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De la otra ciudad

Se ubica en el cuarto dinamo de contreras

Proyecto ecoturístico fomenta la preservación del medio ambiente

El Paraíso, lugar que 4 generaciones han conservado

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▲ Entre paisajes únicos, aire fresco, así como flora y fauna endémica, los visitantes recorren senderos guiados para reconectarse con la naturaleza.Foto Germán Canseco
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▲ Entre paisajes únicos, aire fresco, así como flora y fauna endémica, los visitantes recorren senderos guiados para reconectarse con la naturaleza.Foto Germán Canseco
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▲ Entre paisajes únicos, aire fresco, así como flora y fauna endémica, los visitantes recorren senderos guiados para reconectarse con la naturaleza.Foto Germán Canseco
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▲ Entre paisajes únicos, aire fresco, así como flora y fauna endémica, los visitantes recorren senderos guiados para reconectarse con la naturaleza.Foto Germán Canseco
 
Periódico La Jornada
Domingo 21 de julio de 2024, p. 33

El cuidado y preservación del medio ambiente en el cuarto dinamo, en La Magdalena Contreras, llevó a la familia Fuentes Soto a constituir la cooperativa Kalixtlauatl El Paraíso, con la que busca que los visitantes nacionales y extranjeros tengan conexión con la naturaleza por medio del campismo, el senderismo y el rapel.

Eduardo Antonio Fuentes es estudiante de ingeniería civil en el Instituto Politécnico Nacional, defensor y cuidador del bosque, como lo fue durante varias décadas su bisabuelo Feliciano Soto, quien siempre se refería a esta zona de unas cuatro hectáreas –la misma que ahora resguarda junto con sus abuelos, padres y tíos– como El Paraíso.

El joven forma parte de la cuarta generación de la familia que decidió hacer de este lugar un espacio de convivencia y un proyecto ecoturístico que será finalizado en los siguientes 10 años, porque entre otros propósitos pretende recuperar el tanque en el que el bisabuelo tenía centenares de truchas de todos los tamaños, pero que además transmitió sus conocimientos al enseñar a otros pobladores de Los Dinamos a cultivar.

Los integrantes de la familia, entre quienes se encuentran los hijos y los nietos de don Feliciano, han acudido a la Facultad de Veterinaria y asistido a cursos en diferentes áreas y de primeros auxilios para realizar prácticas.

El acceso a la cooperativa, que en náhuatl significa casa en el valle, es por el cuarto dinamo, en los llanos de Acopilco, cercano también al Desierto de Los Leones, donde encinos, oyameles, ocotales, pinos y los árboles de capulín crean un ambiente totalmente distinto al bullicio de la ciudad.

Una pequeña cabaña, construida por el bisabuelo, siempre está lista para preparar las quesadillas de hongos, flor de calabaza, huitlacoche, queso y chicharrón o tacos de bistec, cecina, longaniza, así como café de olla que se ofrece a los visitantes a precios accesibles.

Desde que la cooperativa fue constituida en 2018, la mayoría de quienes acuden provienen de Estados Unidos, Francia, Alemania, Rusia, Japón, Taiwán, China y Perú, así como estudiantes de biología o familias que festejan fechas especiales, como fue el caso de una joven que cumplió 15 años.

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▲ Entre paisajes únicos, aire fresco, así como flora y fauna endémica, los visitantes recorren senderos guiados para reconectarse con la naturaleza.Foto Germán Canseco

Víctor Fuentes, padre de Eduardo Antonio y nieto de Feliciano, dice que la práctica de tiro con arco es otro de los retos de la cooperativa, que actualmente ofrece recorridos por miradores y zonas conocidas como la Puerta del Cielo y las Tres Cruces, y senderismo en el bosque de Los Dinamos, en el que se puede caminar sobre el piso tapizado de hojas de pino, que ya no son verdes sino color rojizo, cuyas capas formaron un grosor de 15 centímetros, y piñas de diferentes tamaños que permanecen junto a diferentes especies de hongos, algunos, altamente tóxicos incluso sólo al tacto, alerta el estudiante de ingeniería.

En esta época del año también se pueden hallar diferentes especies de animales, como serpientes de agua, víboras de cascabel, conejos y águilas, pero lo que desde hace tiempo ya no se pueden ver son los venados.

Víctor comenta que con los recursos que recibió la cooperativa, correspondientes a las etapas de creación y fortalecimiento, por más de 250 mil pesos, se logró comprar equipo y material profesional para recibir a los visitantes, entre los que se encuentran mochilas, bastones, arneses, cascos, líneas de vida, descensores ocho de rescate, mosquetones, guantes y cuerda principal para el rapel, así como el equipo necesario para acampar y catres, por si alguna persona tiene problemas al dormir en el suelo, además de artículos para emergencias.

La familia recuerda que el bisabuelo trabajó por varios años en la fábrica de telas El Águila, que se alimentaba con energía eléctrica generada con los dinamos que funcionaban con el agua del río Magdalena, el único vivo que queda en la Ciudad de México.