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Cancelar seguros tras catástrofes, lo habitual en el país
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▲ La zona de Punta Diamante, en Acapulco, Guerrero, el 10 de noviembre de 2023, dos semanas después del paso del huracán Otis.Foto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de julio de 2024, p. 24

En las últimas dos décadas, México ha padecido varias catástrofes por fenómenos naturales. Sin embargo, la cobertura de seguros –casi 2 por ciento del PIB– no ha mostrado incremento debido a que, en cuanto termina un siniestro, los usuarios cancelan sus pólizas o desconocen que hay opciones flexibles y económicas para distribuir el riesgo ante sismos, huracanes, inundaciones e inclusive pandemias, afirmó Sergio Liceaga Balzaretti, director del distrito occidente de la Asociación Mexicana de Agentes de Seguros y Fianzas (Amasfac).

El experto en daños terrestres, de vivienda y a gobierno reconoció que lamentablemente no ha habido muchos cambios en cuanto a la penetración del uso de seguros en los últimos 20 años, pese a que han ocurrido desastres relevantes.

Las lluvias de Tabasco en 2007, los sismos de septiembre de 2017, los huracanes Odile, Wilma, Otis y hasta la pandemia de covid-19, siniestros que destacan entre los más onerosos para la industria, han ocurrido en las últimas dos décadas.

Es para que la penetración de los seguros en México fuera mucho mayor a 2 por ciento. Hay personas que en cuanto termina el siniestro contratan su seguro, pero posteriormente olvidan lo que pasó y hasta lo cancelan.

Liceaga Balzaretti, quien forma parte del consejo directivo nacional de la Amasfac, explicó que las catástrofes que han azotado al país mueven la aguja a corto plazo: los seguros aumentan, pero no de manera significativa, y luego vienen las cancelaciones.

Un ejemplo fue la pandemia. Mucha gente quería un seguro de gastos médicos o un seguro de vida. Hubo un aumento de 10 por ciento en la contratación de seguros de gastos médicos; a la siguiente renovación solamente 4 o 3 por ciento continuaron con el seguro.

Algo parecido sucede con 30 por ciento del parque vehicular. La mayoría están asegurados porque son vehículos adquiridos a crédito y la financiera o la arrendadora exigen que estén cubiertos durante el periodo del crédito, pero en el momento en que terminan de pagar los vehículos, también se viene abajo la mayoría de los seguros.

Otro ejemplo es la vivienda. En el país sólo están aseguradas cerca de 25 por ciento de éstas; la mayor parte por créditos hipotecarios (cerca del 18 por ciento) y sólo cerca de 7 por ciento son seguros voluntarios.