Con base en datos del Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte, en el país trabajan en la industria del vestido y del calzado unos 51 mil niños y adolescentes, de entre cinco y 17 años. No obstante, se considera que hay subregistro de su participación económica en la industria textil.

En el encuentro Cadenas de responsabilidad en la explotación laboral infantil en la industria textil, Juan Martín Pérez, coordinador de Tejiendo Redes Infancias Latinoamérica y el Caribe, precisó que este es un tema tristemente estructural y global; no es sólo la decisión de una persona cuando compra ropa, sino también las obligaciones que tienen los estados, sobre todo las autoridades del trabajo y la ética empresarial para no participar de las violaciones a derechos humanos de las infancias y adolescencias.

Anotó que existe una fuerte presión, sobre todo para adolescentes, en términos de identidad y uso de ropa y está también la llamada moda rápida, que por su accesibilidad de costo se convierte en algo prácticamente inevitable, pero ese bajo costo de las prendas están sustentadas en salarios precarios y atropellos laborales.

Diana Durán, directora de Change.org México expuso que lamentablemente está muy naturalizado el trabajo infantil y llamó a ser más conscientes de lo que consumimos.

Propuso que también las prendas de vestir porten advertencias sobre su origen. “Los alimentos tienen hexágonos que dicen, esto contiene exceso en azúcares; estaría bueno que en un futuro pidiéramos a nuestros gobiernos leyendas como ‘esto no contiene trabajo infantil’ o un certificado que proviene del respeto a derechos laborales. Como ciudadanos podemos exigir a nuestras autoridades que los productos que consumimos sean investigados para tomar mejores decisiones” al momento de comprar.

Karla García, de Niñas Poderosas, indicó que junto con otras adolescentes de América Latina, de secundaria, preparatoria e incluso universidad, han reflexionado sobre cómo los algoritmos en las redes sociales inducen el consumo de ciertos productos, entre ellos también la ropa.

Señaló que muchas veces las jóvenes adquieren prendas que no necesariamente es lo que les gusta, sino porque vemos que otros las usan y porque continuamente se les aparecen anuncios al respecto en la red.

Agregó que se debería pensar también en esta explotación textil, que está muy de la mano a la pérdida de muchas infancias y adolescencias que están trabajando para hacer posible esta gran masa de producción de ropa. Muchas niñas y adolescentes están detrás de ésta, y dejan de lado actividades esenciales como ir a la escuela, jugar y divertirse, para enfocarse en trabajar, y en malas condiciones.

La campaña Ropa Limpia ha alertado que detrás del imperio textil existe una vulneración de los derechos humanos y laborales, de adultos y niños. Refiere que “la industria textil representa el cuarto sector más productivo del mundo, y da trabajo a más de 75 millones de personas, de las cuales tres cuartas partes son mujeres y niñas.

A la sombra de este crecimiento hay cadenas de suministro líderes en violación de derechos humanos y laborales y explica que las marcas de moda utilizan un complejo entramado de largas redes de subcontratación.