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Isocronías

…y quedarse sin ellos

P

oesía y vida, entreveradas hasta el punto de no distinguirse una de otra, es la enseñanza de Basho, quien, como todo poeta verdadero, alto y hondo, se alejó del camino hollado [ de la popularidad] para recorrer hasta el final el de la poesía. [Parágrafo a la vez resumen y ampliación de unas palabras (las literalmente citadas aquí en cursivas) de Beñat Arginzoniz].

–Prefiere, digo, los poemas notables a los poemas notorios. Eso como lector. Como escritor procura que los tuyos por lo general pasen desapercibidos y sólo emerjan cuando del todo sea(n) necesario(s). No es fácil a eso resignarse, lo sé –dijo.

Y dijo también: –No desluzcas la obra con tu presencia; retírate de ella lo más que puedas. Ausente tú, lo más que puedas, y se diría que siempre se puede un poco más, no es improbable que ciertamente luzca, o mejor: quien quite e ilumina.

–El yo está clausurado, / pero el poema habla, / le habla al clausurado, que así tiene que abrirse, / pero abrirse al poema, no a la vanidad de ser poeta.

Ya que al inicio aludimos, sólo aludimos, al haikú, cuasi transcribo de Vicente Haya palabras sobre su experiencia en descifrar misteriosos ejemplos de esa forma poética. Donde él dijo haikú pondré poema y –excepto, puede ser, el de la realidad– no de otro desciframiento hablaré si no es del que efectúa todo poema, cuyo abordaje no poco tiene del llevar la roca a la cima para verla enseguida precipitarse hacia las faldas de la montañosa elevación:

A pesar de nuestros denodados esfuerzos por desentrañar el misterio del poema, éste permanece perpetuamente a salvo. El poema nos ha desafiado para luego hacernos saber de nuestro fracaso. Saber que aún no somos red para el pez que pretendemos atrapar. El fracaso es parte de nuestro entrenamiento espiritual. Así reafirmarnos la necesidad de seguirnos puliendo, de seguir afinando nuestros sentidos según las enseñanzas de los maestros del poema. No para lograr ningún objetivo. Los objetivos van a verse una y otra vez frustrados. Sino para que comiencen las transformaciones en nosotros mismos y llegar gracias a ellas a ubicarnos de verdad en nuestro mundo. El poema es un modo extraordinario de entrar en la realidad que nos soporta; de vivir la existencia por dentro.

Evidencia (de lo no evidente) y lirismo (de lo de todos los días), y en equilibrio [plagio y muto a Camus]. Qué más quisiera uno en un poema propio.