Jueves 27 de abril de 2023, p. 9
Choroní. Una sombra serpentea en las aguas turquesa, de una playa en Venezuela, signo de la explosiva propagación de un coral blando del Indo-Pacífico en las costas del Caribe, considerada una de las invasiones marinas más letales del mundo.
Esto es una catástrofe ecológica
, señaló a Afp el biólogo marino Juan Pedro Ruiz-Allais, director de Proyecto Unomia, quien investiga desde hace más de una década este fenómeno.
Vistas de cerca, las colonias de este coral, de tonos ocre y rosa, recrean una danza surrealista cuyo ritmo es determinado por la dirección de las corrientes. Pero, aunque no representan peligro para los humanos, son nocivas para el medio ambiente.
Se cree que el invasor, que se aferra a seres vivos, rocas o lechos marinos destruyendo ecosistemas, fue introducido de forma ilegal con fines comerciales en el Parque Nacional Mochima, paradisíaco grupo de islas que abarca más de 94 mil hectáreas entre los estados Anzoátegui y Sucre.
Por su vistosidad, los corales blandos tienen usos ornamentales: un pólipo con alta capacidad para prosperar en acuarios puede venderse entre 80 y 120 dólares. Cuando Ruiz-Allais lo descubrió, en 2007, era una especie desconocida en el Caribe, incluso en el Atlántico
.
Con ayuda de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, se publicó un primer reporte científico en 2014. Primero se le catalogó como un coral blando tipo Xenia (familia Xeniidae) y para 2021 se logró su identificación definitiva: Unomia stolonifera.
Ha colonizado el equivalente a 300 estadios de futbol en la costa del estado Anzoátegui (centro-norte), según estimaciones conservadoras
. Hallazgos más recientes lo ubican a unos 450 kilómetros de Mochima, en Valle Seco, una playa cercana a la población de Choroní, en Aragua.
Además, el desplazamiento del coral exótico, que viaja en redes pesqueras, anclas o lastres de embarcaciones, llega a otras regiones.
Es un gran colonizador, literalmente asfixia los arrecifes y los desaparece
, comentó Gustavo Carrasquel, director de la ONG Azul Ambientalistas.
La amenaza se ha documentado en aguas colombianas y brasileñas.