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El Salón de la Plástica Mexicana saca del olvido a la muralista Electa Arenal

Con la exposición Artista revolucionaria recupera sobre todo obras que realizó en Cuba en los años 60

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Represión, que refleja el interés de Electa Arenal por la lucha social.Foto cortesía del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura
 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de julio de 2024, p. 2

Tras su trágica muerte, la pintora, escultora, muralista, poeta y luchadora social Elena Electa Arenal Huerta ingresó a las legiones de mujeres artistas mexicanas tristemente olvidadas por la historia.

El Salón de la Plástica Mexicana la recuerda con lo que resulta ser su primera exposición individual, la cual pone énfasis en su obra realizada en Cuba: Electa Arenal, 1935- 1969: Artista revolucionaria, que comprende piezas originales, reproducciones de trabajos que se encuentran en Cuba, fotografías y documentos.

Hija de la muralista coahuilense Elena Huerta (1908-1997) y Leopoldo Arenal, cuñado de David Alfaro Siqueiros, ambos miembros del Parido Comunista Mexicano (PCM) y de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, no es de extrañar que Electa Arenal, como firmaba, fuera una artista comprometida con las causas sociales.

En mayo de 1941, la parte materna de la familia se exilió en la URSS a raíz del atentado contra Leon Trotsky el año anterior. La pequeña Electa permaneció allí hasta terminada la Segunda Guerra Mundial, y regresó a México a los 11 años. Con apenas 14, ingresó a la Escuela Nacional de Pintura y Escultura. En algún momento expresó: es posible que además del ambiente familiar, la permanencia en la Unión Soviética en mis años de infancia haya determinado mi vocación.

Desde que Arenal Huerta nació, vio a su alrededor espátulas, pinceles, paletas y botes de pintura, y entre ellos siempre vivió. Reconocía: no me encontraría a mi misma si dejara de verlos, porque tan identificada estoy con ellos que, si eso sucediera, me parecería que habría perdido mi capacidad de expresión.

También creció rodeada por personalidades del ambiente cultural. Su primera experiencia en el muralismo fue de asistente de su madre en los frescos de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, entre 1951 y 1952, en Saltillo. Luego, se integró al equipo de Diego Rivera para colaborar en los murales del exterior del Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria y del Teatro de los Insurgentes. En paralelo, estudió escultura con Francisco Zúñiga, y se volvió su colaboradora. En 1955, participó en las maquetas para los altorrelieves que cubren las casetas de los elevadores en el Centro Médico del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Ese año se casó con el arquitecto Gustavo Vargas Escoboza, miembro del PCM. En 1959, el matrimonio se trasladó a Honduras debido a la represión contra los participantes del partido en los movimientos magisterial y ferrocarrilero. Después viajó a Cuba, donde gracias a recomendaciones ante el Ministerio de Obras Públicas, trabajaron en Tunas, Puerto Padre y Holguín.

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▲ Autorretrato de la también pintora y escultora, de quien David Alfaro Siqueiros, su tío, escribió: Dio a la Revolución lo mejor de sí misma.Foto cortesía del Instituto Nacional
de Bellas Artes y Literatura

Arenal Huerta impulsó la escultura en Holguín y contribuyó a crear el Taller de Artes Libres y Artesanales. Destacan las obras Palomas y balcones (1961), el conjunto escultórico Canto a la Revolución (1962), Átomos y niños y Monumento a las Pascuas sangrientas (1963).

La obra que tanto Vargas Escoboza como Arenal Huerta realizaron en el oriente de Cuba fue clave, de desarrollo y cambió la vida de la población, afirma su hijo Valentín Vargas Arenal. Su madre, agrega, es mucho más conocida en Cuba que en México. Allá, una casa de la cultura, un museo regional y un premio binacional de arte pictórico llevan su nombre. Aquí pasó desapercibida por esta circunstancia del tiempo y porque no logró realizarse en su país. De allí el significado de la presente exposición: Por primera vez se logra que ambas naciones impulsen de forma mutua a una artista mexicana.

En una carta dirigida a su madre, la joven escribió: “Estoy desde hace tiempo empezando el mural del que te hablé: Revolución cubana. He tratado de estudiar la Revolución y me he encontrado gentes que ya me son entrañablemente queridas; su sangre me hace pensar cada vez más en la sangre que aún no ha regado mi generación”.

El matrimonio volvió a México en 1966; posteriormente, Arenal Huerta se integró al equipo de Siqueiros en la realización del mural del Museo Nacional de Historia. También trabajó en comisiones personales, como la cabeza de Carranza que realizó por encargo de Federico Berrueto, en Saltillo, y el grupo escultórico Remeros y pista de canotaje para las instalaciones olímpicas junto al canal de Cuemanco, en Xochimilco. Formó parte del Taller-Escuela Siqueiros, donde publicó sus poemas.

Trabajó nuevamente con su tío en el mural Marcha de la humanidad en la tierra y hacia el cosmos, en el Polyforum Cultural Siqueiros. Por desgracia, el 12 de junio de 1969 una caída de un andamio de 15 metros de altura provocó su muerte.

Acerca de su sobrina, Siqueiros escribió: “Dio a la Revolución lo mejor de sí misma, su joven vigor. Cuba revolucionaria le dio a ella la oportunidad de autoexculparse como una artista revolucionaria en la más profunda acepción de la palabra… Cuba le dio su nombre propio: ahí se hizo Electa”.

Aparte de recuperar la obra de esta artista olvidada, la muestra tiene como propósito fortalecer los lazos culturales entre Cuba y México.

Electa Arenal, 1935-1969: Artista revolucionaria, permanecerá hasta mañana en el Salón de la Plástica Mexicana (Colima 196, colonia Roma).

Hoy a las 18 horas, se realizará un conversatorio.