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El ángel de fuego, una película que se ha preservado palpitante, señala la directora Dana Rotberg

La laureada cinta restaurada de 1992 será exhibida hoy en el Festival de Cine Independiente de la CDMX

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▲ La cineasta durante la entrevista en su domicilio de la colonia Hipódromo Condesa. Junto a ella, su perra Zlatka.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de julio de 2024, p. 9

La directora Dana Rotberg reconoció el cambio como la característica de lo que ha ocurrido a su alrededor y en su persona y obra, que en algunos casos es casi demoniaco, desde que hace más de tres décadas realizó la película El ángel de fuego. La cinta será exhibida hoy en la séptima edición del Festival de Cine Independiente de la Ciudad de México.

La también docente se congratuló, en entrevista con La Jornada, de que se recupere ese largometraje como debe ser, en la pantalla grande. A través de estos años ha seguido viva, se sigue pasando en y fuera de México. Es una película que se ha preservado palpitante.

Rotberg (Ciudad de México, 1960) refirió que la función especial de hoy de su filme en el auditorio de la Biblioteca Vasconcelos, le pareció fascinante. Las experiencias que he tenido en estos 30 años con lo que sucede en la pantalla y a los espectadores continúa siendo muy intensa, a pesar de las diferencias generacionales, tecnológicas y de ritmos narrativos.

La realizadora reconoció que ha cambiado todo: su persona, nuestro país, la forma de hacer lo que aún se llama cine y cómo se entiende ese género artístico. Indicó que vivió en Bosnia, durante la guerra, y Nueva Zelanda. A su regreso a la República mexicana se dio un pinche frentazo y no puedo volver a levantar otra película y me quedo en mi casita muy feliz con mis perritos.

Contó que desde la aparición de El ángel de fuego, laureada a escala internacional, el país ha virado radicalmente. El significado de la imagen en el mundo entero ha tenido una transfiguración casi demoníaca. El cómo y el dónde se ve el cine, que ya deberíamos llamarle de otra manera, también ha sufrido un cambio sustantivo extremo.

Rotberg recordó que antes del Instituto Mexicano de Cinematografía existía un vacío terrorífico en el que era muy difícil sacar tu primera película y filmó El ángel de fuego en el contexto de las iniciales producciones de esa institución. “Aunque no es mi primer largometraje, sí es donde comienzo a indagar una mirada propia sobre el mundo. Es una película muy autoral.

“Tuve un camino de vida, y por ende cinematográfico, bastante excéntrico. Después de esa producción viví varios años en Bosnia, en Sarajevo, durante la guerra; ahí produje un documental y un largometraje; luego vuelvo a México con mi hija chiquita y hago Otilia Rauda en negativo de 35 milímetros,”

Expuso que cuando incursionó en la cinematografía si la gente joven no podía hacer cine, las mujeres cuantimenos. Como siempre habíamos las cabronas y las tercas en el cine mexicano, desde Matilde Landeta hasta hoy. Era dificilísimo, tenías que luchar y probarte siete veces más que los varones.

Desde entonces se tuvieron que ganar a chingadazo limpio el legitimar sus narrativas y el derecho a ser directoras. “Hicimos las películas que son el nido donde se calientan nuestras jóvenes cineastas, que hoy son muchísimas más. No quiere decir que ya esté resuelto: sigue siendo una industria patéticamente patriarcal, violentamente sexualizada y tienes que seguir ganando la legitimidad como si no fuera un derecho.

Las jóvenes cineastas son mucho más radicales de lo que éramos nosotras y hay una conciencia y un lenguaje que permite reconocer todas estas estructuras que suprimen la voz y el ejercicio de lo no masculino. Treinta años de picar piedra.

Lamentó que en los recientes años la imagen se volvió uno más de los territorios del consumo, dejó de ser un espacio de indagación, exploración, abismo y reconocimiento. Lo que hacemos hoy frente a la imagen como espectadores no tiene nada que ver con lo que nos sucedía hace años cuando el cine todavía se veía en el cine y no en una pinche tableta.

La cineasta dijo que aunque el cine “sigue siendo un territorio que me apasiona, me seduce, con el que sueño y me invita a la imaginación creativa como un acto íntimo, considerar que ese trabajo terminará aterrizando en el espacio en que la imagen sucede hoy –el de la plataforma, el algoritmo, la micropantalla y la soledad del espectador–, está tan lejos de aquello que me fascinaba”.

Agradeció que exista todavía el espacio bendito y milagroso de la Cineteca Nacional, donde todo aquello se preserva como una burbuja extraterrestre. Eso y todas las cinematecas del mundo nos han permitido preservar la experiencia que significaba ver el cine en el cine y mantener vivas las películas conservándolas.

Dana Rotberg hizo hincapié en que hay grandes cineastas en el mundo, que están sabiendo hacer las imágenes más poderosas, porque gracias a sus películas podemos ir al cine todavía. Sin duda, hay algunas extraordinarias que aún en el territorio adverso de la plataforma en soledad y la pantallita, siguen siendo lugares donde se narran cosas fantásticas. Soy 100 veces mejor espectadora que realizadora.