Viernes 28 de abril de 2023, p. 3
La girlband Blackpink, integrada por Jisoo, Jennie, Rosé y Lisa, lánguidas chicas preparadas desde niñas para el canto, el baile, la actuación y el modelaje, se erigieron la noche del miércoles como una especie de deidades. Su templo: el Foro Sol de la Ciudad de México, donde reunieron a más de 60 mil feligreses. La mayoría eran adolescentes y niñas mexicanas que adoraron cada palabra, cada estrofa y cada movimiento corporal de las coreanas.
Las blinks, como se nombra a las seguidoras de las mencionadas cantantes, no sólo atiborraron el recinto de la Magdalena Mixhuca, sino se convirtieron en un ente que cantó, hasta los más altos decibeles, todos los temas del repertorio de Blackpink, considerada por la revista Rolling Stone la tercera girlband más importante de la historia –detrás de las inglesas Spice Girls y las estadunidenses Destiny’s Child.
Blackpink, punta del iceberg del movimiento K-pop, enloqueció a las jóvenes mexicanas que vivieron despiertas el sueño
de presenciar en vivo a sus ídolos. Las párvulas –y uno que otro chico no binario– cantaron con el grupo en coreano e inglés, aunque poco (o mucho) supieran lo que decían en sus letras. Ellas sólo disfrutaron y se unieron a este fenómeno global de ventas que es la banda coreana, locomotora bien armada que arrasa con su canto, sus coreografías, pero sobre todo, con su encanto.
Destellos de corazones
El Foro Sol se pintó de rosa y negro. Más de rosa, con los miles de destellos emanados, de lo que sólo se puede calificar de especie de chipotes chillones en forma de corazón, que brillan con ese color especial, que acompañó a la histeria colectiva y al estruendo sonoro, que se escuchó hasta la avenida Churubusco, donde se ubica el foro.
Las blinks cantaron y bailaron cada una de las canciones de este prodigio mundial del pop, que ofreció éxitos como Pink Venom, Kill This Love, How You Like That, Pretty Savage, Kick It, Whistle, You&Me, Flower, Money, Boombayah, Lovesick Girls, Playing with Fire y Ddu-Du Ddu-Du, sustentados por una megaproducción con tres pantallas gigantes y una excelente banda en vivo.
Además del predominante género pop de las asiáticas, también se escuchó un poco de hiphop, trap, orientic-fusion y demás ritmos urbanos, contribuyendo a la locura colectiva de las seguidoras que bailaron y cantaron al unísono como un monstruo entrenado para gozar cada una de las rolas. Fue su momento, su tiempo y su espacio.
Las Blackpink se mostraron como estrellas globales, preparadas durante muchos años para triunfar en el mercado mundial de la música y que, ahora, se apropian del proscenio haciéndolo su nicho natural.
Con gracia se mueven y cantan mejor, apoyadas de una producción que hace mover hasta a las corcholatas, como Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, quien se dio el tiempo para asistir con su pareja al concierto, que, por cierto, tuvo boletos hasta de 35 mil pesos.
Blackpink, formada en 2009, cuando la discográfica YG Entertainment realizó un casting masivo para crear un nuevo grupo de chicas, después del gran éxito que había tenido 2NE1, preparó a Jisoo, Jennie, Rosé y Lisa en danza, canto y composición para un debut en 2016.
Jeannie, Rosé y Jisoo son coreanas, aunque la primera pasó su infancia en Nueva Zelanda; Lisa es medio tailandesa y medio suiza, primera extranjera que llega a ser estrella del K-pop.
Su disco, Square One con sus singles Boombayah y Whistle, escaló con rapidez las listas asiáticas de éxitos y, después, mundiales.
Su sencillo As If It’s Your Last se volvió el video musical de un grupo de K-pop más visto en las primeras 24 horas de su lanzamiento, y el primero en superar mil millones de reproducciones.
En 2018 lanzó Ddu-Du Ddu-Du, con el que se introdujeron en las listas europeas y de Estados Unidos, algo que repitieron con Forever Young, emprendiendo una gira por el continente americano, Europa, Oceanía y Asia. Han colaborado con Dua Lipa, Lady Gaga y Selena Gómez. El 2 de octubre, se estrenó su nuevo disco, The Album.
Ayer, las gráciles chicas repitieron la dosis de tracks a las pequeñas mexicanas, que ya son parte de esa avalancha imparable llamada K-pop.