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Juegos Olímpicos París

Domaron miedos y logran áurea por equipos

Simon Biles regresa a la cima del podio con Estados Unidos
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▲ Jordan Chiles, Sunisa Lee y Biles festejan su medalla dorada en la gimnasia.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Miércoles 31 de julio de 2024, p. a10

París. Simone Biles regresó a reclamar el lugar que le pertenece a ella y su país en la gimnasia. Una reivindicación después de que un colapso emocional le impidió continuar con su acostumbrada presencia en la cima del podio en Tokio 2020. Este retorno no era un simple nuevo intento, sino un verdadero acto de redención.

Así Biles apareció otra vez en su sitio predilecto: lo más alto del podio olímpico. Otra vez. Y junto a sus compañeras del conjunto estadunidense reconquistaron el oro en la final por equipos, la misma que perdieron en Tokio cuando ella renunció a seguir en la competencia.

Gracias a una Biles imperial, la puntuación total de 171.296 de las estadunidenses superó ampliamente las de Italia (plata) y a Brasil (bronce). Fue el clímax de un año en el que Biles consolidó su lega-do como la más grande de su deporte y entre las más sobresalientes en la historia de los Juegos Olímpicos.

No fue tan fácil. El equipo de gimnastas reconoció que había experimentado ansiedad la víspera, y decidió sostener una conversación antes de la final del martes.

Creo que estábamos teniendo algunos problemas, dijo Biles. Así que definitivamente fue algo necesario.

Para el momento en que llegaron a la prueba, la tensión se había ido, en su lugar sólo había una sensación de alegría muy evidente. Y poco después llegó el resultado usual en la gimnasia actual, sin Rusia en el horizonte, las estaduni-denses están otra vez en lo más alto y el resto del mundo atrás.

El oro nunca estuvo en duda desde el momento en el que Jordan Chiles inició la noche al completar su doble Yurchenko en salto de caballo.

Para cuando Biles saltó al piso para la último prueba, con un vendaje en la pantorrilla izquierda que le causó molestias durante la clasificación, su quinto metal dorado olímpico estaba al alcance. Lo consiguió con un ejercicio de piso al compás de la música de Taylor Swift y Beyoncé.

La campeona de 27 años decidió cerrar a lo grande, sellando el tercer oro de Estados Unidos en las últimas cuatro ediciones de los Juegos.

Indomables

Las estadunidenses siguen indomables –aunque no perfectas, así es la gimnasia– cuando están en todo su esplendor.

Y a lo largo de dos horas ante un público que incluyó a la legendaria tenista Serena Williams, la actriz Natalie Portman y el esposo de Biles, el safety de los Osos de Chicago, Jonathan Owens, la gimnasta no dejó duda alguna sobre su clase.

Tampoco quedaron muchas dudas sobre su condición como la más grande de la gimnasia. Tras haber dejado atrás los twisties que le afectaron en Tokio –aquellos giros espectaculares que le provocaban vértigo y por los cuales abandonó la competencia–, confirmó su sitio legítimo en el Partenón del movimiento olímpico de Estados Unidos.

Cuando terminé el salto, fue un alivio, confesó Biles sobre lo que sintió en esta final de retorno. “Me dije ‘uf, no he tenido flashbacks ni nada’”, agregó aliviada y dejó ver los temores que deben domar los atletas en estas instancias.

Ocho años antes, Biles había triunfado en Río de Janeiro con un grupo que apodaba Abuela a Aly Raisman, quien tenía 22 años. Ahora Biles tiene 27, está casada, y volvió junto con Jade Carey (24 años), Chiles (23), Lee (21) y la adolescente Hezly Rivera.

Nadie nos puede encasillar ahora, expresó Biles, quien de nuevo desafió los conceptos sobre lo que una gimnasta puede hacer o no.

Tres años después de apartarse de la misma competición para cuidarse –decisión que convirtió la salud mental en el deporte un tema central junto al entrenamiento–, Biles incrementó su cosecha de medallas a 38, que la convierte en la gimnasta más condecorada de ese país.

Ocho de esas han sido bajo los anillos olímpicos, dejando atrás a Shannon Miller en cuanto a la mayor cantidad obtenida por una gimnasta estadunidense.

Pero su regreso no fue específicamente con el objetivo de ganar. Nunca fue su obsesión. Obedeció a la alegría de competir que había extraviado en algún momento.