad de nuestro país.

Fue entonces que se creó la empresa Dasa Films, una especie de cooperativa con una forma de trabajar que reflejaba el tipo de cine que queríamos hacer, es decir, comprometido socialmente hablando, además, apoyado por el Estado, apuntó Olhovich.

Juan de la Cabada

Tuvieron que pasar varios años para que hiciera de nuevo Llovizna, un retrato de lo que es nuestro país, donde conviven dos mundos: el México profundo y el México neoliberal, socialmente diferentes, los cuales desconfían uno de otro. Me di cuenta de que tenía que volver a filmarlo pero con más profundidad.

Mientras el meollo del cuento de Juan de la Cabada es el mismo, para el largometraje, el director dio forma a las emociones y los pensamientos que el autor describe en el texto. Es decir, el racismo, la mentira, el engaño y el autoengaño que, por desgracia, todavía vivimos hoy.

Olhovich entregó el guion precisamente antes de que terminara el sexenio de Luis Echeverría y así pudo conseguir el contrato para filmarlo en la gestión de José López Portillo. En la charla recordó que Juan de la Cabada había quedado encantado con el corte de 1968, porque era fiel a su cuento. Sin embargo, “cuando le enseñé el largometraje, me dijo que había destruido su obra. Le contesté: ‘Juan, tu obra sigue allí, pero ésta es mi obra. Me basé en tu cuento, pero ya es mi película’”.

Al cineasta le gusta trabajar con obras literarias porque existe la seguridad de que hay una buena base. Las reacciones, no obstante, han variado mucho. Mientras a Carlos Fuentes le agradó la adaptación de su cuento Muñeca reina, pasó todo lo contrario cuando filmó Coronación, basada en una novela de José Donoso, que le pareció un horror.

El cinerrealizador sigue activo y prepara su próxima película, cuyo título hasta el momento es 1938. Tiene que ver con la expropiación petrolera en la época de Lázaro Cárdenas; también le gustaría hacer un filme basado en el cuento Casa tomada, de Julio Cortázar.