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JM Coetzee y Chloe Aridjis, primeros autores publicados de la serie Escribir el Prado

El sudafricano y la mexicana estrenan el proyecto del recinto madrileño // Durante meses vivieron el sitio y sus obras de arte para inspirarse y crear un texto

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▲ Se trata de relatos breves y de ficción, y se editan en una edición bilingüe. El de Coetzee se titula El vigilante de sala, y el de Chloe Aridjis, El nivel del aire.Foto cortesía del Museo del Prado
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 5 de julio de 2024, p. 3

Madrid. El Museo del Prado publicó los dos primeros títulos de su colección Escribir el Prado, proyecto que se inició hace un par de años y que consiste en abrir las puertas de la pinacoteca a prestigiosos escritores para que, desde su sensibilidad particular y su forma de plasmarla en un texto literario, se mire el arte que encierra sus paredes desde otra óptica. Los dos primeros autores en participar de la experiencia fueron el Nobel de Literatura 2003, el sudafricano John Maxwell Coetzee, y la mexico-estadunidense Chloe Aridjis.

El Museo del Prado ha ido incursionando en proyectos novedosos, ya sea a través de la literatura o de la música, con el fin de actualizar el lenguaje de la pinacoteca.

Una de las iniciativas más ambiciosas es Escribir el Prado, que desde su puesta en marcha ha permitido que el museo sea visitado de forma específica y durante varias semanas por cuatro escritores, además de Coetzee y Aridjis, en el primer año, mientras este año lo harán la Nobel de 2018, la polaca Olga Tokarczuk, y el novelista irlandés John Banville.

Los textos son relatos breves y de ficción, acordes con su estilo literario, pero en los que el detonante de la ficción es el recinto madrileño o alguna obra de arte colgada en sus paredes. Los libros se editan en una edición bilingüe (español-ingles). El de Coetzee se titula El vigilante de sala, protagonizado una vez más por su alter ego, Elizabeth Costello, mientras próximamente verá la luz el libro de Chloe Aridjis, cuyo título es El nivel del aire.

Durante su residencia, los autores se integran en la vida del museo de tres a seis semanas, tiempo en el que amplían su conocimiento sobre las colecciones y el funcionamiento de la institución gracias a la relación con sus profesionales y el acceso a espacios normalmente restringidos, como los talleres de restauración, los laboratorios o los almacenes. A partir de esa experiencia cada autor crea un texto original.

Además, como parte de su colaboración en este proyecto, la revista Granta publicará el texto de JM Coetzee en la versión inglesa de su número de verano.

Después de su visita a Madrid, el Nobel sudafricano dio una conferencia magistral en la que expresó en una especie de ensayo a partir del cuadro Construcción de la Torre de Babel, atribuido a Peter Brueghel El Joven, en el que explicó que Nimrod, uno de los reyes de Babilonia, mandó a construir una torre tan alta que rozara el cielo para poder equipararse con Dios y que, como castigo por esa arrogancia, se expuso al hombre a varias lenguas.

Así, hablar distintos idiomas es un castigo; de haber sido humildes, todos hablaríamos el lenguaje primigenio, del Edén, en el que todas las cosas disfrutaban de su nombre verdadero. Después de Babel las cosas perdieron sus nombres originales. Las palabras que usamos hoy, según la norma de Dios, son falsas, entre la palabra y lo que señala hay un vacío, explicó entonces JM Coetzee, quien también se interesó por otras obras, como San Jerónimo leyendo una carta, de Georges de La Tour, o Muchacha leyendo una carta, de Johannes Vermeer.