Gritos
nte la incesante marcha de filas neofascistas en Estados Unidos, se escuchan gritos de resistencia desde bibliotecarios, sindicalistas hasta veteranos militares alrededor del país que saben que el futuro de su país está en juego aquí y ahora.
La extrema desigualdad económica es el gran triunfo de cuatro décadas de neoliberalismo: según un análisis de Oxfam America, este mes, los aproximadamente 700 multimillonarios estadunidenses con mayores fortunas hoy día son un tercio más ricos que al comienzo de la pandemia en 2020; su fortuna se ha incrementado 86 por ciento desde 2013. Mientras, la mayoría de la población está tratando de pagar deudas por costos de salud y educación, preocupándose de cómo alimentar a sus hijos, más de medio millón viven sin techo en el país más rico de la historia.
De ahí la furia de trabajadores y granjeros que van perdiendo todo lo que les queda del llamado sueño americano, de ahí se nutre la desconfianza en las instituciones del gobierno, los medios, las universidades y más, y de ahí se abona el terreno tan fértil para un proyecto neofascista con líderes como Donald Trump. Yo soy el guerrero de ustedes, yo soy su justicia. Para aquellos que han sido agraviados y traicionados, yo soy su represalia
, repite en sus actos de campaña.
Promete usar a las fuerzas armadas para combatir el crimen y deportar masivamente a inmigrantes. Quien no esté con ellos, es el enemigo. Toda esta ira se manifiesta cotidianamente a lo largo del país –no es abstracto, y de hecho, está armada y ya está disparando.
Los avances de los neofascistas se reportan todos los días. Por ejemplo, en esta semana, PEN America reportó otro incremento de libros que se están prohibiendo en escuelas y bibliotecas durante el semestre escolar reciente en varias partes de la nación; el total ha llegado a más de 4 mil títulos desde mediados de 2021 (https://pen.org/report/banned-in-the-usa-state-laws-supercharge-book-suppression-in-schools/).
Por otro lado, un grupo financiado por multimillonarios derechistas, el Foundation for Government Accountability, está buscando reducir o anular protecciones y leyes contra la mano de obra de menores de edad, sólo uno de múltiples esfuerzos para revertir derechos laborales, protecciones ambientalistas y derechos civiles incluyendo al voto.
Las fuerzas democratizadoras confrontan esta ofensiva en múltiples frentes. Así, mientras bibliotecarios denuncian las prohibiciones y logran hacer disponibles títulos prohibidos por conducto de aliados en otras bibliotecas y escuelas (https://www.nypl.org/spotlight/banned-books), otros están preparando nuevas luchas para democratizar al país.
Sindicalistas y aliados progresistas se solidarizan con el sindicato nacional Teamsters en las negociaciones con la mega-empresa de carga y mensajería UPS, al firmar compromisos de sumarse a ellos si estalla una huelga; por otro lado, el gremio de 11 mil escritores de televisión y cine WGA ha votado por autorizar una huelga si no avanzan sus negociaciones. La actividad sindical se ha disparado en dos años –un incremento de 53 por ciento en peticiones para elecciones sindicales en 2022 con 200 mil más de trabajadores mientras otros 60 millones deseaban ser sindicalizados (https://www.epi.org/publication/unionization-2022). El apoyo público a los sindicatos –71por ciento– está en su punto más alto en 60 años, de acuerdo con Gallup.
Otros, incluyendo voces inesperadas y sorprendentes, se suman al grito de resistencia. He pasado la actual década luchando contra el fascismo religioso en el extranjero; nunca pensé que tendría que luchar contra eso aquí en Estados Unidos
, declaró un ex comandante de la Marina en Florida al expresarse contra las prohibiciones de libros impulsadas por el gobernador Ron DeSantis. No sacrifiqué 21 años de mi vida para quedarme quieto mientras fanáticos religiosos y otros intentan imponer el fascismo en mi país
.
Esta es ahora la batalla cotidiana al norte del río Bravo.
Bob Dylan. It’s Alright, Ma ( I’m only bleeding).