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American curios

¿Weimar estadunidense?

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▲ La actriz porno Stormy Daniels es tal vez la figura más honesta en el teatro político de EU.Foto Ap
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ailando en el precipicio” es el nombre de la programación especial de Carnegie Hall inspirada por la cultura durante la República Weimar, el periodo en Alemania entre 1919 y 1933 marcado por graves problemas económicos, desigualdad social y polarización política que concluyó con el surgimiento del nazismo y el genocidio y la devastación de la Segunda Guerra Mundial, mientras en Broadway hay una nueva versión de la gran obra Cabaret sobre ese mismo tiempo, en los cines es un éxito la película Guerra civil acerca de unos reporteros que se encuentran en un país donde quedó destrozada esta democracia –todo resuena con este momento tan ominoso en Estados Unidos–.

Que una actriz de porno llamada Stormy enfrenta y podría ser factor en frenar la figura que encabeza la corriente neofascista que busca regresar a la Casa Blanca empleando retórica hitleriana –los inmigrantes envenenan la sangre de muestro país– y que promete someter y suprimir a todo adversario en su camino, ya en sí es una escena de una película de segunda.

Tal vez es apto que a estas alturas del experimento estadunidense se exprese a través de un bufón peligroso por un lado, y por el otro el más viejo de la vieja guardia, el actual presidente, y con una actriz pornográfica desnudando toda la farsa. Esta actriz es tal vez la figura más honesta y valiente en este teatro político –no oculta quién es, no se deja intimidar a pesar de amenazas de muerte por fanáticos trumpistas. ¿Esta democracia será rescatada por Stormy? ¿El nombre de Stormy estará en los textos escolares de historia, junto con Jefferson, Franklin y Adams?

Mientras la verdadera obscenidad de esta farsa es que la cúpula política sigue retorciéndose para justificar su complicidad con lo que el resto del planeta califica como un inicio de un genocidio, pretendiendo que se tiene que debatir y evaluar, ya que no esta claro si hay violaciones de la ley internacional. No es tan complicado, la pregunta es muy sencilla: ¿estás a favor o no de matar 8 mil niños y herir a miles más? Punto.

En este contexto, vale la advertencia de Hannah Arendt: La muerte de la empatía humana es una de las señales tempranas y más notables de una cultura que está por caer en la barbarie.

Pero a la vez algunos sectores nobles de la juventud siguen rescatando al país, con sus rebeliones contra la complicidad de su gobierno en la barbarie israelí en Gaza, con su rechazo de la mentira oficial, con su insistencia de tener derecho a un futuro ante la crisis climática. Pero las opciones políticas que les ofrecen son por definición reaccionarias y estancadas en un pasado.

La cúpula sigue resucitando viejas amenazas en el extranjero: ahí vienen los rusos (otra vez), también los chinos, los inmigrantes invasores, los cárteles mexicanos. Todo es una amenaza, todo da miedo, tiene que ser el poder mundial más miedoso de la historia, ¿no?

Y mientras todos estos monstruos extranjeros aparentemente están debajo de cada cama de este país, la amenaza real es la interna. No se puede garantizar que cada voto cuente en esta democracia, y más aún, tanto Trump como todo líder del Partido Republicano rehúsan comprometerse a respetar el resultado de las elecciones nacionales si pierden –o sea, las reglas fundamentales del juego democrático ya no son aceptadas por uno de los equipos en la cancha–. En las calles marchan neonazis abiertamente, hay campañas derechistas de censura de libros peligrosos, la sociedad más armada del planeta (las balas ya son la causa principal de muerte de menores de edad), y niveles sin precedente de desconfianza en todas las principales instituciones políticas, mientras ésta es tal vez la sociedad más armada del planeta, todas señales de un deterioro de la infraestructura política y social de Estados Unidos.

El futuro de este país depende de qué tan bueno, bello, furioso y verdadero es el baile en este precipicio con los ritmos que desde siempre inmigran aquí desde todo el mundo.

Sly and the Family Stone. Dance to the music. https://open.spotify.com/track/1MQWtVcs0PKsY4PA6ZvLiy?si=30fd666efe0e4d88

Louis Armstrong. Mack the Knife (Brecht/Weill). https://www.youtube.com/watch?v=6YBZn0x_nu4