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Cárdenas, la izquierda y el Frente Popular
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ace 90 años inició el gobierno del general Lázaro Cárdenas y con ello se abrió en la nación la posibilidad de la construcción de una gran alianza política: el Frente Popular. Aunque el día de hoy el ex presidente es recordado como una de las figuras más prominentes de la rotonda de las izquierdas, en su momento no fue recibido con todo el beneplácito e incluso en 1934 compitió con otros dos candidatos de signo similar: Adalberto Tejeda, del Partido Socialista de las Izquierdas, y el comunista Hernán Laborde, cuya organización se encontraba semiclandestina. El gobierno del michoacano transformó radicalmente las coordenadas políticas de su tiempo: derrotó al viejo árbitro de la política nacional y sus seguidores del poder, contribuyó a la unificación de las clases trabajadoras y campesinas y colocó al Estado como el gran mediador, por encima de los conflictos sociales y como la palanca fundamental del cambio.

Pronto las izquierdas, en especial el Partido Comunista de México (PCM), tuvieron que modificar su actitud. Aunque en un primer momento lanzaron la consigna ni con Calles ni con Cárdenas, pronto, al observar la poderosa movilización popular alrededor del michoacano remarcaron que se encontraban a un lado de las masas cardenistas, pero no con su liderazgo. Finalmente, la fuerza de los hechos se impuso: el PCM se volvió un importante aliado el resto del sexenio.

La conceptualización de dicha convergencia se dio en paralelo con los cambios mundiales, especialmente en la Internacional Comunista (IC) que reelaboró su estrategia y bautizó el nuevo periodo como de los frentes populares: grandes alianzas de clase e ideológicas en búsqueda de frenar a las derechas –en ese momento identificadas con el nazi-fascismo–, avanzando en instancias electorales y de gobierno. Los casos de España y Francia fueron los espejos típicos de la construcción frente populista, en donde los comunistas ocupaban cargos en los gobiernos de coalición. En América Latina fue el caso chileno el que más se aproximó a estos, dado el arraigo de los comunistas.

En México, en cambio, la idea tuvo una suerte marcada por el auge de la Revolución Mexicana. Tras el viaje de Laborde, José Revueltas y Miguel Ángel El Ratón Velasco al séptimo Congreso de la IC en 1935, el viraje político terminó de concretarse en el acercamiento de los comunistas al gobierno de Cárdenas. Aunque convocado inicialmente por el PCM como Frente Popular Antiimperialista, pronto la coyuntura obligó a replantear el conjunto del panorama: de nada servía crear un membrete vacío si existía, en los hechos, un gobierno que apoyaba la movilización proletaria y campesina. Así, entre marzo y abril de 1938 los comunistas interpretaron que el llamado de sustitución del Partido Nacional Revolucionario como el momento de intervención para la construcción del Frente Popular.

Opacado en nuestros días por el acto expropiatorio del 18 de marzo, apenas unos días después se constituyó el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) que los comunistas y las otras izquierdas calificaron como la forma del Frente Popular en las condiciones mexicanas. La operación política que interpretó el paso del PNR al PRM y después al PRI como un cambio de nombre, hace aparecer esta decisión como un sinsentido, una especie de mala jugada de la historia en donde las fuerzas subalternas y de izquierda contribuyeron a forjar un aparato de control. Sin embargo, una revisión somera de aquella coyuntura no habilita tan concepción.

La convocatoria a la constitución del nuevo partido fue motivo de amplias discusiones, Laborde propuso el nombre de Partido Popular para remarcar su tono policlasista, en tanto que un sector radicalizado del PNR sugirió el de Partido Socialista Mexicano. El PRM nació en medio del fragor antifascista, con una promoción decidida de la lucha de clases y de la socialización de la riqueza producto de la explotación. No usaba la bandera tricolor, que sólo llegaría en la década de 1940, sino un fondo rojo con letras blancas. En sus afiches se veía la representación de las masas indígenas liberándose de sus cadenas bajo el lema Contra la opresión capitalista.

El historiador francés Romain Rominet ha cuestionado la socorrida idea de que fue en ese momento donde nació el corporativismo estatalista y autoritario, mostrando que, en su diseño, el PRM sostuvo la noción de la democracia funcional. Su estructura no replicaba al fascismo italiano, pues no eran corporaciones las que confluyeron en el nuevo partido-frente, sino sectores. Tampoco fueron exclusivamente los más famosos de ellos: obrero, campesino, militar y popular, pues concurrieron organizaciones de mujeres, de indígenas y los comunistas reclamaron su ingreso en tanto sector.

El aporte de las izquierdas no fue la construcción de una máquina de control de la sociedad, sino a la formación amplia de una alianza que permitiera a los grupos subalternos tener una presencia en el Estado bajo el manto de un programa que avanzaba hacia la socialización de la riqueza. Esta versión del Frente Popular, vigente entre 1938 y 1941, tuvo a los comunistas como protagonistas de una democracia que superara la versión liberal de ésta, al tiempo que huía de la fijación de un partido de Estado; antes bien, insistieron en que el PRM era una confluencia, una plataforma y un escaparate frente a las amenazas derechistas y no un engranaje estatal. En esos años lucharon por darle vida interna democrática, encontrando resistencias del fermento de una nueva burocracia. La aspiración fue derrotada y el partido perdió el impulso radical con el advenimiento del siguiente gobierno, quien despojó al PRM de sus instrumentos de comunicación y los comunistas fueron arrinconados y arrebatados sus triunfos electorales internos. Hacia 1943 poco o nada quedaba de aquella idea que movilizó intensamente a las masas y a las izquierdas alrededor de la acción reformista del general Cárdenas y lo que fue dispuesto como un instrumento de las clases subalternas se transformaría en 1946, en un dique contencioso de su acción. Pero en las izquierdas mexicanas, en adelante, la noción frentepopulista no desapareció, sino que se recicló en numerosas ocasiones.

* Investigador UAM