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Coinciden elecciones
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ste año coinciden las elecciones en México y Estados Unidos en un entorno en el que las relaciones bilaterales conforman un complicado escenario para el país. La situación hoy apunta a que el retorno de Trump a la presidencia es factible y lo que eso entraña ha de ocupar, necesariamente, un lugar destacado en la definición del entorno político, tanto externo como interno, que adopte el próximo gobierno. Ya hubo una primera experiencia de trato político con Trump, de enero de 2017 a enero de 2021 y fue tirante, como no podía ser de otra manera por la amplia serie de cuestiones bilaterales y las controversias que se plantearon. Eso requirió un acomodo visible de parte del gobierno mexicano y cuyas repercusiones persisten.

Hay diversos elementos para delinear los espacios de confrontación que pueden crearse a partir de noviembre si Trump gana las elecciones; se han puesto de manifiesto en este sexenio y tienden a ampliarse y profundizarse.

México aparece entre los principales asuntos contenciosos en la política interna de Estados Unidos, entre ellos: la situación que existe en su frontera sur, el creciente impacto del tráfico de estupefacientes y la reconformación de las redes de abastecimiento para la producción en la redefinición en curso de las relaciones económicas y políticas a escala global.

En este entorno, la relación con las políticas que impulsa el Partido Republicano se ha tornado especialmente tensa y con Trump la tensión se acrecentará. Como han señalado los estudiosos del tema bilateral en Estados Unidos, México es visto en ese partido como un peligro para la seguridad nacional y, por lo tanto, no como un aliado, sino como una especie de enemigo. Trump ha señalado que aplicaría la mayor campaña de deportación en la historia de su país; podría reinstalar las medidas del esquema Permanece en México, que exigen a quienes buscan asilo a esperar aquí durante el largo proceso requerido para conseguir dicho estatus. Y, aún más, podría insistir en que sean devueltos quienes quieren asilo, complicando gravemente las condiciones de los grandes flujos migratorios que llegan al país y que son detenidos en la frontera.

La revista The Economist reportó recientemente, en torno a la cuestión migratoria, que en 2023 cerca de 250 mil migrantes cruzaron la frontera con Estados Unidos. Esto habría acrecentado la idea de que la frontera está abierta, poniendo a la administración del presidente Biden en un predicamento en relación con su política de migración, lo que constituye un pasivo en cuanto a su posible relección. Mientras 27 por ciento de las personas que participaron en una encuesta señalaron que aprueban su política fronteriza, casi el doble dijo preferir la que promueve Trump. Esta es una cuestión que el próximo gobierno no puede ignorar y el tiempo apremia.

Para México las corrientes migratorias de Centroamérica y el Caribe son cada vez más conflictivas y exponen las limitaciones de las políticas internas en ese campo; asimismo, exhiben las condiciones de inseguridad pública prevalecientes en el país. La situación no es sostenible por mucho tiempo y tenderá a degradarse. Según una nota de este diario publicada el pasado 27 de enero: sólo de enero a octubre de 2023 se registraron 588 mil 626 eventos de personas en situación migratoria indocumentada. Se trata de la cantidad de veces que los migrantes han ingresado una o más veces al territorio nacional con la finalidad de cruzar a Estados Unidos o pedir refugio en México, según cifras de la Secretaría de Gobernación.

En cuanto al tráfico de drogas, la cuestión del fentanilo ha centrado la atención. Ese producto entró al mercado en 2013 y se considera como el opioide sintético más letal. México aparece como un eslabón en la cadena del fentanilo; en China se produce la gran mayoría de este producto, de sus análogos y sus precursores químicos (sustancias clave para producir narcóticos o sicotrópicos a los que incorporan su estructura molecular). México se ha convertido en un punto de producción de esa droga y otras similares, además de ser una de las mayores vías de tránsito y distribución en Estados Unidos. Entre los políticos republicanos hay quienes abogan por el envío de operativos militares especiales para perseguir a las bandas. En aquel país el asunto de las drogas es crecientemente contencioso y ocupa buena parte de los análisis con respecto a la relación bilateral. Véase, por ejemplo, el testimonio presentado a la Cámara de Representantes por la Brookings Institution en julio de 2023, sobre el papel de México en la llamada epidemia de fentanilo en Estados Unidos. (https://rb.gy/a06m4x).

El saldo comercial de bienes entre Estados Unidos y México ha sido deficitario y creciente para ese país durante muchos años. En 2022 y 2023 el déficit fue del orden de 269 mil millones de dólares. Este es un asunto que, en la visión mercantilista que defiende Trump, puede llevar a usar las presiones comerciales en torno al T-MEC para reforzar otras posiciones en la relación bilateral. Eso no puede descartarse y podría requerir de ajustes en ese terreno o en otros según convenga a una nueva administración de Trump.

Falta muy poco para la elección de un nuevo gobierno que tomará posesión el primero de octubre. No debería plantearse la relación con Estados Unidos de manera inercial, es mucho lo que está en juego, aunque no sea Trump quien llegue a la presidencia y, mucho más, si llega.