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El hombre crucigrama busca resignificar ese juego de palabras y el deber del lector

Libro de relatos de Roberto Abad // Se presenta este domingo en Minería

 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de febrero de 2024, p. 5

Con el libro El hombre crucigrama, el escritor Roberto Abad (Cuernavaca, 1988) propone resignificar ese juego con las palabras a través del silencio, darles un valor que antes no tenían y romper con lo que los textos convencionales dictan sobre lo que debe hacer un lector.

En torno al volumen, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México, que será presentado hoy en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM), el narrador dijo a La Jornada que se trata de una paradoja, definida como la posibilidad de elegir qué quieres que suceda o qué quieres que sea la verdad.

La narración explora a un hombre que, al estar próximo a la muerte, se dedica a crear un crucigrama a partir de la palabra oculta tras relatos brevísimos. Abad explicó que intentó que ambos niveles tuvieran una relación indisociable. La estructura del crucigrama no es un mero pretexto, sino parte de la vida del personaje y a la que mide a partir del lenguaje. Es la dinámica de quien juega con un crucigrama.

En esta lid, el autor reflexionó sobre cómo el juego podría tener otro sentido a partir de las historias que iba contando. La solución que di fue que los títulos formaran la estructura del crucigrama, pero que en el fondo estuvieran inmersos en la historia del personaje.

Roberto Abad destacó que estos ejes se entrecruzan con las motivaciones, la forma de pensar del hombre crucigrama, sus maneras de ver la realidad a partir de la enfermedad y del juego, y, por otro lado, están los universos que componen una poética. Mundos en que aparecen obsesiones que están dentro de mí, como mi forma de ver la literatura, sobre todo, la fantástica, en la que aparecen dobles, fantasmas, criaturas, pero también en los libros, que es lo que me interesa.

El autor continuó: me apasiona la idea de que cualquier lector pueda rayar y hacer suyo el libro e inventar los títulos de cada microrrelato incluido, aunque no sean los correctos. También está la posibilidad del silencio que ofrece el hombre crucigrama.

Según Abad, el lector puede elegir entre dar otro sentido a cada relato breve o quizá se complica llenándolo de vacío. En esta paradoja está el sentido del libro: la confrontación de llenar los títulos o la aceptación de ese vacío, que a mí me resulta más interesante, pero claro que está la libertad.

El también músico explicó que ve la incertidumbre como un valor estético, que le gusta abordar desde diferentes ángulos, como los finales, lo que no se nombra o lo que no se puede decir. Me gusta participar en esas historias que no me dicen todo y empujan a concretar la parte que falta. El valor de esa ausencia es lo que da sentido al texto.

Refirió que cuando escribe piensa en las posibilidades del silencio, y mientras las va descubriendo también se encuentra como alguien que decide usar ese silencio en su favor. En este libro es muy latente eso, no sólo la manera en que se puede ver como lector la ausencia de títulos, sino también a partir de la exigencia de microrrelatos: que tú especules a partir de lo que se ha dicho.

Abad recordó que la estructura del libro fue posterior a la escritura de las historias que incluye y tienen una apariencia de mundos aislados. Luego, la del hombre crucigrama da sentido de unidad, pero subyace una “sensación dual; es decir, se siente que es monotemático, por la historia de ese personaje, pero a la vez se pueden ver secciones en las que hay historias de diferentes tópicos.

Los microrrelatos existieron primero que la historia del hombre crucigrama, pero ésta y toda la poética sobre el crucigrama les dio sentido. En algún momento, por ejemplo, el hombre crucigrama decide hacer sus obituarios, pero son historias también brevísimas que, aparentemente, hablan de su existencia, pero al mismo tiempo hablan de otras vidas.