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Gaza bajo las ruedas de la historia
“H

oy, el periódico traía sangre igual que de costumbre/venía chorreando como la tráquea de un cordero sacrificado”. Estos versos de Félix Grande me han perseguido la mayor parte de mi vida, pero lo que venimos presenciando en los pasados meses en Gaza simplemente los derrota, los anula. Nuestro tiempo ha sabido de atrocidades cometidas ayer o hace 100, 500 años, y una por una parten el alma. Si remotamente nos ponemos bajo la piel de cualquier gazatí, o para el caso, también cisjordano o refugiado palestino en Líbano, acabaremos aceptando, con el autopersonaje de Primo Levi en Auschwitz (Si esto es un hombre): Hace tiempo que dejé de entender. Sólo que el ahora victimario se equipara a la víctima de entonces.

Tanto se analiza, dice, reitera, acumula, denuncia, deplora, etcétera. La sensación de vacío e inutilidad se adueña de quienes todavía nos damos cuenta y nos importa. Y nuevamente viene a nuestro auxilio el pensamiento, sin duda polémico, del historiador judeoitaliano Enzo Traverso, con su nuevo libro, Gaza ante la historia (Akal, México, 2024, 110 pp). Su obra nos ha explicado por qué la nación llamada Israel no es el pueblo judío como se le concebía antes de 1948, dentro y sobre todo fuera del sionismo, que, como otros ismos de la historia, se ha tornado en un monstruo de caricatura. Horroroso. Su capacidad letal rebasa, con mucho, la de los pogromos zaristas, polacos o fascistas.

Las fuerzas armadas de Israel, Tzahal, son uno de los ejércitos mejor equipados en el mundo. Actualmente, su empleo de nuevos armamentos es, de hecho, un campo de prueba de dicha panoplia posinteligencia artificial, y un experimento del futuro, como dijera Carl Amery del nazismo, al documentar cómo Hitler inventó una Alemania como Arcadia. Hoy lo vemos en la anexión por la vía del arrasamiento y el genocidio del territorio que queda de Palestina, y asoma en los delirios del Make America Great Again, los nuevos nacionalismos europeos de ultraderecha y las bromas trágicas de la historia, como el espantajo Milei.

El Tzahal es la policía de Occidente frente al Oriente enemigo. Formidable, eficaz, temible. Como escribe Traverso para justificar su nuevo ensayo, escrito en meses recientes y en parte aparecido en Il Manifesto, los países del Sur global “han expresado su indignación unánime por la destrucción de Gaza, mientras Occidente –es decir, la gran mayoría de sus gobiernos y medios de comunicación – la ha respaldado, cuando no facilitado, cavando un surco cada vez más profundo entre sus élites y la opinión pública”. Cita sentimientos de estupor, incredulidad, desaliento y rabia que lo han asaltado en los meses recientes. Asume que su pensamiento es discordante con los axiomas de esa pequeña parte del mundo que llamamos Occidente, y se guía por la invitación de Edward Said a los intelectuales para hacer un contrapunto cuando sus voces se escuchaban cada vez menos inmersas en el estruendo mediático.

Para ubicar a ejecutores y víctimas, Traverso acude al extraordinario ensayo Sobre la naturaleza de la destrucción (1997), de WG Sebald, donde el escritor se preguntaba por qué el pueblo alemán guardó silencio y apostó al olvido de los bombardeos y atrocidades que sufrieron sus ciudades al perder la guerra en 1945. Traverso advierte que Gaza no es la Segunda Guerra Mundial, “pero las analogías históricas –que nunca son homologías– pueden servirnos de guía”. Sebald habla de una nación culpable, que lo sabe; para Israel y Gaza se necesita una valoración diferente a la de Sebald, pero el nervio de su indagación es ejemplar.

Los papeles parecen invertidos, anota el historiador: “Mientras se destruye Gaza bajo una lluvia de bombas, Israel se presenta como la víctima del ‘mayor pogromo de la historia desde el Holocausto’” (esto es, el 7 de octubre de 2023). Con un tufo a incendio del Reichstag que no se disipa, al servicio de inteligencia se supone más infalible del mundo se le coló una operación cruel de pisa y corre de su enemigo contiguo, el más importante, al que tiene cuadriculado y vigilado desde hace años: Hamas. Que no es, cuánto habrá que repetirlo, el pueblo palestino, que existe por más que el mundo rico se haga pendejo.

Para Traverso, la destrucción de Gaza es el epílogo de un largo proceso de opresión y desarraigo, descrito por Said en agosto de 2002 durante la segunda Intifada: Gaza está rodeada en sus tres lados por una alambrada electrificada; aprisionados como animales, los habitantes se ven incapaces de moverse, trabajar, vender las frutas y verduras que cultivan, ir a la escuela. Están expuestos a los ataques de aviones y helicópteros israelíes, mientras en tierra son abatidos como conejos por blindados y ametralladoras. Hambrienta y miserable, Gaza es, desde el punto de vista humano, una pesadilla, compuesta por miles de soldados dedicados a la humillación, el castigo y el debilitamiento intolerable de cada palestino, independientemente de su edad, sexo y estado de salud.

¿De qué tamaño debe ser el cinismo para llamar al 7 de octubre un pogromo? El Estado de Israel se ha convertido en el mayor mentiroso del mundo con sus analogías holocáusticas y bíblicas totalmente bullshit: caca de res. Pero Occidente, que inventó los derechos humanos, se sigue tragando tamaña rueda de molino.